Acusado de asesinato expolicía que mató al afroamericano Rayshard Brooks en Atlanta
El segundo agente involucrado se enfrenta a tres cargos de delitos menores y testificó en el caso.
Paul Howard, fiscal de distrito en el condado de Fulton, Georgia, acusó el miércoles al ahora expolicía de Atlanta que la semana pasada disparó y mató al afroamericano Rayshard Brooks, de 27 años, de 11 cargos, incluido el de asesinato agravado, que puede implicar cadena perpetua sin libertad condicional.
El otro agente involucrado, que colabora como testigo, ha sido acusado de tres delitos menores. Los vídeos de esta nueva muerte a manos de un policía blanco en la ciudad conocida como “la meca negra” han inflamado la mayor ola de protestas raciales en medio siglo en Estados Unidos, desatada tras la muerte, el 25 de mayo en Minneapolis, del también afroamericano George Floyd.
El suceso en Georgia ocurrió el pasado viernes, después de que dos agentes intentaron detener a Brooks, quien dormía en su coche bloqueando el acceso a la fila para encargar la comida para llevar de un restaurante Wendy’s.
Tras colaborar y responder a las preguntas de dos policías durante 41 minutos y 17 segundos, según detalló el fiscal Howard, los agentes intentaron detener a Brooks, sin mencionarle el motivo del arresto, una exigencia del Departamento de la Policía de Atlanta. Según la Oficina de Investigaciones de Georgia, el afroamericano estaba borracho.
Los vídeos de las cámaras de vigilancia del restaurante y los de los testigos presentes que se han difundido desde el pasado viernes muestran cómo el joven forcejeó con los agentes cuando estos intentaron detenerlo.
Brooks le quitó una pistola de descargas eléctricas a uno de los policías y logró escapar. Cuando el exagente Garrett Rolfe lo perseguía, el joven se volteó y disparó en su dirección con el arma de descargas eléctricas que había sustraído, pero hacia arriba, y volvió a dar la espalda al agente. El policía respondió disparándole tres veces hasta dejarlo tirado en el estacionamiento del local.
Durante dos minutos y 12 segundos, mientras Brooks agonizaba en el suelo, no recibió asistencia médica. El fiscal detalló que durante ese tiempo Rofle lo pateó y el otro policía, Devin Brosnan, le pisó en el hombro. Brosnan, relegado a tareas administrativas, ha sido acusado de agresión con agravantes y otros dos delitos, pero está cooperando con los fiscales y testificará, según el fiscal, quien agregó que era la primera vez en 40 casos de este tipo en el que un agente acepta hacer esto. La autopsia concluyó que la muerte de Brooks fue producto de un homicidio por dos disparos en la espalda. Lo declararon muerto en el hospital tras una cirugía.
“En ningún momento el señor Brooks representó una amenaza para los policías”, explicó el fiscal al dar a conocer los cargos. Antes que los anunciase, los abogados de Rolfe emitieron un comunicado en el que afirmaban que el exagente teme por su seguridad y los de su alrededor y defendieron que sí se justificó que le disparara. “Cuando el señor Brooks se volteó y apuntó con un objeto al policía Rolfe, cualquier agente habría creído razonablemente que tenía la intención de desarmarlo, deshabilitarlo o herirlo gravemente”, rezaba la carta.
En menos de 24 horas desde que transcurrió el suceso, la alcaldesa de la capital de Georgia, Keisha Lance Bottoms, dijo que no creía que el tiroteo tuviese justificación, lo que desencadenó el despido de Rolfe y la renuncia de la jefa de policía de Atlanta, Erika Shields. Las protestas cobraron mayor fuerza en Georgia y los manifestantes quemaron el restaurante de comida rápida donde murió Brooks.