Secretos sirios en la catedral Notre-Dame de París
Un año después del incendio de Notre-Dame de París, ese magnífico monumento -que representa uno de los mejores ejemplos de arquitectura gótica con piezas increíbles de vidrieras-, intriga a escritores y especialistas de Oriente Medio por su belleza y el secreto de la presencia siria en esta obra.
Diana Darke con su libro “Stealing from the Saracens”, revela los orígenes sirios en las vidrieras, las rosetas y la flor de lis, de Notre-Dame de París.
Vidrieras y rosetas
Desde el principio de la Edad Media, Europa importa del Oriente las materias primas necesarias para la fabricación del vidrio y de las vidrieras de sus catedrales. Primero de Egipto, como lo hicieron sus antepasados los romanos y los bizantinos, para pasar a Siria después, al darse cuenta de la superioridad en la cualidad de las materías primas de las cenizas vegetales llamadas “las cenizas de salicornia”.
De vidrieras clásicas empiezan a desarrollarse las maravillosas rosetas, inspiradas del arte árabe como uno puede verlo en la Cúpula de Roca de Jerusalén.
Este elemento esencial y fundamental en la arquitectura islámica del siglo VII destaca un nuevo enfoque religioso introduciendo las shamsiyyat (en relación con los rayos del sol) y las qamariyyat (en relación con la luz de la luna) que reflejan la imagen solar y lunar sobre las ventanas.
Un elemento imitado más tarde en las catedrales góticas europeas, introduciendo así un estilo radiante para dar a los creyentes la sensación de entrar en un magnifico joyero envuelto de luz.
¡Un poco de alquimia!
Para llegar a estas rosetas y conocer el secreto de estas cenizas, se necesita un poco de química, de kimya. Esta misma palabra de origen árabe que subraya el avance que tenía Oriente Medio en este período, y precisamente Siria, hogar de la ciencia experimental avanzada.
Se usan primero las cenizas de vegetales para fabricar las vidrieras clásicas. Se constituyen a partir de una planta que se llama ashnaan añadida al silicio y a los guijarros triturados del rio Éufrates, en Siria, y más precisamente en Raqqa que era el motor de la industria de vidrio sirio del siglo IX hasta XIV. Luego, se añaden otros productos químicos para tener las rosetas. Por ejemplo, el cobalto para el azul, el óxido de cúprico para aguamarina.
La flor de lis
No solo estas vidrieras venían del Oriente. Los Reyes de Francia coronados en la catedral Notre-Dame tenían también otras inspiraciones y el mejor ejemplo es esta flor descubierta en las llanuras sirias por los cruzados, la flor de lis.
Su escudo heráldico que refleja fuerza y majestuosidad, utilizado desde el siglo XII por los Ayubidas va a ser el símbolo de la nación y de la realeza francesa. Así el Rey Enrique VI, Rey de Inglaterra, Señor de Irlanda y Rey rival de Francia, fue coronado en 1431 en la catedral Notre-Dame de Paris en un fondo decorado de flor de lis.
¡Cuantos secretos que todavía quedan que explorar en este estupendo monumento!
Pero, por el momento, lo más importante es poder quitar el plomo tóxico que sigue existiendo desde el incendio en las vidrieras, sin dañar los colores. Y al pensarlo bien ¿Por qué no se utiliza estas mismas cenizas de ashnaan que sirvieron de antaño para fabricarlas, para limpiarlas ahora? Estas famosas cenizas conocidas también por sus propiedades purificadoras desde siglos y siglos.