El eterno José Sacristán
Tiene 84 años y regala frases inteligentes llenas de humor sardónico: se llama José Sacristán y es hoy uno de los monstruos sagrados de la actuación en España.
Premio Nacional de Cine 2021, que recibió hace cuatro meses, José Sacristán estará también con los reflectores de los Goya el 12 de febrero en Valencia, donde será distinguido con un lauro de honor a su colosal trayectoria de más de un centenar de películas.
Culto, con pleno dominio de la historia de su país en sus casi siete décadas de carrera, se identifica plenamente con las izquierdas, aunque confiesa que está bastante decepcionado de la política.
En un encuentro con periodistas en la sede de la Academia de Cine de España, no se guardó ningún secreto, mostró una sencillez admirable y reconoció que le gustan los premios, a propósito de dos grandes lauros recientes que adornan su carrera.
"Pobre de aquel que entienda que lo sabe todo, esto es un aprendizaje permanente, hay quien se ha muerto de viejo haciéndolo igual de mal que el primer día", comentó Sacristán al elaborar ideas en torno a la conexión con las nuevas generaciones y tecnologías.
Al final pueden haber cambiado las técnicas, pero el arte de actuar es el mismo, si bien “a veces te cabrees”, matizó y puso como ejemplo un poco en broma su relación con el director Javier Rebollo, con quien rodó El muerto y ser feliz en 2012, por la cual obtuvo su primer Premio Goya.
Lo primero es antes, una frase que atribuye a un tío de Chinchón, su pueblo natal en la región de Madrid, al subrayar a Prensa Latina que se debe tener el oído abierto y la mente amplia en una suerte de retroalimentación entre distintas generaciones.
Con registros variopintos, capaces de transitar desde la fina ironía llena de humor incisivo hasta el drama más profundo, dejó en claro que abandonar la actuación no está en sus planes: “retirada no, antes monja”.
El presidente de la Academia española de Cine, Mariano Barroso, destacó que Sacristán merece el Goya honorífico "por ser un modelo de entrega, de pasión, de ética y de profesionalidad (…), el rostro y la voz del cine español de las últimas seis décadas y por representarnos de modo único en tantos títulos que forman parte de nuestra memoria".
Ante tantas alabanzas, que incluyen un elegante spot de televisión como un hombre que sale a vender cine por las casas o su papel en teatro en la obra de Miguel Delibes Señora de rojo sobre fondo gris, respondió: "No hay nada mejor que un reconocimiento así te pille trabajando, la continuidad en el trabajo es la mayor medida del éxito en un país como este".
Un hombre llamado Flor de Otoño, de Pedro Olea, La colmena, de Mario Camus y El pájaro de la felicidad, de Pilar Miró, descuellan en su filmografía, como igualmente sus títulos en Argentina, uno de ellos con Adolfo Aristaraín, Un lugar en el mundo (1992).
"Cuando vuelvo la vista atrás me reconozco en el camino recorrido, alguno puede opinar que si una película era una cosa u otra, pero todas forman parte de mi vida y estuvieron ahí para ayudarme a vivir y a alimentar la ilusión de ser actor (…)”, reflexionó antes de deslizar otra frase emblemática: “Hay películas para verlas reclinadas y otras de rodilla”.