Las implicaciones de la derrota al final de la guerra en Gaza
La tristeza, la vergüenza y la sensación de fracaso de quienes, dentro de la entidad de ocupación israelí, apoyaron el acuerdo son evidentes, a pesar de los intentos de justificarlo afirmando que se lograron ciertos objetivos.
El presidente estadounidense Donald Trump se apresuró a anunciar el fin de la guerra antes de su declaración oficial, presentándolo como un logro. Esto demuestra que la guerra se consideraba una carga y algo indeseable, y que su conclusión se consideraba un éxito.
Trump trató de distanciarse de la guerra antes de asumir el cargo para evitar que lo vincularan con su continuación o apoyo. La batalla en Gaza terminó convirtiéndose en una carga y una fuente de vergüenza para sus defensores.
Las guerras malvadas suelen ser motivo de celebración cuando concluyen, ya que avergüenzan y culpan a quienes las libran. Todas las asociadas con la entidad de ocupación israelí siguen este patrón: el deseo de ponerles fin rápidamente. Esas guerras se justifican sin cesar, se adornan para que parezcan justas. Las guerras justas, sin embargo, son motivo de orgullo para sus iniciadores. No importa cuánto duren, la perseverancia en una causa justa es en sí misma una victoria.
La guerra contra Gaza ha sido una carga moral para sus promotores. Los incansables esfuerzos de Estados Unidos por ofrecer justificaciones y apoyo a la entidad de ocupación israelí en el contexto de la situación de los cautivos reflejan un intento de excusar algo vergonzoso. Además, Washington ha reconocido tácitamente su fracaso en el logro de sus objetivos.
La tristeza, la vergüenza y la sensación de fracaso entre quienes, dentro de la entidad de ocupación israelí, apoyaron el acuerdo son evidentes, a pesar de los intentos de justificarlo afirmando que se habían alcanzado determinados objetivos. Mientras tanto, los críticos dentro de la entidad han condenado el acuerdo como vergonzoso y humillante. Para "Israel", una verdadera victoria militar habría significado alcanzar sus objetivos sin recurrir a un acuerdo o a lo que ellos llaman una "victoria completa". En cambio, los acuerdos en Líbano y Gaza significan la victoria de la Resistencia: no fue derrotada ni sometida y, en última instancia, forzó a al sionismo a negociar.
Un alto funcionario de la Resistencia Palestina, Khalil al-Hayya, ha declarado lo que muchos consideran una victoria simbólica del Eje de la Resistencia. Los detalles del acuerdo tienen poca importancia, ya que el progreso y la evolución de la Resistencia operan independientemente de la aprobación externa. Tanto la experiencia histórica como la actual demuestran que la fuerza de la Resistencia supera constantemente la capacidad de sus adversarios para desmantelarla, a pesar de sus avanzadas estrategias.
La preparación y la disposición son constantes en todos los frentes de la Resistencia. El impacto moral de su victoria adquirirá una nueva dimensión, como una bola de nieve que crece en la base de apoyo al molvimiento, la región y el mundo. La Resistencia crecerá y se expandirá. Miles de personas dentro de la esfera de influencia están listas para unirse, siempre que se las movilice de manera efectiva.
Los gobiernos vinculados a Occidente frenarán los esfuerzos de normalización. Occidente tendrá en cuenta los resultados de la guerra y su incapacidad para desmantelar la Resistencia a la hora de diseñar políticas. Esto representa un fracaso para la entidad de ocupación y para Occidente después de un largo período de más de un año.
La Resistencia en Gaza, Líbano y Yemen sigue siendo fuerte y renovada en términos de personal, equipamiento, infraestructura y experiencia en combate. Incluso si las agresiones de la ocupación israelí persisten, no cambiarán el resultado. Al evaluar la batalla, la determinación moral pesa más que la preparación material. Es este espíritu indomable lo que le da poder a la Resistencia para resistir, innovar y, en última instancia, prevalecer, y esto es precisamente lo que ha sucedido.