Destruyen en Honduras armas incautadas a pandilleros en las prisiones
Este es el inicio de todo el proceso para pacificar las cárceles, el cual durará todo el año y fue ordenado por la presidenta Xiomara Castro.
Las autoridades hondureñas destruyeron cientos de armas, incluyendo rifles, pistolas y revólveres decomisados en los últimos quince días a pandilleros en cinco de las principales cárceles del país.
En la sede de la Policía Militar de Orden Público (PMOP), al sur de Tegucigalpa, efectivos militares destrozaron el armamento en una máquina cortadora e hicieron explosionar 24 granadas y otros artefactos en agujeros en la tierra.
Según la PMOP lo incautado asciende a cerca de 40 fusiles AR-15, AK-47 y Uzi, entre otros, 222 pistolas y revólveres, unos 240 cargadores, 23 mil 860 proyectiles de diferentes calibres, sistemas de comunicación, televisores, equipos de sonido, juegos de video y dinero en efectivo, entre cientos de otros objetos prohibidos.
Todo ese arsenal entró en los penales a través de sobornos de los pandilleros a los guardias de las prisiones, aseguraron las autoridades.
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De acuerdo con el comandante de esa institución del orden, coronel Ramiro Fernando Muñoz, este es el inicio de todo el proceso para pacificar las cárceles, el cual durará todo el año.
La misión sigue las órdenes de la presidenta Xiomara Castro de desmontar estas escuelas del crimen desde donde se extorsionaba, secuestraba y asesinaban personas con solo una llamada, denunció por su parte el ministro de Defensa, José Manuel Zelaya.
Las operaciones empezaron el 26 de junio, una semana después de un violento enfrentamiento en una cárcel de mujeres en Tegucigalpa, donde reclusas de dos pandillas se batieron y provocaron la muerte de 46 detenidas durante los disturbios.
Posteriormente, Castro ordenó a la PMOP tomar el control de los 21 centros penales de la nacion centroamericana país.
En los últimos 20 años se registraron más de mil muertos en las cárceles de Honduras, según el estatal Comisionado de Derechos Humanos.
La peor tragedia ocurrió en Comayagua, centro del país, donde en un incendio murieron 362 personas en 2012.