Tropas de Estados Unidos perdieron equipos militares en Irak y Siria
El sitio web The Intercept accedió a documentación penal donde se demuestran vulnerabilidades de los enclaves militares en Medio Oriente, aunque Washington asegure su capacidad para proteger a sus fuerzas.
Estados Unidos no puede asegurar y proteger su equipo militar en Irak y Siria, ni tampoco sus tropas, cuestionó este domingo el sitio web The Intercept.
Tras revisar investigaciones militares y documentos de carácter penal, el sitio concluyó que había múltiples tipologías de armas y equipos sensibles, incluidos sistemas de lanzamiento de misiles guiados y drones, robados de bases estadounidenses en Irak.
Según alegó el alto mando militar, la misión principal de esas bases en Irak y Siria es luchar contra el grupo terrorista Daesh, pero los expertos afirman que Washington las utiliza para monitorear los movimientos de Irán.
Días después del inicio de la epopeya palestina nombrada Diluvio de Al-Aqsa, la resistencia iraquí comenzó sus acciones contra las bases estadounidenses en su país y Siria, en respuesta a la continua agresión israelí contra la Franja de Gaza con apoyo de Washington.
El secretario de Defensa norteamericano, Lloyd Austin, comentó sobre esos ataques: “El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, no tiene mayor prioridad que la seguridad del personal estadounidense”.
Pero los documentos de investigación penal, obtenidos por The Intercept a través de la Ley de Libertad de Información, demostraron que Estados Unidos ni siquiera puede asegurar su equipo, mucho menos proteger sus fuerzas.
Los detalles sobre los artículos robados nunca fueron publicados. Por ejemplo, en febrero de 2022, se notificó a los investigadores militares el robo de 13 drones, por un valor aproximado de 162 mil 500 dólares, de una instalación estadounidense en Erbil, Irak.
Otra indagación reveló que numerosas armas y equipos sensibles, incluidas unidades de observación y lanzadores de cohetes Javelin, fueron robados de la Base de Operaciones Avanzada Unión III, en Bagdad, con pérdidas estimadas para el gobierno estadounidense en unos 480 mil dólares.
Los investigadores desestimaron un posible trabajo interno y señalaron a residentes locales como posibles sospechosos en su expediente de robo.