Zimbabwe: Fulgor cultural bantú
Su propio nombre, Zimbabwe (casa de piedra en lengua shona) es una invitación a admirar el desempeño artístico y cultural en general de un país, donde mito, magia y realidad crean a cada paso ambientes de belleza.

Además de inigualables construcciones como el Gran Zimbabwe, símbolo de una arquitectura creativa de los pueblos bantú, cuyas migraciones se extendieron desde África occidental hacia el este y el sur del continente, el país es cultor de la danza, la música y la tradición oral, y otras expresiones enaltecidas en su patrimonio.
Al guijarro tratado por artesanos-dignos maestros- se unen las leyendas asociadas a mitos como la del Nyami-Nyami, de la comunidad tonga, y los movimientos de la danza Mbende/Jerusarema, popular entre los Zezuru-Shona.
GRAN ZIMBABWE

El Gran Zimbabwe, una construcción (o complejo) erigida por integrantes del tronco lingüístico bantú entre 1100 y 1450, fue capital de un gran reino subsahariano que se extendía por el este de Zimbabue y los actuales Botswana, Mozambique y Sudáfrica, y cuya hidalguía y simetría es un sitio que trascendió al siglo XII. La monumental ciudadela pétrea, cuyas ruinas resultaron inscritas en 1986 en el Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, las Ciencias y la Cultura (Unesco) está situada a unos 39 kilómetros de sudoriental de Masvingo, a una altitud de 1140 metros.
Esa edificación fue modelo exacto de avanzada arquitectura, cuya perfección se exhibe en la actualidad en sus extensos muros y pabellones, donde sobresalen los engarces de piedras rectangulares sin argamasa alguna, para asombro de arqueólogos.
EL NYAMI NYAMI

La tradición oral tiene un espacio significativo en el acervo bantú, y en el caso zimbabwense, es de destacar la mitología vinculada con las naturaleza como es el relato del pueblo tonga, de la comunidad lingüística shona, sobre la vida en el lago Kariba, donde durante la época colonia se construyó una represa.
Según los habitantes del lugar, al separar las aguas también se separó al "señor" de estas, el Nyami Nyami, de su pareja, a la que aún con tristeza busca y por lo cual el correspondiente afluente del rió Zambezi, del que depende la población dejó de poseer riquezas vitales para ella.
ARTE DANZARIO
En 2008 la Unesco incluyó en su Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad a la danza Mbende/Jerusarema practicada popularmente por la población de Zezuru Shona, en el este del país, mayormente en los distritos de Murewa y de Uzumba-Maramba-Pfungwe.
Esa danza se caracteriza por movimientos acrobáticos y sensuales de mujeres y hombres, acompañados por una percusión polirrítmica, y mientras ellos golpean con listones de madera tambores, ellas baten palmas, cantan y tocan silbatos.
El Mbende/Jerusarema no requiere el seguimiento de complejos de pasos, ni un gran conjunto de percusionistas. La música es interpretada por uno solo y durante su ejecución la danza, los hombres se acuclillan varias veces sacudiendo los brazos y golpeando vigorosamente la tierra con la pierna derecha. Según la tradición, esta antigua danza de la fertilidad se llamaba Mbende, (topo en lengua shona), un animal considerado símbolo de la fertilidad, la sexualidad y la familia, pero los misioneros cristianos que la rechazaban impulsaron a cambiar su nombre por el de Jerusarema, una versión de Jerusalén.
UNIVERSALIDAD

Las artes tradicionales de Zimbabwe son múltiples y diversas, incluyen la alfarería, la talla en madera y piedra, la cestería, la confección textil y la joyería, entren otras, y en todos los manuales y guías se hace referencia a que un tema recurrente es la metamorfosis de los humanos en bestias.
Aunque la escultura de la comunidad shona, mayoritaria en el país, mantiene sus contenidos originales también se ha fusionado -a partir de las tradiciones africanas bantú- con las influencias y corrientes europeas, lo cual le amplía la perspectiva hacia los conceptos de universalidad.
Así se llega a la conclusión de que la riqueza cultural en Zimbabwe es sobresaliente no sólo entre los pueblos de origen bantú, sino que trascienden los límites y otro ejemplo de ello es lo que ocurre con la música, un elemento importante en la tradición cultural del país.
"Los cantos en grupo son una constante en actividades tan diversas como la batalla con la tribu vecina o la recogida de la cosecha. Además, las historias y leyendas, de tradición oral, van puntuadas por coros en los que la audiencia participa activamente", destaca el mundoviajes.com, para sensibilizar a turistas con el patrimonio zimbabwense.
Entre los instrumentos musicales autóctonos, hay que destacar el marimba, o xilófono, con cuyas teclas se consigue una resonancia considerada óptima, así como el mbira, una tabla de madera en la cual se montan 24 teclas de hierro que se hacen sonar con los pulgares.
El mbira es uno de los útiles principales para los intérpretes en Zimbabwe; se identifica como un piano de mano sagrado usado durante más de mil años por los shonas, y entre quienes se comprueba que la música, como extensión de la cultura, el folklore, la sabiduría y espiritualidad están íntimamente vinculados con tal instrumento.