Argentina. Milei y Bullrich son la dictadura
El autor narra lo ocurrido en la manifestación popular contra las medidas anunciadas por el presidente argentino y su ministra de Seguridad, las cuales no impidieron que una buena parte del pueblo saliera a las calles.
La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, hizo todo lo que pudo para intentar frenar una manifestación de las organizaciones sociales y políticas de izquierda y fracasó estruendosamente. Su soberbia y odio a todo lo que sea popular, hace que esta hija dilecta de la oligarquía criolla, lo niegue pero este miércoles quedó claro que una franja importante del pueblo argentino rechaza el autoritarismo neofascista de la actual administración, y sobre todo del trío Milei-Bullrich-Caputo.
Esta semana, la Bullrich dio a conocer un protocolo represivo y de chantaje contra los sectores más humildes, que rubricó con la frase que hoy volvió a dar vuelta por todos lados: “el que corta no cobra”, refiriéndose a quienes reciben un subsidio de miseria que es el programa “Potenciar Trabajo”. Además, insistió en que a partir de ahora los que quieran marchar “lo tendrán que hacer por la vereda, se acabó la costumbre de cortar la calle”, rebuznó.
Posteriormente, la campaña continuó con un discurso parecido de la ministra de “Capital Humano”, Sandra Pettovello, que volvió a repetir la misma amenaza, insistiendo en que todo aquel que se le ocurra ir a la marcha de protesta perdería el plan social, y que además serían castigados los responsables de las organizaciones sociales.
Toda la semana la tensión siguió en aumento y desde los medios hegemónicos dedicaron horas televisivas y radiales, más varios espacios de la prensa escrita de derecha, para sumar odio a la campaña de amedrentamiento contra los sectores populares, intentando que la dichosa marcha fracasara y sus organizadores fueran repudiados.
Es de destacar que la movilización fue planteada para recordar lo ocurrido hace 22 años durante la rebelión popular que se conoció como el Argentinazo, y en la que las fuerzas represivas provocaron con su accionar un doloroso saldo de 39 muertos, y además, obviamente, también se le sumó el lógico repudio al actual ajustazo producido por el gobierno Milei y la puesta en marcha de medidas que van a terminar enviando millones de personas a la extrema pobreza y a la indigencia. Es decir, una manifestación que contaba con el apoyo de numerosas organizaciones sociales, sindicales y estudiantiles, a las que se sumaron agrupaciones de derechos humanos, y que se viene realizando desde hace más de dos décadas.
Contra ese escenario es que la Bullrich montó un gigantesco y patético show represivo este mismo miércoles, que hizo recordar a la época de la dictadura. Por un lado se desplegaron miles de policías, y personal de Gendarmería y Prefectura, que en los puntos terminales de las estaciones ferroviarias y en los propios trenes, ómnibus y otros vehículos, filmaron a las y los pasajeros, o les martillaron en el oído mientras viajaban con el mensaje amenazante e ilegal de que no van a cobrar si se movilizan o protestan.
Por supuesto muchos de ellos protestaron airadamente, frente a los propios represores, generándose pequeños incidentes en los que los uniformados tenían que meter violín en bolsa y bajarse de los vehículos rápidamente. Además, toda la mañana se pudo ver a lo largo de todas las autopistas de entrada a la ciudad de Buenos Aires imágenes de fuerzas represivas en posiciones amenazantes, que buscaban desalentar a quienes se trasladaban en vehículos, para que no se les ocurriera -aunque no lo pensaran- en sumarse a la marcha opositora.
Sin embargo toda esta lista de despropósitos pero que tienen una clara intención fascistoide de prohibir la protesta social, se fue al garete cuando los de abajo comenzaron a avanzar decididamente hacia Plaza de Mayo en dos columnas, y para sorpresa de la Bullrich y el propio Milei que se habían instalado en la central de operaciones de la Policía para seguir por video todo lo que ocurría, los manifestantes no iban por la vereda sino por la calle y cantando “Milei basura vos sos la dictadura”, o “qué boludos, qué boludos ahora el protocolo se lo meten en el culo”.
Policías y gendarmes quedaron pintados y se dieron cuenta de que era imposible parar la bronca del pueblo cuando este está decidido a manifestarse y protestar. Es de suponer que la Bullrich, tan aficionada a las armas y uniformes israelíes, imaginará que puede encarcelar a todos los que se rebelen contra su maldito protocolo. Por eso, ella y la ministra Pettovello abren la puerta a las denuncias anónimas contra la dirigencia social, como se acostumbra en cualquier país de ideología fascista.
La alegría de llegar a la Plaza tenia que ver con la confirmación de que ante la instalación de cientos de controles policiales y otras provocaciones para que la manifestación no se hiciera, habían fracasado totalmente, y que la calle, como siempre, es el gran escenario donde se pueden obtener las pequeñas y grandes victorias.
Horas después cuando el emperador Milei anunció un decretazo que arrasa con todas las conquistas que aún sobrevivían, se produjo el otro gran levantamiento popular. Cacerolazos masivos en todo el país y mucha gente saliendo a la calle exigiendo que “se vaya”, así como un pedido dirigido a la CGT, de un paro nacional urgente para repudiar a Milei y su casta. Veintidós años después el pueblo, el de piquetes y cacerolas, volvía a unirse en la justa bronca de las y los golpeados por el capitalismo salvaje.