El narcisismo hace perder a Trump la oportunidad de su vida
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, perdió la oportunidad de su vida y convertirse en un estadista de marca mayor por sus evidentes muestras de narcisismo, según un artículo del periódico The New York Times.
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El narcisismo del presidente Trump pone en peligro no solo las instituciones, sino también las vidas.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, perdió la oportunidad de su vida y convertirse en un estadista de marca mayor por sus evidentes muestras de narcisismo, según un artículo del periódico The New York Times.
Esa característica de su personalidad, ya de por sí peligrosa en tiempos normales, ahora lo es mucho más porque la nación norteña y el mundo están en medio de la pandemia de la Covid-19 que amenaza con cambiar el actual orden global.
Y esa patología del presidente pone en peligro no solo las instituciones, sino también las vidas.
La publicación asegura que los narcisistas deliran con una grandeza tan alta como los rascacielos a la hora autovalorarse. Exageran sus logros, se centran obsesivamente en proyectar poder y desean ganar a como dé lugar.
Trump dice que Estados Unidos dispone de una gran cantidad de pruebas para examinar a los presuntos infectados (del virus), cuando en realidad no las tiene.
Debajo de esa supuesta grandiosidad, los narcisistas ocultan una extrema fragilidad, en tanto que sus egos son tan delicados como la espuma; viven aterrorizados de ser eclipsados y no resisten la más mínima crítica.
De tal manera que nunca desean personalidades fuertes o mejores a su lado, por el contrario, les gusta rodearse de aduladores. Solo hay dos excepciones con Trump, los doctores Anthony Fauci y Deborah Birx.
Pero el resto, según el diario neoyorkino, no ofrecerá oposición alguna a las opiniones del presidente.
Ante una histórica crisis de salud pública, el magnate republicano pudo concentrar a su alrededor una compañía de expertos de primera clase en preparación para desastres. En cambio, le dio el trabajo a su yerno, Jared Kushner, pese a disponer de la posibilidad de reunir un equipo de economistas ganadores del Premio Nobel o secretarios del Tesoro anteriores.
Otra característica de los narcisistas consiste en crear conflictos y sembrar divisiones como fórmula de desestabilización para mantenerlos bajo control.
Y aquí va otra de Trump, trata de enfrentar gobernadores estaduales contra el gobierno federal por la obtención de recursos preciosos, en lugar de coordinar una respuesta nacional.
“Es como estar en regateos en eBay”, se quejó el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo.
Su Casa Blanca es un pequeño palacio de centros de poder en competencia; se dedica a pelear con funcionarios demócratas y miembros de la prensa, cuando todo el público anhela consuelo, pero esto último nunca lo ofrecerá porque tal tipo de personalidad no puede comprender las necesidades de otros corazones.
En todo caso, Trump enaltece a quienes lo elogian y castiga a los que defienden posiciones diferentes.
“Si no te tratan bien, no me llames”, le dijo al vicepresidente Mike Pence.
Y lo más relevante, en lo que respecta a la historia, resume The New York Times, las personalidades narcisistas son débiles; Trump realmente tiene miedo de liderar.
La gestión de crisis para Trump se anexa a su sintomatología, a medida que los estadounidenses mueren, eso no importa, se jacta de ser el número 1 en Facebook, lo que no está lejos de ser cierto.
Todos los ojos están puestos en él, con una audiencia cautiva en la que ve hecha realidad el sueño de un adicto a la atención.
Es solo que él, como todas las personalidades narcisistas, carece de visión para intuir cuán vergonzosa y deplorable quedarán plasmadas sus acciones en la historia.