La Resistencia no ha muerto, pero quedan grandes desafíos por delante
Hay varias formas en que este conflicto puede desarrollarse ahora, y todas ellas implicarán resistencia a los esfuerzos del régimen sionista en todos los frentes.
Aunque la reciente serie de acontecimientos en la Palestina ocupada, Siria y Líbano han sido ampliamente interpretados como la “derrota” de la Resistencia regional, la situación actual presenta ahora la oportunidad de reimaginar la lucha por la liberación.
La crisis que enfrenta Palestina y el resto de la región circundante es realmente grande y no se puede restar importancia a esto. También es indiscutible que el camino que todos veían como la ruta más obvia hacia la liberación ahora está cortado. Sin embargo, si uno está perdido en el desierto y no puede ver un camino claro hacia adelante, o se rinde y muere o decide abrir otra ruta a pesar de sus evidentes desafíos.
Aunque es fácil dejarse arrastrar por una visión pesimista, los pueblos de Palestina, Líbano y Siria simplemente no pueden permitirse ese lujo. En Gaza, si bien el número oficial de muertos ha superado los 45 mil, es mucho más probable que la cifra real sea de cientos de miles. El pueblo libanés también ha sufrido enormemente, perdiedo casi tres mil personas en la última embestida sionista.
La línea de suministro a Hizbullah está cortada por ahora, el Estado sirio está fracturado y pierde más territorio a diario en favor del régimen sionista, mientras que los israelíes tienen en la mira la anexión de Cisjordania y siguen pulverizando lo que queda de infraestructura en la Franja de Gaza. La conspiración urdida contra el Líbano fue enorme y provocó la muerte de gran parte de la cúpula de Hizbullah, incluido el secretario general del grupo, Sayyed Hassan Nasrallah.
Aunque la pérdida sin precedentes de vidas civiles, la destrucción de infraestructuras, los golpes a los grupos de la Resistencia y la pérdida de sus dirigentes son heridas enormes, también son sacrificios gigantescos que se han ofrecido en una batalla que continúa hasta que se logren sus objetivos.
Rendirse no es una opción para el pueblo libanés, que todavía ve cómo los soldados israelíes ocupan sus aldeas en el sur y destruyen sus hogares, ni lo es para los palestinos desplazados que han sufrido durante 14 meses un ataque genocida, ni es en última instancia una opción para el pueblo de Siria, algunos de cuyos miembros se enfrentan ahora a la ocupación y la limpieza étnica.
El renacimiento de la Resistencia
Analizar la historia de la Resistencia armada y popular contra la tiranía estadounidense-israelí en la región proporciona una visión mucho más sobria de los problemas actuales, que exigen una astuta toma de decisiones políticas, creatividad y motivación para lograr el éxito.
En Palestina, esta Resistencia se remonta a tiempos que van más allá de los confines de la intervención estadounidense. En 1936, el pueblo palestino lanzó lo que se denominó la “rebelión árabe”, una revolución armada destinada a frustrar los objetivos del movimiento sionista y de las autoridades del mandato británico.
Al final, este levantamiento resultó en una derrota en el año 1939, lo que contribuyó incluso a que la resistencia palestina fuera tan débil cuando las milicias sionistas decidieron iniciar una limpieza étnica del territorio en 1947.
Aunque los observadores pesimistas podrían interpretar la revuelta árabe como algo netamente negativo, debido a que tanto los británicos como los sionistas lograron frustrar el levantamiento y desmantelar muchas facciones de la resistencia, terminó brindando inspiración, símbolos e ideas para las generaciones de lucha armada que vendrían.
En 1948, la intervención del mundo árabe del lado de los palestinos fracasó en la mayoría de los casos en la lucha contra el expansionismo sionista. Esto se debió a una combinación de debilidad de las fuerzas árabes tras un período tumultuoso propio, junto con acuerdos alcanzados tras bastidores y también vacilaciones. Aunque los combatientes en el frente lucharon valientemente contra las fuerzas coloniales europeas, el régimen sionista recién declarado terminaría proyectando una imagen de inmensa fuerza.
En 1956, el presidente egipcio Gamal Abdul Nasser había logrado salvar en cierta medida la imagen del mundo árabe tras la fallida invasión tripartita de Egipto por parte de las fuerzas israelíes, francesas y británicas. Sin embargo, en 1967, los sionistas lograron ocupar ilegalmente los Altos del Golán, Cisjordania, Gaza, Al-Quds Oriental y la península del Sinaí. ¿Por qué? Porque los israelíes lanzaron un ataque sorpresa contra las naciones árabes que no habían desarrollado suficientes estrategias defensivas u ofensivas en medio de una situación de lo más desastrosa.
Al año siguiente, la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), junto con elementos del ejército jordano, libró una batalla de 15 horas contra las fuerzas de ocupación israelíes en la ciudad de Karameh.
A pesar de que la OLP perdió muchos más combatientes que los israelíes, el mero hecho de que obtuvieran éxitos contra el ejército sionista se consideró un momento significativo en la historia de la resistencia armada. Aunque muchos consideraban que los israelíes eran invencibles, la batalla de Karameh comenzó a exponer debilidades e inspirar más resistencia.
Después de Septiembre Negro en 1970, cuando miles de palestinos fueron asesinados durante el conflicto armado entre el ejército jordano y la OLP, la Resistencia Palestina fue expulsada y obligada a crear una nueva base dentro de Líbano en 1971. Durante este período, murió el presidente egipcio Gamal Abdul Nasser y con él la ideología del nacionalismo árabe secular recibió un enorme golpe.
Sin embargo, la resistencia palestina continuó incluso después de perder el enorme espacio fronterizo jordano con la Palestina ocupada desde el que lanzar sus ataques. Luego de librar batalla tras batalla desde el Líbano, en 1982 los israelíes invadieron la nación de los cedros La invasión condujo a la expulsión de la OLP de Beirut, la ocupación del sur de Líbano y el asesinato de unas 20 mil personas, la mayoría de ellas civiles.
La OLP no estaba preparada, no supo prever adecuadamente el ataque israelí y, tras su expulsión forzosa a Túnez, los campos de refugiados palestinos quedaron abiertos a los israelíes, que utilizaron a sus aliados fascistas para masacrar a miles de personas inocentes. Durante algún tiempo, pareció que la revolución palestina se estaba desvaneciendo lentamente y que los dirigentes palestinos eran demasiado débiles para lanzar una resistencia significativa contra la entidad sionista.
De repente, como si surgiera de la nada, apareció una nueva era de resistencia: la Resistencia Islámica. En Palestina, las bases de lo que luego se convertiría en Hamas y lo que surgió a principios de los años 1980 como la Yihad Islámica Palestina (YIP), en Gaza. De manera similar, en el sur de Líbano salío a la luz Hizbullah.
En 1987, el pueblo palestino de la Cisjordania ocupada, Jerusalén Oriental y la Franja de Gaza lanzó un levantamiento popular, la Intifada, que puso a la Entidad Sionista en una situación de crisis. El golpe a las relaciones públicas israelíes, la tensión económica y la distracción de su ejército los obligaron a reconsiderar su agenda de futuro y condujeron a los Acuerdos de Oslo que se firmaron con la OLP.
Aunque estaba claro que los sionistas sólo pretendían que los Acuerdos de Oslo fueran un medio para construir una entidad palestina que trabajara para lograr sus objetivos de seguridad, aprovechando el debilitamiento de la OLP, esto condujo a la Segunda Intifada. En 2002, mediante la llamada Operación Escudo Defensivo, el ejército israelí logró aplastar la resistencia armada que surgió y emanó principalmente del norte de Cisjordania. Sin embargo, su Operación Días de Penitencia de 2004 en el norte de Gaza no logró aplastar a las fuerzas de resistencia.
Al final, la Resistencia de Gaza sobrevivió y logró hacerse más fuerte año tras año sin recibir mucho apoyo militar extranjero. De hecho, hoy en día las armas que utilizan las decenas de grupos armados de Gaza se fabrican casi exclusivamente de forma clandestina localmente. Sin embargo, no fue hasta 2021 cuando la resistencia resurgió en Cisjordania.
En Líbano, la expulsión de la ocupación israelí en el año 2000 y la exitosa lucha contra la invasión sionista del sur en 2006 dieron lugar a una ecuación de disuasión percibida. Por importantes que fueran estas victorias, los israelíes nunca dejaron de conspirar para el día en que la guerra se reanudara con Líbano y esto es lo que el mundo presenció a principios de septiembre.
¿Qué pasa después?
La cuestión del futuro de Hizbullah es hoy objeto de un gran debate, y algunos incluso se preguntan si se derrumbará. La verdad es que Hizbullah surgió y logró expulsar a las fuerzas de ocupación israelíes sin las armas más sofisticadas que adquirió posteriormente a través de Siria y que actualmente tiene su propia capacidad clandestina de fabricación de armas.
Mientras haya voluntad de combatir a los israelíes y sus intentos expansionistas, Hizbullah seguirá existiendo. Ahora también es posible que la entidad sionista opte por aprovechar lo que considera una oportunidad histórica para utilizar su ocupación de tierras sirias con el fin de invadir territorio libanés desde la zona del valle de Bekaa, lo que podría abrir nuevas vías para la resistencia a ambos lados de la frontera entre Líbano y Siria.
Hizbullah puede combatir con éxito un ataque israelí que busque aniquilarlo, lo que podría ser su próxima prueba. A pesar de que ahora tiene que usar sus armas sofisticadas con más moderación, tiene tiempo para solucionar una serie de problemas que se vio obligado a enfrentar después de los ataques con buscapersonas israelíes y los asesinatos de sus principales líderes.
En Gaza, los grupos de la resistencia han logrado sobrevivir y seguir reclutando nuevos combatientes a lo largo de más de 14 meses. La Resistencia palestina nunca ha alcanzado la fuerza de Hizbullah, pero aún no ha sido derrotada en medio de la hambruna, la destrucción de la mayor parte de la infraestructura de la Franja de Gaza y un ataque genocida a gran escala, único en la historia de la humanidad. Por lo tanto, la suposición de que Hizbullah está condenado sin acceso a misiles avanzados no tiene mucho peso.
En el frente sirio, parece que las fuerzas de ocupación israelíes seguirán avanzando hacia el sur del país y permanecerán en muchas de las zonas que ocupan. Aunque el actual gobierno de transición, encabezado por Hayat Tahrir al-Sham, ha insistido en repetidas ocasiones en que no hará nada para proteger al país de los continuos ataques aéreos e invasiones israelíes, limitándose a hablar de que sus enemigos son Irán y Hizbullah, todavía no hay ninguna posibilidad de que hagan algo al respecto.
Sin entrar demasiado en el análisis de Siria, el liderazgo que vemos surgir no durará mucho tiempo en su forma actual e incluso si quisiera actuar contra los israelíes (algo en lo que claramente no expresa interés), sería rápidamente eliminado. Hay'at Tahrir al-Sham se enfrenta a la tarea de satisfacer los intereses de Estados Unidos, el Reino Unido, Turquía, Qatar y otros, lo que podría conducir al colapso del actual gobierno.
Sin embargo, Estados Unidos tiene la mayoría de las cartas en este caso: hace oscilar sanciones, designaciones de terroristas, acceso a recursos y ayuda extranjera por encima de la cabeza del líder de HTS, Abu Mohammed al-Golani, además del hecho de que una miríada de agencias de inteligencia extranjeras podrían actuar en cualquier momento para matarlo a él y a otros dentro de sus filas, si se salen de la línea de sus intereses.
Sin embargo, cuanto más descarados y agresivos se vuelvan los israelíes en Siria, más oportunidades se presentarán para la resistencia contra ellos. Al final, es inconcebible que no surjan grupos de resistencia para luchar contra las fuerzas de ocupación dentro del territorio sirio. En el caso de que esto ocurra pronto, es poco lo que el gobierno dirigido por HTS podrá hacer para detener también esa resistencia, ya que la mayoría de la población siria está a favor de combatir a los israelíes.
Las perspectivas de que surja una resistencia contra los israelíes en Siria están lejos de perderse. Puede que esa resistencia tarde algún tiempo en surgir y desarrollarse, pero todavía hay una ventana de oportunidad muy abierta y hasta el más mínimo error del régimen de "Tel Aviv" podría hundirlo en un nuevo tipo de caos. La situación en Siria también podría acabar creando fricciones dentro de Jordania, lo que crearía otro frente impredecible.
En el seno de la Entidad Sionista, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, parece haber cambiado por completo el equilibrio de poder regional. Si bien después del 7 de octubre de 2023 el gobierno iraní parecía estar en una posición de poder sin igual, los sionistas ahora parecen dispuestos a dar los últimos golpes que lograrán lo que Netanyahu llama “victoria total”. La asociación entre Estados Unidos e "Israel" busca lanzar complots contra Irán y Yemen, que completarían su proyecto en respuesta a la derrota que sufrieron debido al ataque liderado por Hamas el 7 de octubre de 2023.
A pesar del daño infligido al Eje de Resistencia iraní en la región, los israelíes también están maltrechos y actualmente sólo subsisten gracias al soporte vital estadounidense. La economía, la sociedad, el sistema político y el ejército israelíes están todos en ruinas, mientras que no hay una visión clara para el futuro más allá de la búsqueda del expansionismo y la guerra perpetua. Incluso en el caso de que esta ronda del conflicto se ponga en pausa, inevitablemente se encenderá de nuevo. La imagen de la Entidad Sionista se ha derrumbado y es odiada globalmente en una escala sin precedentes por su pura barbarie racista.
Existen diversas formas de resolver este conflicto, y todas ellas implicarán la resistencia a los intentos del régimen sionista en todos los frentes. Aunque se necesiten años para reactivar cualquiera de los frentes de resistencia, un pueblo aterrorizado y ocupado seguirá luchando por la justicia.
Una cosa que los israelíes han logrado hacer durante años es presentarse como actores negociables y racionales en la región, dando la impresión de que se puede lograr una “disuasión” contra ellos y de que no actuarán en contra de lo que se percibe como “intereses nacionales”. La disuasión es imposible con la Entidad Sionista, porque no es un Estado, es un proyecto colonial usurpador de asentamientos que actúa como una herramienta de proyección de poder estadounidense con su propia ideología de tipo Daesh detrás.
Para derrotarlo será necesario pensar de manera innovadora, y quien se oponga a él no podrá vivir en un estado de comodidad, porque, por minúsculo que sea el papel que cualquier nación u organización desempeñe en la lucha contra el proyecto israelí, será objeto de una aniquilación total. Por otra parte, si los habitantes de la región no actúan contra él y simplemente se limitan a existir en su camino, su propia existencia representa una amenaza para el proyecto sionista y, por lo tanto, serán objeto de su opresión extrema.
No existe la normalización, no existe la posibilidad de ser aliado de "Israel" ni de lograr la disuasión. Todas estas tácticas acabarán en un desastre absoluto para los pueblos de Asia occidental, por más que cualquier régimen se sienta cómodo con la entidad sionista.