Gobierno de EEUU molesto ante sanciones aprobadas por China
En reiteradas ocasiones, las autoridades chinas denunciaron la politización del tema Xinjiang en Occidente y aseguraron que los programas aplicados allí buscan frenar el terrorismo, el separatismo y la radicalización.
El secretario norteamericano de Estado, Antony Blinken, reaccionó molesto ante las sanciones aprobadas por China contra altas figuras e instituciones de su país y Canadá en reciprocidad a las adoptadas por esas potencias, ante supuestos abusos en Xinjiang (noroeste).
Según Blinken las medidas son infundadas y dijo que eso solo contribuye a un creciente escrutinio internacional de lo que, a juicio de Washington, es un "genocidio y los crímenes de lesa humanidad que tienen lugar actualmente en Xinjiang".
De acuerdo con Beijing, esos funcionarios y familiares tienen prohibido la entrada a la parte continental del país, a Hong Kong y Macao, y ninguna empresa o entidad afiliada a ellos podrá hacer negocios en China.
Las medidas afectarán a Gayle Manchin y Tony Perkins (presidente y vicepresidente de una comisión estadounidense sobre libertades religiosas), el parlamentario canadiense Michael Chong y una comisión de la Cámara Baja de Ottawa.
El Ministerio de Releciones Exteriores de la nación asiática rechazó las sanciones de ambas potencias, aseveró que se basan en mentiras y desinformación, pero además distorsionan los hechos y constituyen una muestra de injerencia en asuntos internos de China.
Advirtió, además, que se reserva el derecho a proceder con más contramedidas en defensa de la soberanía nacional.
El lunes pasado Reino Unido, la Unión Europea, Canadá y Estados Unidos anunciaron de manera simultánea medidas punitivas contra individuos e instituciones del país asiático bajo el argumento de la presunta violación de los derechos humanos a las minorías étnicas de la región autónoma uigur de Xinjiang.
Beijing reciprocó antes las acciones del bloque comunitario y de Londres, rechazó las acusaciones y reiteró que no admitirá chantajes ni injerencia en un tema de índole interna.
En ese contexto, marcas de ropa como la sueca H&M, las estadounidenses Gap, Nike y New Balance; la alemana Adidas; la británica Burberry y la japonesa Uniqlo enfrentan una fuerte controversia en China porque dejaron de adquirir algodón procedente de Xinjiang por el supuesto uso de trabajo forzoso.
El escándalo se agravó con un llamado a boicotear los productos de esas empresas, la desaparición de sus ofertas de sitios del comercio electrónico aquí (Tmall, Jingdong y Pingduoduo), más la ruptura de contratos de publicidad con una treintena de celebridades locales y equipos de fútbol.
En reiteradas ocasiones, las autoridades chinas denunciaron la politización del tema Xinjiang en Occidente y aseguraron que los programas aplicados allí buscan frenar el terrorismo, el separatismo y la radicalización.
La declaración de Blinken se produjo después de que el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, se pronunciara sobre este tema.