Murió Jean-Marie Le Pen, político de extrema derecha de Francia
Desde hace décadas, exhumó el nacionalismo del pasado imperial de Francia y lo llevó a su máxima expresión.
Murió Jean-Marie Le Pen a los 96 años, el hombre que fundó en 1972 el partido político de extrema derecha Frente Nacional (FN) y lo presidió hasta 2011.
Hoy el movimiento perdura bajo el nombre de Agrupamiento Nacional (RN), bajo el liderazgo de su hija Marine Le Pen.
Falleció el hombre que hace tres meses participó en una red de promoción de la música neonazi. El que recordaba las cámaras de gas del Holocausto como "un detalle de la historia".
La violencia verbal o física estuvo omnipresente en la trayectoria de quien la consideraba una herramienta legítima para imponerse, impresionar o vengarse de sus adversarios.
Nacido en 1928 en La Trinité-sur-Mer (Bretaña), Le Pen se presentaba como hijo del pueblo, heredero de tradiciones populares y oficios rudos.
Hizo de Argelia un asunto personal y allí participó en actos de tortura contra los nacidos en esta tierra, según informes policiales.
A partir de la década de 1970, exhumó el nacionalismo del pasado imperial de Francia y lo llevó a su máxima expresión.
El diputado escogió a Juana de Arco como la santa patrona de su partido, y odió a los extranjeros, a los judíos, a las élites, a la izquierda, pero también de la integración europea.
Con el FN (ahora RN), se presentó cinco veces al Elíseo (palacio de gobierno), y alcanzó la segunda vuelta en las elecciones presidenciales del 2002, aunque perdió frente a Jacques Chirac.
En más de medio siglo de actividad política, las declaraciones racistas y negacionistas le acarrearon varias condenas judiciales.
Quiso demostrar que era el gran hombre de la extrema derecha —de todas las extremas derechas—. Así abrió las puertas a un museo del horror ideológico con las piezas más caras de la estulticia y la degradación humana.
Su hija participó en tres ocasiones en las elecciones y convirtió el partido en una de las principales fuerzas políticas del país.
En sus campañas, la descendiente defendió la libre circulación del capital, las privatizaciones, el desmantelamiento de los derechos sociales, la reducción de los gastos en educación y salud, la represión a la clase obrera, el conservadurismo cultural, el machismo, la xenofobia, la vigilancia y el control permanente de los individuos.
Sus seguidores aprendieron a adorar la irracionalidad. Y eso para todos es realmente costoso porque es un gran retroceso civilizatorio.