El cumplimiento de los sueños de Trump
Batool Subeiti analiza la gira de Donald Trump por Medio Oriente y revela cómo los acuerdos económicos, los realineamientos del Golfo y el futuro de Siria se moldearon para servir al dominio estratégico de Estados Unidos sobre la soberanía o la estabilidad.
-
El cumplimiento de los sueños de Trump
La visita de Donald Trump a Medio Oriente concluyó con compromisos de inversión astronómicos, estimados entre tres y cuatro billones de dólares, principalmente de Arabia Saudita, Catar y los Emiratos Árabes Unidos. Estos acuerdos, sellados en grandes ceremonias, reflejan lo que podría describirse como demostraciones de sumisión política extraordinarias y sin precedentes, más allá de lo que Trump podría haber soñado.
Dado que el Producto Interno Bruto (PIB) estadounidense se sitúa aproximadamente en 27 billones de dólares, estos acuerdos representan casi el 15 por ciento de esa cifra, lo que demuestra el enfoque empresarial de Trump: asegurar agresivamente acuerdos lucrativos para fortalecer la posición económica de Estados Unidos.
Trump se considera no solo un líder nacional, sino una figura representativa a nivel mundial. Su visión para Estados Unidos implica reafirmar su dominio mediante la influencia económica. Esto se evidencia en su estrategia de aumentar los aranceles para incentivar la fabricación nacional, reduciendo así la dependencia de las importaciones. Un dólar más débil, algo que Trump ha favorecido, impulsa la competitividad de las exportaciones de su país a nivel mundial, en consonancia con su objetivo de posicionarlo como un exportador líder. Cree que sin una base económica sólida, la influencia global de EE. UU. es insostenible, sobre todo considerando el auge de China. Para Trump, la fortaleza económica debe sustentar el poder geopolítico de Estados Unidos.
Durante el viaje, se cerraron importantes acuerdos relacionados con aeronaves Boeing, sistemas de defensa estadounidenses y acuerdos tecnológicos. Estas medidas buscan estimular la industria de defensa nacional, crear miles de empleos y restablecer a Estados Unidos como centro de fabricación. La visita de Trump a la base aérea estadounidense de Al-Udeid, Catar, reafirmó su compromiso de mantener instalaciones militares únicamente en lugares estratégicamente críticos como estrategia militar exterior. Trump se opuso a la financiación expansiva de ONG u operaciones encubiertas, a menudo asociadas con el Estado profundo, y recortó drásticamente la USAID al asumir el cargo. El lema de Trump, "América Primero", se traduce en priorizar el fortalecimiento económico interno mientras se aprovecha la influencia global mediante la imposición de órdenes.
En una decisión controvertida, Trump también se reunió con el presidente sirio de facto, Al-Sharaa, figura con un historial de vínculos con Al-Qaeda y a quien el estado profundo estadounidense había retratado previamente como aliado en Siria. Dado que el derrocamiento de Assad había sido impulsado por el estado profundo antes de que Trump asumiera el cargo, este no estaba dispuesto a retirarse de la región mientras Siria siguiera formando parte del eje de la Resistencia.
Aunque Trump ha condenado previamente a estos grupos incluidos en la lista de terroristas, pareció pasar por alto el pasado de Al-Sharaa, además de haber asumido el poder sin elecciones y establecido un parlamento al margen de cualquier marco legal. La reunión se produce en un contexto de sumisión definitiva y cumplimiento de las exigencias estadounidenses: el liderazgo de Al-Sharaa a cambio de facilitar la normalización con la entidad y de implementar las exigencias de seguridad estadounidenses. Los servicios secretos de la entidad de ocupación israelí ya participaron directamente en el interrogatorio de líderes palestinos como Talal Naji en Siria.
El compromiso de Trump indica un reconocimiento de facto de un nuevo liderazgo sirio alineado con los intereses estadounidenses, incluso si surgió por medios desfavorables para alguien como Trump. Prefiere un gobierno sirio respaldado por el Golfo a uno influenciado por Turquía. Sin embargo, para cuando asumió el cargo, el desenlace político en Siria ya estaba definido.
El aspecto más importante del viaje de Trump con respecto a Siria fue otorgar a Arabia Saudita el papel de patrocinador del expediente sirio, en lugar de Qatar. Por lo tanto, el patrocinio del expediente sirio se ajusta al equilibrio de intereses entre Turquía, Arabia Saudita y la entidad de ocupación israelí, con el liderazgo regional entregado a Mohammad Bin Salman. Esto se enmarca en la preparación para moldear el futuro sirio, que aún está por determinar y puede tomar cualquier dirección.
A pesar de la preocupación saudita por el aumento del poder de antiguos grupos de Al-Qaeda en Siria, debido a la posible amenaza a su propia estabilidad, el patrocinio del reino subraya que estos grupos sirven a intereses occidentales funcionales. Las motivaciones de grupos como Hay'at Tahrir Al-Sham parecen más motivadas por el poder que por la ideología, ya sean islámicas o vinculadas a la Hermandad Musulmana.
El gobierno sirio sigue siendo inestable, actuando más como un instrumento para intereses extranjeros que como una entidad soberana. Sus divisiones internas, agendas contradictorias y su dependencia de patrocinadores externos aumentan las divergencias, haciéndolo poco fiable y difícil de controlar. El levantamiento de las sanciones occidentales no se debe al reconocimiento de una Siria fortalecida e insuperable, sino como una concesión obtenida mediante la sumisión.
La gira de Trump por Medio Oriente ayudó a aclarar el creciente papel regional de los Estados del Golfo y sus alineamientos estratégicos. El destino de Siria está ahora ligado al panorama regional más amplio, moldeado por la influencia saudita y turca, y complicado aún más por el incierto papel de la entidad de ocupación israelí.
Ante el fortalecimiento del Golfo y el debilitamiento de la entidad de ocupación israelí ante el fracaso en el logro de sus objetivos, los movimientos de resistencia se reconocen ahora como actores persistentes con los que es necesario negociar, no ignorar. Trump ha reconocido la derrota estadounidense ante la valentía de Yemen, la cuestión de Gaza sigue sin resolverse y aún no se ha alcanzado un acuerdo nuclear con Irán, a pesar de las señales positivas de Trump sobre su potencial.
En esencia, la visita de Trump subraya un nuevo orden regional: impulsado económicamente, calculado estratégicamente y reflejo de la cambiante dinámica de poder en Asia occidental.