El cálculo nuclear: perspectivas estratégicas y peligros sutiles
Las conversaciones nucleares entre Estados Unidos e Irán muestran un progreso cauteloso en medio de rivalidades globales, realineamientos regionales e intentos de sabotaje diplomático, poniendo a prueba si la diplomacia puede sobrevivir a aquellos que temen su éxito.
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El cálculo nuclear: perspectivas estratégicas y peligros sutiles
Las negociaciones nucleares entre Estados Unidos e Irán avanzan con cautela en un panorama plagado de peligros estratégicos y oportunidades fugaces. La segunda ronda de conversaciones en Roma marcó un cambio notable hacia el progreso, generando señales inesperadamente positivas. Sin embargo, estos acontecimientos se desarrollan en un contexto de inestabilidad global. Ningún asunto regional, especialmente el expediente nuclear iraní, puede separarse de la turbulencia general que transforma los asuntos internacionales.
Según The Wall Street Journal , el presidente Donald Trump se prepara para solicitar a más de 70 países que restrinjan el acceso comercial de China, lo que marca una nueva fase en la rivalidad global. Esta medida ilustra una política exterior estadounidense recalibrada, donde cada asunto internacional, incluido el de Irán, se replantea en el contexto de una confrontación más amplia con Beijing.
A pesar de los indicios de un posible acuerdo comercial, el enfoque de Trump sigue siendo dualista: las naciones deben elegir entre Estados Unidos y China. Si las negociaciones se estancan o las acciones adversarias se intensifican, las siguientes opciones —contención militar y bloqueo económico— se vislumbran más cerca.
Un teatro estratégico cambiante
En medio de este giro estratégico, Medio Oriente sigue siendo un escenario dinámico, con múltiples complejidades regionales y ecos globales. Una importante revelación del New York Times reveló que Washington ha bloqueado en dos ocasiones los planes israelíes de atacar las instalaciones nucleares de Irán: primero con Biden y luego con Trump. El momento de esta revelación no es casual; sirve como presión calculada sobre Teherán, días después de que Trump confirmara que las opciones militares siguen "sobre la mesa", posiblemente en coordinación con Israel.
Este doble mensaje —compromiso diplomático con amenazas militares— forma parte del esfuerzo de Washington por presionar a Irán para que haga concesiones, presentando a Trump como un negociador pragmático. El papel de "Israel" en este caso es instrumental, no independiente; su bravuconería refuerza la influencia estadounidense, a la vez que refuerza la imagen interna de Trump como un negociador que aún tiene la garra.
Las conversaciones de Roma y la ambigüedad estratégica
El acuerdo de Irán de trasladar las conversaciones a Roma, manteniendo la discreta mediación de Omán, refleja la apertura de Teherán a una mayor participación europea. Europa, que siguió respetando partes del Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC) tras la retirada de Trump en 2018, ahora desempeña un papel fundamental, especialmente en lo que respecta al alivio de las sanciones, la principal prioridad de Teherán.
Sin embargo, el asunto nuclear no puede aislarse del programa de misiles balísticos de Irán ni de su influencia regional. Los negociadores occidentales insisten en limitar los sistemas de lanzamiento de misiles capaces de transportar cargas nucleares, argumentando que la disuasión debe ser preventiva, no reactiva.
Teherán, por su parte, afirma no tener intención de producir armas nucleares. Sin embargo, la adquisición y las pruebas de misiles hipersónicos, en particular en Irán y Yemen, sugieren que el umbral de la disuasión estratégica podría ya haberse superado. Para los negociadores occidentales, esto desplaza el debate de la prevención de futuros hipotéticos a la contención de las capacidades reales.
Irán, por su parte, se basa en una estrategia de "ambigüedad constructiva". Revela deliberadamente solo una parte de sus capacidades para mantener su influencia diplomática y evitar nuevas sanciones. Esta ambigüedad no es un signo de debilidad, sino un cálculo estratégico: la transparencia total podría hacer a Irán más vulnerable, no más seguro.
Geometría regional: acercamiento entre Arabia Saudita e Irán y garantías rusas
En este complejo entorno, se ha producido un notable deshielo entre Irán y Arabia Saudita. La visita del ministro de Defensa saudita, Khalid bin Salman, a Teherán marcó la continuación del acuerdo de Bejing de 2023 y señaló la intención de reducir las tensiones bilaterales, incluso mientras persisten las divergencias sobre temas como Palestina.
Oficiales militares iraníes, incluido el Jefe del Estado Mayor, Mohammad Bagheri, elogiaron la postura de Riad sobre Gaza, lo que indica un posible reajuste de posiciones en el Golfo. Simultáneamente, Teherán ha estado consolidando su alianza estratégica con Moscú. El viceministro de Asuntos Exteriores iraní, Abbas Araghchi, entregó un mensaje personal del Líder Supremo Jamenei al presidente Putin, reafirmando las líneas rojas de Irán en el enriquecimiento de uranio y proponiendo una mayor coordinación en asuntos regionales e internacionales.
Para Rusia, mantener fuertes lazos con Teherán es un imperativo geopolítico. Moscú considera a Irán no solo un actor regional clave, sino también un contrapeso necesario a la influencia occidental en Medio Oriente. Al mismo tiempo, Rusia cultiva estrechas relaciones con Arabia Saudita, Catar y el Golfo Pérsico, un equilibrio que ha logrado con gran destreza.
El acercamiento de Irán a Rusia antes de cualquier posible acuerdo con Estados Unidos es tanto táctico como simbólico. Busca garantizar que su eje estratégico con Moscú se mantenga intacto, independientemente de lo que ocurra en Roma o Washington. Esto refleja una redefinición más amplia de lo que constituye la "comunidad internacional". El orden global emergente, que ya no es sinónimo de Occidente, exige ahora un compromiso multipolar, e Irán se está posicionando en consecuencia.
Como observó recientemente la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, «El Occidente que conocimos hace apenas unos meses ya no existe». La búsqueda por parte de Irán de garantías rusas
—posiblemente como cogarante de un futuro acuerdo nuclear— surge directamente de este reconocimiento.
La diplomacia del gas y el nexo catarí
Otro actor regional está ajustando su postura. La visita del emir catarí Tamim bin Hamad Al Thani a Moscú —la primera desde 2018— se produce en un contexto de extrema volatilidad en los mercados energéticos mundiales y tensiones entre Occidente y Rusia. Doha, tradicionalmente equilibrando sus vínculos entre Oriente y Occidente, ahora parece estar cubriendo sus apuestas en un mundo que avanza rápidamente hacia una configuración posoccidental.
La visita pone de relieve un realineamiento regional más amplio, en el que los Estados buscan definir su lugar en una nueva arquitectura global moldeada no por la estabilidad, sino por crisis estratificadas y cambios de poder.
La interferencia israelí: una apuesta en París
En vísperas de las conversaciones de Roma, una delegación israelí, compuesta por el ministro de Asuntos Estratégicos, Ron Dermer, y el jefe del Mossad, David Barnea, viajó en secreto a París para reunirse con el enviado de Trump, Steve Witkoff. Su misión, según Axios , era descarrilar las negociaciones. El momento —apenas 24 horas antes de la segunda sesión de Roma— sugiere un esfuerzo urgente por sembrar la duda y sabotear la vía diplomática.
Su argumento probablemente se basaba en narrativas alarmistas: el programa nuclear iraní está cerca del enriquecimiento de uranio para armas, y el propio OIEA ha insinuado que está cerca de alcanzar la capacidad de ruptura. La intención pudo haber sido alterar la orientación psicológica de Witkoff, transformándolo sutilmente de un mediador abierto a un adversario escéptico.
Pero el intento pudo haber fracasado.
Trump, conocido por su celoso resguardo de sus iniciativas personales, podría interpretar dicha interferencia como una intrusión. Este paso en falso podría acelerar el proceso diplomático en lugar de detenerlo. Irán, percibiendo esta dinámica, informó a Moscú sobre la situación, buscando claramente el respaldo ruso para protegerse del sabotaje.
Moscú, por su parte, tiene una influencia única. Con profundos vínculos tanto con Trump como con Teherán, se erige como uno de los pocos actores capaces de guiar el proceso hacia una resolución. La decisión de Irán de involucrar más a Rusia en esta etapa de las conversaciones subraya el gran alcance que podrían tener las consecuencias de esta negociación.
Conclusión: Entre la profundidad estratégica y la disrupción
El acuerdo nuclear se debate ahora entre la oportunidad estratégica y el sabotaje táctico. Su éxito depende no solo de la habilidad diplomática, sino también de sortear un campo minado de interferencias externas y desconfianza interna. La batalla no es solo entre Washington y Teherán, sino entre quienes buscan una solución y quienes temen sus consecuencias.
Si el acuerdo fracasa por el peso del sabotaje, el resultado no será simplemente otro fracaso diplomático. Podría recalibrar la seguridad regional, los alineamientos globales y la credibilidad estratégica de Estados Unidos.
En última instancia, la pregunta ya no es si un acuerdo es posible. La verdadera pregunta es: ¿podrá sobrevivir a quienes temen más la paz que la guerra?