Relaciones de China y Estados Unidos: entre escalada y reequilibrio
Si se mantiene el clima positivo entre Beijing y Washington, existe una gran posibilidad de que China acepte una cumbre entre ambos presidentes. Sin embargo, si las relaciones vuelven a deteriorarse, la nación asiática se negará a celebrarla.
-
Relaciones China-Estados Unidos: entre escalada y reequilibrio.
China fue una de las principales preocupaciones del presidente estadounidense Donald Trump durante su primer mandato, y rara vez salió impune de sus discursos y declaraciones. Impuso aranceles a la nación asiática, declaró una guerra contra la empresa Huawei y acusó a Beijing de propagar el coronavirus, al que describió como el "virus chino". Esto ha tensado las relaciones entre ambos países.
LEA TAMBIÉN: China advierte a Estados Unidos por intento de prohibir chips Huawei
Durante su campaña para su segundo mandato, Trump declaró que aumentaría los aranceles sobre los productos chinos de 60 por ciento al 100 por ciento. También advirtió a Beijing que cualquier ataque a Taiwán se respondería con aranceles. Estas declaraciones han generado especulaciones sobre una mayor tensión en las relaciones entre ambos paísese en el segundo mandato del multimillonario.
Después de su investidura como presidente de Estados Unidos, Trump implementó una política blanda y flexible hacia China. Hizo un llamado a una buena relación y elogió al presidente Xi Jinping, pero no impuso aranceles directos. Esto llevó a muchos observadores a predecir que la política hacia China en su segundo mandato sería diferente a la del primero y que las relaciones mejorarían. Esto es especialmente cierto, dado que el mandatario estadounidense es conocido por su afición a los acuerdos, y China es experta en ellos.
LEA TAMBIÉN: La guerra (integral) de Estados Unidos contra China (I)
Sin embargo, el jefe de la Casa Blanca pronto comenzó a atacar. Primero impuso un arancel del 20 por ciento, acusando a Beijing de no detener los envíos de materias primas para la fabricación de fentanilo. Posteriormente, los aumentó al 145 por ciento, mientras que China impuso de hasta el 125 por ciento a las importaciones estadounidenses y restringió la exportación de ciertas tierras raras.
LEA TAMBIÉN: La guerra (integral) no declarada de Estados Unidos contra China (II)
Dadas las presiones sobre ambos países, acordaron reunirse para contener la guerra comercial y concluir un acuerdo. La primera reunión se celebró en Ginebra, donde se acordó que EE. UU. reduciría los aranceles sobre los productos chinos del 145 por ciento al 30 por ciento, mientras que China lo haría temporalmente del 125 por ciento al 10 por ciento durante un período de 90 días.
Sin embargo, las relaciones pronto se deterioraron y ambas partes tomaron contramedidas. Los presidentes mantuvieron una llamada telefónica y acordaron retomar las negociaciones. Se celebró una reunión en Londres el pasado mes de junio. Desde entonces, han relajado la presión mutua. Beijing ha reanudado las exportaciones de tierras raras e imanes que había suspendido debido a las medidas de Trump.
Altos funcionarios de la administración Trump creían que Beijing colapsaría si se imponían aranceles, especialmente dada la desaceleración de su economía. Sin embargo, China sorprendió a Washington al imponer aranceles a sus productos. También utilizó su influencia para presionar a EE. UU., restringiendo las tierras raras que necesitan los fabricantes de automóviles, equipos militares, dispositivos médicos y productos electrónicos.
Aparentemente, la administración Trump comprendió los riesgos de antagonizar a China e imponer aranceles. Por lo tanto, recurrió a cortejar a Beijing y a llegar a acuerdos con el gigante asiático.
Durante años, restringir el acceso de China a los semiconductores estadounidenses ha sido una preocupación para Beijing, y sus funcionarios han intentado plantear esta cuestión en las reuniones. No cabe duda de que dichas restricciones han tenido un impacto significativo, aunque en ocasiones han logrado eludirlas.
La eliminación de los controles sobre los semiconductores fue una de las principales exigencias de China y parece haber demandado la eliminación de algunas restricciones a los microchips, medidas impuestas por Estados Unidos para frenar sus avances tecnológicos y militares, a cambio de reexportar tierras raras a EE. UU. En otras palabras, China aprovechó la necesidad para obligarlo a eliminar algunas restricciones.
Cada vez que funcionarios estadounidenses y chinos se reunían, Beijing planteaba objeciones a los controles tecnológicos, pero los de EE. UU. argumentaban que estas medidas eran cuestiones de seguridad nacional y no negociables.
Pero en la reunión de Ginebra del pasado mayo, China argumentó que sus metales e imanes, algunos de los cuales se utilizan en aviones de combate y armas, son tecnologías de doble uso que pueden emplearse tanto en la industria militar como en la civil, al igual que la inteligencia artificial y los microchips. Exigió un trato recíproco, insistiendo en que, si Estados Unidos quería acceder a tierras raras, tendría que flexibilizar sus controles tecnológicos.
De hecho, Beijing se salió con la suya. Trump revocó una decisión que había tomado meses antes, cuado le negó el acceso a los chips H₂O de Nvidia, los más potentes que la compañía había vendido a China. A cambio, Beijing ha comenzado a exportar sus minerales e imanes a Estados Unidoslas cuales se multiplicaron por más de siete en junio en comparación con mayo.
Dada la influencia de Beijing sobre Estados Unidos, en particular en el sector de las tierras raras, Washington intenta reducir su dependencia en este campo. Sin embargo, no hay una solución inmediata, ya que China produce el 90 por ciento de los imanes. Recientemente, anunció el descubrimiento de grandes yacimientos de un mineral de tierras raras desconocido en la Región Autónoma de Mongolia Interior, en el norte del país, esencial para la fabricación de motores de coches eléctricos y turbinas eólicas marinas.
Trump, intenta dialogar con China con serenidad para crear el ambiente adecuado para una cumbre con Xi Jinping. Esta reunión es muy esperada por el estadounidense, quien habla frecuentemente de la misma con el objetivo de cerrar acuerdos.
Según algunos informes, es probable que el encuentro se celebre en el marco de la cumbre de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), programada del 30 de octubre al 1 de noviembre próximo en Corea del Sur, o que Trump visite China antes de asistir al cónclave.
Por lo tanto, si se mantiene el buen ambiente entre Beijing y Washington, existe una gran posibilidad de que China acepte una cumbre entre ambos mandatario. Sin embargo, si las relaciones vuelven a deteriorarse, China se negará a mantenerla.
Por ejemplo, el próximo mes, el presidente Trump se enfrentará a una importante prueba que podría tensar las relaciones entre ambas naciones, ya que se espera que el mandatario taiwanés, William Lai, haga escala en Estados Unidos antes de visitar Sudamérica. Es probable que esta decisión enfurezca a Beijing, que ha advertido a EE. UU. que no permita que Lai transite por su territorio.
Es cierto que Trump busca llegar a acuerdos con China, y enfurece a sus aliados imponiéndoles aranceles, por otro lado, adopta una política de "América Primero" para impedir que China los supere. Según ha declarado el inquilino de la Casa Blanca se enfrenta a China "de forma muy amistosa".
Por un lado, está cediendo en algunas cosas a Beijing, y por otro, refuerza sus controles. Este es el caso de los acuerdos comerciales firmados con países del Sudeste Asiático, como Vietnam, al cual impuso un arancel del 20 por ciento a sus exportaciones a Estados Unidos, además de otros más altos de hasta el 40 por ciento a las mercancías sospechosas de ser reenviadas desde otras naciones. Estas son prácticas que los exportadores chinos han utilizado desde el inicio de la disputa comercial con Washington para evitar aranceles. Lo mismo ocurre con el pacto firmado por EE. UU. con Indonesia.
A pesar del aumento significativo de las exportaciones chinas de tierras raras, las empresas estadounidenses se quejan de que las licencias para imanes están limitadas a seis meses y de que el gobierno de Beijing exige información especial para obtener estos envíos. China también refuerza los controles a la exportación. Un día después de que Nvidia anunciara que vendería chips H₂O en China, las autoridades del gigante asiático anunciaron nuevas restricciones a las exportaciones de tecnología de baterías.
Si bien las exportaciones de minerales de tierras raras experimentaron un repunte tras el acuerdo entre Beijing y Washington, las de dos minerales clave, el germanio y el antimonio, continuaron disminuyendo. Estos se utilizan en armas y comunicaciones, lo que indica la posibilidad de que se reanuden las tensiones entre ambos países.
Algunos creen que cualquier reunión entre los presidentes mejorará las relaciones bilaterales, las cuales podrían mejorar temporalmente, pero pronto volverán a ser tensas. Durante su primer mandato, Trump visitó China y se reunió con Xi Jinping. Sin embargo, las relaciones entre ambos países han tocado fondo.
Las mismas seguirán experimentando altibajos. Es posible que se alcance un acuerdo y que ambas partes cedan en algunos puntos. Sin embargo, las tensiones aumentarán ocasionalmente. El presidente Trump, quien se considera el dios supremo del mundo, desea que Estados Unidos vuelva a ser grande, mientras que China, bajo la presidencia de Xi Jinping, busca establecer una gran China.