Daniel Devita: "Nuestra liberación debería darse en unidad"
Al Mayadeen Español conversa con uno de los exponentes más relevantes del rap con contenido político en América Latina.
“Grabadas en la retina de las masas
la masacre; Nagasaki e Hiroshima.
Multitudes se calcinan en la hoguera del Nerón americano.
Comenzó el circo romano.
¿Y ahora quién para a la fiera? (No hay manera)
En carrera hacia la atmósfera y la esfera”.
Esta es una de las tantas denuncias que realiza el rapero argentino Daniel Devita en su más reciente sencillo 9 de Agosto, donde, además, nos habla de millones de almas tomadas sin permiso, de pueblos supremacistas erigidos, de cuerpos apilados, humo, oscuridad, consternación…
“Humanos sin humanidad”. Así les llama este joven autor a aquellas culturas “dominantes” que intentan callar hombres y creencias a toda costa: “El imperio es aquel que nos somete, aquel que no nos respeta e impone su modelo social, económico y cultural que nos lleva a la destrucción”.
Nacido en Gran Buenos Aires, Devita comenzó a escribir desde muy joven y ya en su adolescencia descubrió el rap. Fue entonces cuando entendió que sus textos podían convertirse en letras de canciones.
Durante sus siete álbumes trabajó con reconocidos músicos y productores. Si bien en los discos Latinoamérica (Disputa Volumen I y Volumen II) la mayoría de las producciones son suyas, en el resto de sus trabajos se ocupa principalmente de las letras, las voces y las melodías de voz, y deja la parte estrictamente musical a su equipo y arreglistas.
¿Por qué decidió que el rap podía ser un arma de combate de la gente olvidada y fiel expresión de justas molestias contra desmanes?
- El rap nace de esa forma, es la voz de las víctimas del imperialismo en su propio seno. Luego uno se va formando como persona, vas leyendo, escuchando y conociendo gente, conociendo sus historias. Eso te va llevando a construir un discurso, una narrativa propia. Pero el rap fue el que despertó esa curiosidad necesaria en mi adolescencia, donde inicié la búsqueda.
¿Qué lo hizo identificarse con causas internacionales como las del pueblo palestino, cubano o venezolano?
- El camino lógico es comenzar hablando del lugar donde uno vive, su casa, su barrio, su municipio, su provincia o su país. Al denunciar las injusticias, naturalmente uno empieza a buscar los motivos de los mismos y estos no solo se explican con factores locales.
“La división internacional del trabajo, la globalización o las pirañas del mundo financiero son factores que hacen imposible saber por qué padecemos tanta desigualdad en un solo país. Ahí es cuando uno descubre que del otro lado del planeta hay pueblos que padecen iguales injusticias, o peores.
“Si las causas de nuestro sufrimiento son las mismas, si los enemigos son los mismos. ¿Nuestra liberación debería darse en unidad? Yo estoy convencido de que sí”.
¿Y cómo hacernos oír frente a un imperio devastador?
- Una poesía o una canción no pueden cambiar nada por sí solas. Pero una poesía o una canción al servicio de un proyecto colectivo de masas, sin lugar a dudas, marca la diferencia y la historia lo ha demostrado muchas veces.
“A veces uno se puede desanimar al ver la cantidad de medios que tiene el poder global, su poder de cooptación, de chantaje y de censura. Pero al apreciar cómo nos temen, al apreciar cómo ocupan tanto tiempo y recursos en silenciar a las voces que no repiten el discurso hegemónico, uno tiene que tomar dimensión de que nuestras humildes y queridas trincheras comunicacionales son, en gran parte, lo que separa a la oligarquía financiera internacional de su objetivo mayor”.
“Imperio”…esa palabra, ¿quiénes son para usted los imperios?
- Podemos hablar de los Estados Unidos, de Gran Bretaña, de “Israel” o de los grandes conglomerados o "fondos de inversión" sin Patria ni Dios que hoy son más poderosos que los mismos estados.
¿Y si decimos “América Latina”?
- Nuestra América es la casa común que nos obliga a acelerar los procesos de integración y hermandad para hacernos respetar ante el mundo y ser esa gran comunidad próspera que podemos y debemos ser.