Turquía y su realineamiento geopolítico por la crisis de Ucrania
Turquía también se vería muy afectada por las sanciones económicas de Estados Unidos contra Rusia, que limitarían el suministro de gas y bienes importados y tendrían un efecto dominó en el comercio y el turismo.
Turquía se enfrenta a graves repercusiones si se produce una invasión a Ucrania o si ocurre una toma de posesión del gobierno en Kiev; aunque Ankara también ve la oportunidad de reclamar un papel como mediador en un ajuste de cuentas más amplio sobre la forma del orden global posterior a la Guerra Fría.
Para Turquía, la crisis actual es la última encarnación de una rivalidad histórica entre Washington y Moscú en la que Ankara se encuentra atrapada a regañadientes. Desde su adhesión a la OTAN en 1952, la supervivencia de Turquía se ha basado en un delicado acto de equilibrio entre sus aliados occidentales y Rusia.
El 3 de febrero, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, trató de tranquilizar a la OTAN durante su visita a Kiev, firmando acuerdos de defensa con Ucrania, pero la acumulación militar a lo largo de la frontera pone a prueba las opciones de Turquía a una nueva magnitud.
Turquía está obligada por los compromisos de la OTAN con Ucrania y una declaración conjunta emitida en abril de 2021 expresando su apoyo a la integridad territorial de Ucrania dentro de sus fronteras internacionalmente reconocidas. De acuerdo con esto, Turquía no reconoce la anexión de Crimea por parte de Rusia.
Una invasión total de Ucrania desestabilizaría los intereses de Turquía en el Mar Negro, pondría en peligro el flujo de suministros de energía rusos de los que Turquía depende en gran medida y podría descarrilar las políticas de seguridad y defensa de Turquía en el norte de Siria, que dependen de la aprobación tácita de Rusia.
Turquía también se vería muy afectada por las sanciones económicas de Estados Unidos contra Rusia, que limitarían el suministro de gas y bienes importados y tendrían un efecto dominó en el comercio y el turismo.
Más allá de la larga lista de riesgos materiales inherentes a la escalada militar, Ankara ve la crisis de Ucrania como parte de un ajuste de cuentas más amplio sobre la forma del orden mundial posterior a la Guerra Fría y se está preparando para un enfrentamiento que podría tardar años en resolverse. Esto se corresponde con los llamados de larga data de Erdogan para la recalibración geopolítica entre Occidente y "el resto", incluida una revisión importante del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, capturada por el manifiesto de que "el mundo es más grande que cinco". La razón central es que el orden actual no solo no refleja ni representa los intereses del Sur Global, sino que es moralmente injustificable defenderlo. El portavoz de Erdogan, Ibrahim Kalin, subrayó esto el 19 de enero y dijo que "no se trata simplemente de Ucrania". En cambio, lo caracterizó como un fracaso del orden mundial en los últimos 30 años para producir un equilibrio geopolítico que ofrezca un grado de "estabilidad, previsibilidad y transparencia a lo que sucede a escala global'.
La crisis en curso brinda una oportunidad para que Turquía se inserte en un conflicto de múltiples lados y de alto riesgo, que Ankara ve como una oportunidad para realinear su influencia a nivel regional.
Con la economía turca derrumbándose bajo una inflación vertiginosa y una moneda debilitada, que perdió alrededor del 40% de su valor el año pasado, Turquía necesita una "victoria" en casa.
Turquía ve a la OTAN dividida y podría aprovechar las grietas dentro de la Alianza sobre cómo manejar la agresión rusa. Los medios turcos describieron la reunión del presidente francés Emmanuel Macron con Putin el 7 de febrero como una vergüenza, afirmando que Macron regresó a casa con las manos vacías (lo que no sorprende dado el hostil intercambio personal entre Macron y Erdogan en el pasado). Mientras tanto, Alemania ha sido acusada de debilidad frente a la agresión rusa contra Ucrania, centrándose en cambio en salvaguardar el proyecto Nord Stream
Asimismo, al ofrecer mediar entre Rusia y Ucrania, Ankara busca restaurar parte de su deteriorada credibilidad internacional. Su antigua política de "cero problemas con los vecinos" ha desaparecido desde la Primavera Árabe, pero la idea de que Turquía puede asumir el papel de pacificador en la región es un deseo persistente, y esto significa equilibrar actores, intereses y oportunidades en conflicto.
Sin embargo, Turquía no puede mediar de manera realista entre los EE. UU. y Rusia para producir un beneficio mutuo para ambas partes o venderles a las partes un compromiso viable. Turquía carece de influencia real para inclinar la balanza del poder.
El presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, está influenciado en última instancia por la administración de Joe Biden y los socios europeos, y es poco probable que Washington ofrezca un papel importante a Turquía en la gestión del conflicto.
Al alinearse más firmemente con la OTAN, Turquía quiere volver a comprometerse con Occidente y avanzar en una política de distensión, pasos que se consideran como una elevación de su rango en el orden internacional. En 2021, Turquía firmó propuestas conciliatorias para mejorar los lazos con Egipto, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos. La noticia de que el presidente de “Israel”, Isaac Herzog, visitará Turquía en marzo encaja con este cambio reciente, una medida que cuenta con el apoyo de Washington.
La respuesta de Turquía a la crisis de Ucrania está estrechamente entrelazada con sus intereses en otros escenarios de conflicto y cómo se posiciona en un realineamiento geopolítico. Turquía se enfrentará a opciones económicas, diplomáticas y estratégicas que disminuyen rápidamente en caso de conflicto militar.