El regreso de Siria a la Liga Árabe: un desafío a Estados Unidos
Washington ve con disgusto el reingreso sirio al grupo y la pérdida de su influencia en la zona donde ya no se escuchan mucho sus mandatos.
El regreso de Siria a la Liga Árabe es un desafío a Estados Unidos y a la vez un gran acontecimiento, según valoró el exdiplomático y analista de la India, M. K. BHADRAKUMAR, país que junto a China y Rusia desempeñan un papel esencial en los asuntos de la convulsa región del Medio Oriente.
El especialista hizo una valoración sobre la importancia de la acción ocurrida en la reunión de emergencia de los ministros de Asuntos Exteriores de la Liga Árabe el 7 de mayo en El Cairo, Egipto, donde acordaron readmitir a la nación levantina.
Cuando una mera subtrama adquiere de la noche a la mañana morada y nombre, se vuelve más fascinante que la propia trama principal, y el regreso de Siria al grupo tras una década de exclusión puede considerarse una del acercamiento entre Arabia Saudita e Irán propiciado por China. Pero ni el gigante asiático ni la República Islámica forman parte del proceso en sí, aseveró el experto.
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El retorno de Damasco al sitio que históricamente le corresponde fue un proyecto dirigido por Riad en estrecha consulta y coordinación con los sirios, e hicieron caso omiso a las murmuraciones de algunos Estados árabes y en desafío claro a la férrea oposición de Washington.
Lo fascinante de la decisión adoptada es que ocurre en un momento muy oportuno. En efecto, se cumple el 80 aniversario de la creación en 1943 del Partido Baaz en Damasco, el cual propugnaba una ideología de intereses nacionalistas árabes y antiimperialistas reaparecidos últimamente en la geopolítica de Asia Occidental, apuntó el exdiplomático indio.
BHADRAKUMAR explicó que Siria tiene una tradición de autonomía estratégica. Durante la última década se dedicó a luchar con la ayuda de Rusia e Irán contra el proyecto de cambio de régimen patrocinado por Estados Unidos, y mientras más se estabilice, su autonomía estratégica será cada vez más evidente.
La nación levantina posee capacidad de ingenio y perspicacia diplomática para crearse un espacio de maniobra, la geopolítica pasa a un segundo plano y Al Assad da prioridad a la estabilización y reconstrucción de la economía, la cual requiere de la cooperación regional, estimó BHADRAKUMAR.
La reciente visita del presidente de Irán, Ebrahim Raisi a Siria da fe de la "diplomacia blanda" de Teherán, esta destila pragmatismo, la cual por un lado dejó claro que pese al reciente acercamiento entre Damasco y los países árabes, los lazos sirio-iraníes siguen siendo fuertes, aseveró.
Incluso destacó el papel sirio en la resistencia a "Israel" al valorar la reunión de Raisi en la capital del país con altos cargos palestinos, incluidos dirigentes de Hamas y la Yihad Islámica, por otro lado, las negociaciones con los dirigentes sirios versaron en gran medida sobre cooperación económica, resumió el especialista.
Asimismo, valoró que la normalización con los vecinos árabes y Turquía cambiará las reglas del juego. Pero, mientras todo el mundo habla de la "readmisión de Siria en la familia árabe" como una concesión, Damasco reaccionó a la decisión de forma comedida.
En este escenario destacó que en una entrevista concedida a Al Mayadeen, Raisi declaró antes de su partida hacia Damasco que "Siria siempre ha estado en el eje de la resistencia... Apoyamos inequívocamente todos los frentes del eje de la resistencia, mi visita se inscribe en el marco de este apoyo, trabajamos para reforzar el frente de la resistencia, no vacilaremos en ello".
De hecho, la llegada del mandatario de la República Islámica coincidió con el aumento de los ataques de "Israel" contra instalaciones militares sirios, incluido el aeropuerto de Alepo.
Sin duda, Irán sigue siendo el principal aliado de Siria y la influencia en Damasco es fuerte, de manera que la considera como su territorio estratégico a través del cual puede establecer lazos con Líbano y enfrentarse a los israelíes.
En este escenario, valoró BHADRAKUMAR, lo que juega a favor de Siria es que la distensión entre Arabia Saudita e Irán se basa en la opinión común de ambos de que tienen que coexistir de una forma u otra, pues su enemistad y rivalidad resultó ser una propuesta "perder-perder" y no mejoró su posición regional.
Baste decir que el interés nacional resultante de su acercamiento prevalece sobre las rivalidades del pasado. Siria será el campo de pruebas donde las verdaderas intenciones y la conducta de cada uno se someterán a un minucioso escrutinio.
En este contexto, la parte positiva resultó que los sauditas comprendieran que el presidente Al Assad se encuentra firmemente en la silla de montar, tras haber capeado la guerra más devastadora desde la Segunda Guerra Mundial, y recomponer las relaciones con Damasco puede ser un "win-win" para Riad.
Concluyó el análisis explicando que la Administración Biden está enloquecida por los vientos de cambio que barren la región con la muerte definitiva de la Primavera Árabe en Siria para la agenda neoconservadora; la oleada de nacionalismo y la creciente resistencia a la hegemonía occidental que crean nuevas necesidades de panarabismo.
Además, los encantos ocultos de la multipolaridad; el ascenso de China; la crisis existencial de "Israel"; la dialéctica de tradición y modernidad en los Estados regionales en medio de las aspiraciones de las sociedades jóvenes, ponen una dura realidad para Washington.
Paradójicamente, el príncipe heredero saudita Mohammed bin Salman y Al Assad tienen hoy intereses comunes en muchos de estos frentes.