¿Cuál es el objetivo de Estados Unidos en la guerra de Ucrania?
De acuerdo con Daniel Davis, experto estadounidense en materia de Defensa, al igual que con la mayoría de las otras acciones de Estados Unidos y Europa relacionadas con el operativo militar de Rusia en Ucrania, el anuncio del límite fue grande en la floritura retórica, pero escaso en cualquier evidencia de un objetivo estratégico coherente.
En un reciente artículo publicado en el sitio digital 19FortyFive.com, su autor Daniel Davis, experto estadounidense en materia de Defensa, se pregunta: ¿Tiene Estados Unidos un objetivo o una estrategia para Ucrania?
La pasada semana, la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, anunció que el G7 había acordado imponer un régimen de precios máximos al petróleo ruso. Al igual que con la mayoría de las otras acciones de Estados Unidos y Europa relacionadas con la operación militar rusa en Ucrania, el anuncio del límite fue grande en la floritura retórica, pero escaso en cualquier evidencia de un objetivo estratégico coherente.
Según Davis, la intención del tope es fijar un precio global justo por encima del coste marginal de Rusia, de modo que Moscú no obtenga beneficios con la venta de petróleo, pero lo suficientemente alto como para que Rusia no deje de producir por completo.
Como es conocido, la demanda mundial actual no puede satisfacerse sin los casi nueve millones de barriles de petróleo diarios que aporta Rusia, “y si Putin dejara de producir repentinamente, el choque de oferta resultante podría hacer subir el precio del petróleo hasta la estratosfera”, señaló el analista.
El objetivo del tope, según Yellen, sería "asestar un duro golpe a las finanzas rusas, dificultar su capacidad en la guerra y acelerar el deterioro económico”.
En opinión de Davis, queda por ver si el G7 puede hacer realidad su aspiración y desarrollar e implementar realmente un plan de limitación de precios a nivel mundial. Pero, alertó, junto con otras acciones patrocinadas o respaldadas por el gobierno de Estados Unidos, no está nada claro cuál es el estado final que Washington espera obtener.
El pasdo 7 de febrero, unas tres semanas antes de la operación militar rusa en Ucrania, el presidente Biden amenazó con "imponer las sanciones más severas que jamás se hayan impuesto" si Rusia atacaba. Cuatro días más tarde, el asesor de seguridad nacional Jake Sullivan explicó que el presidente Biden "cree que las sanciones están destinadas a disuadir y para ello tienen que establecerse de manera que, si Putin se mueve, entonces se imponen los costes".
Sin embargo, apunta Davis, después que las amenazas de sanciones no lograran disuadir a Putin, Biden ajustó el razonamiento al afirmar que, de hecho, "nadie esperaba que las sanciones impidieran que ocurriera nada".
Lo cierto es, subraya el experto, que las sanciones estaban diseñadas para mostrar la "resolución" occidental, que, con el tiempo, "le impondrá costes significativos a Putin".
Pero la falta de enfoque de la Administración Biden no se detuvo ahí, por desgracia, sostiene Davis. A finales de abril, los Secretarios de Defensa y de Estado, Lloyd Austin y Antony Blinken, viajaron a Kiev para reunirse con el Presidente ucraniano Volodymyr Zelensky con el fin de explorar las formas en que Estados Unidos podría ayudar al ejército de Ucrania. Tras la reunión, Austin dijo que Estados Unidos quería que Ucrania siguiera siendo un "país soberano", y que Estados Unidos quiere "ver a Rusia debilitada hasta el punto de que no pueda hacer el tipo de cosas que ha hecho en su operación militar en Ucrania.
A juicio de Davis, hasta la fecha, ninguno de los principales líderes estadounidenses ha dicho cómo se espera que el apoyo de Washington a Kiev logre los resultados buscados.
“Nadie ha articulado qué aspecto tiene una Rusia "debilitada" ni cómo sabremos cuándo se ha alcanzado ese nivel, ni siquiera por qué debilitar a Rusia es un interés vital para Estados Unidos que merece la pena correr enormes riesgos”, dijo.
Davis también subraya que, incluso antes de que comenzara la guerra, Estados Unidos no ha tenido una visión del estado final que desea producir.
“Si el objetivo de Biden antes del 24 de febrero era realmente disuadir a Rusia de lanzar una guerra, debería haber quedado claro, más allá de toda duda razonable, que una amenaza de sanciones por sí sola no habría sido suficiente para convencer a Putin de no llevar a cabo el operativo militar”, señala el experto.
En su opinión, Washington habría tenido que comprometerse agresivamente en el plano diplomático tanto con Kiev como con Moscú para utilizar todo el peso del poder de Estados Unidos y encontrar una vía para evitar la guerra.
“Todavía, hoy, no hay pruebas de que Estados Unidos haya hecho ningún esfuerzo diplomático serio para evitar la guerra. Sin un objetivo claramente articulado, no había nada que guiara a los distintos departamentos de la Administración sobre cómo lograr el resultado deseado. El resultado era previsible: un fracaso político”, concluyó.