Crónica de un asedio imperial contra Venezuela
Trump, aspirante al Premio Nobel de la Paz y autopresentado paladín del apaciguamiento de conflictos a nivel internacional, ha aceptado que se prepare todo el escenario para una agresión imperialista en el Caribe.
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Crónica de un asedio imperial contra Venezuela
Venezuela es hoy una de las naciones más agredidas y difamadas del mundo. En los últimos meses la situación ha vivido una escalada significativa, con el inmenso despliegue militar de Estados Unidos en el Caribe y la complicidad de varios países y actores políticos regionales con la agenda de agresión en curso. Destaca en esta agenda el vergonzoso papel jugado por la reciente Premio Nobel de la Paz y “lideresa” de la oposición venezolana, María Corina Machado, la cual ya no sabe cómo pedir a los Estados Unidos que acabe de invadir a su tierra natal.
Como parte de esta campaña, llegan las declaraciones hechas este 10 de noviembre por el actual secretario de la OEA, el surinamés Albert Ramdin. Según este diplomático al frente de la muy cuestionada y desprestigiada OEA, en Venezuela hay “un problema de gobernanza y legitimidad”. Adicionalmente, añadió que ningún país “se puede oponer” a la razón que Estados Unidos ha alegado para su despliegue en el Caribe: la lucha contra el narcotráfico. A esto añade que no hay motivos de preocupación para ningún país, puesto que los “activos navales” de Estados Unidos siguen en aguas internacionales.
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A nadie sorprende la actitud de la OEA. Hace parte de una estrategia mayor para fabricar el consenso ante la decisión de una agresión militar contra Venezuela. Pero es solo un momento de una estrategia que ha venido desarrollándose desde las primeras horas en el poder de la actual administración. Un plan que es posible seguir en sus expresiones públicas más evidentes e imaginar las interioridades en los pasillos del poder en torno al tema.
Desde su primer día en el Despacho Oval, Trump comenzó a preparar la base legal para estas acciones. Ese 20 de enero, entre otros cárteles y organizaciones delictivas, se declaró al Tren de Aragua como organización transnacional y amenaza para la seguridad nacional de Estados Unidos. Después de 2001, la apelación a la seguridad nacional sigue siendo la carta segura para avalar operaciones dentro y fuera de Estados Unidos sin someterlas a un excesivo control público. Una declaración de este tipo abre la puerta a diversas acciones, tanto militares como de inteligencia, con sensibles implicaciones para los países afectados.
El 25 de julio de 2025, la OFAC sancionó al ficticio Cartel de los Soles, designándolo como entidad terrorista global especialmente designada. En declaraciones públicas el Secretario del Tesoro, Scott Bessent, afirmó que “La medida pone aún más de manifiesto la facilitación del narcoterrorismo por parte del régimen ilegítimo de Maduro a través de grupos terroristas como el cartel de los Soles”. Acto seguido de este anuncio, el día 7 de agosto, el gobierno de EEUU duplicó a 50 millones de dólares la recompensa por información que conduzca al arresto del presidente Maduro, a quien acusan de liderar un "Estado narcoterrorista" vinculado a cárteles de cocaína.
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Los medios cartelizados no desperdiciaron la oportunidad. Por el contrario, se hicieron eco ampliamente de la noticia, sirviendo la mesa para el siguiente paso de la agenda. El 18 de agosto presentaron, como un resultado natural, el anuncio por parte del gobierno de EEUU del despliegue de tres destructores y un grupo de buques de desembarco con 4.500 soldados, incluidos 2.200 infantes de Marina estadounidenses, en aguas cercanas a Venezuela, citando la necesidad de "abordar las amenazas de los cárteles de la droga latinoamericanos".
Desde el inicio de este despliegue, se han producido varios ataques contra lanchas supuestamente de narcotraficantes. Estos ataques, realizados en aguas internacionales, se han llevado a cabo sin ningún respeto hacia el derecho internacional y sin presentar pruebas de los vínculos de esas lanchas destruidas con el narcotráfico. La propia Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito ha sido enfática en el hecho de que apenas un 20 por ciento de la droga hacia Estados Unidos circula por el Caribe.
El 2 de octubre AP divulgó un memorando interno de la administración Trump donde se declara a los cárteles del narcotráfico como combatientes ilegales y se dice que Estados Unidos está ahora en un “conflicto armado” con ellos. Poco después, el 15 de octubre, Trump declara públicamente que autorizó a la CIA llevar a cabo operaciones encubiertas dentro de Venezuela y dice que sopesa la posibilidad de realizar operaciones terrestres en el país.
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El 28 de octubre, bombarderos B-1B Lancer maniobraron a muy corta distancia de la costa de Caracas, a apenas 50 kilómetros. Estos movimientos se realizan habitualmente para probar los tiempos de detección y respuesta de las defensas antiaéreas del enemigo. La Fuerza Armada Nacional Bolivariana elevó su nivel de alerta, ante una invasión que parecía inminente.
El 31 de octubre, en el paroxismo mediático y como forma de empujar a Estados Unidos a la agresión contra Venezuela, el Miami Herald publicó una noticia, citando fuentes internas de la administración, donde se afirmaba que ya estaba tomada la decisión de agredir a la patria de Bolívar. Preguntado ese mismo día sobre el tema, Trump desmintió al Miami Herald y Marco Rubio, uno de los principales arquitectos de la agresiva agenda en curso, salió poco después a hacer otro tanto. El episodio, por sí solo, sirve para evidenciar el alto grado de complicidad mediática en la instigación del conflicto.
Aunque en los últimos días la tensión ha descendido un tanto, la situación aún sigue siendo especialmente peligrosa en el Caribe. Por ahora pareciera haberse impuesto en la Casa Blanca la lógica de aquellos que no están convencidos totalmente de las ventajas de una agresión militar o tienen dudas en torno a la retórica de una “fácil” victoria contra la nación sudamericana. Dudas reforzadas luego de las últimas noticias en materia de cooperación militar con Rusia. Pero tampoco debe desconocerse la influencia de otra parte del lobby, ansioso de recuperar el pleno acceso a los amplios recursos petroleros hoy bajo el control de Caracas.
Pero sin dudas el factor determinante, en un gobierno tan centrado en torno al ego de una sola figura, son las ambivalencias del propio presidente de los Estados Unidos. El aspirante al Premio Nobel de la Paz y autopresentado paladín del apaciguamiento de conflictos a nivel internacional, ha aceptado que se prepare todo el escenario para una agresión imperialista en el Caribe. Hoy debe decidir si continúa adelante o, por el contrario, clama una victoria mediática sobre varias lanchas de pescadores y retiran los buques de guerra de un mar en el que nunca debieron estar. Pero antes de tomar cualquier decisión, haría bien en considerar el hecho objetivo de que Venezuela no está sola y tiene hijas e hijos de un valor extraordinario, dispuestos a defenderla a cualquier precio frente a la planta insolente del extranjero que pretenda mancillarla.
José Ernesto Nováez Guerrero
Al Mayadeen Español