El Caribe: de frontera imperial a tablero de militarización de EE. UU.
La historia de los despliegues militares en el Caribe revela la persistente estrategia de Washington para imponer su hegemonía en la región.
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Estados Unidos militariza el Caribe y amenaza a Venezuela.
Desde el siglo XX, el Caribe ha sido escenario de operaciones militares estadounidenses que marcaron la geopolítica hemisférica.
Invasiones como la de Granada en 1983 o la de Panamá en 1989, la reactivación de la Cuarta Flota en 2008, y el despliegue de la MINUSTAH en Haití en 2004 son parte de una cadena de intervenciones bajo la lógica de la Doctrina Monroe, que definió la región como “zona de exclusión imperial”.
Según reseña el sitio web Diario Red, la persistencia de bases militares en Puerto Rico, Guantánamo (Cuba) y Colombia, así como el control de pasos estratégicos como el Canal de Panamá, consolidaron un cerco geopolítico que se actualiza con nuevos actores y narrativas: del anticomunismo a la “guerra contra el terrorismo” y, más recientemente, a la lucha contra el narcotráfico.
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La continuidad de la militarización
La historia demuestra que cada despliegue responde a intereses más amplios que la seguridad regional. Durante la Guerra Fría, el Caribe funcionó como plataforma de contención frente a la Unión Soviética y la Revolución Cubana.
Tras el 11 de septiembre de 2001, la zona fue reconfigurada bajo la narrativa de la lucha contra el “terrorismo” y el narcotráfico, dando origen a iniciativas como la Iniciativa Mérida (2007) o la Iniciativa de Seguridad para la Cuenca del Caribe (2010).
El despliegue de bases en Curazao, Aruba, Panamá y la Guajira colombiana acercó la presencia militar estadounidense a las fronteras de Venezuela, configurando un cinturón de presión.
La operación anunciada por el presidente Donald Trump en 2025, con destructores, submarinos y cuatro mil 500 marines, no representa un hecho aislado, sino la continuidad de esta estrategia.
Bajo el pretexto del combate al narcotráfico, Washington mantiene su rol de gendarme regional, aunque analistas advierten que el verdadero objetivo es contener a Venezuela y reafirmar el control sobre áreas de interés como el Esequibo, explotado por ExxonMobil.
Preparativos reales o Psyop
El presunto ataque a una lancha atribuida al Tren de Aragua fue presentado como éxito operativo, pero especialistas señalaron inconsistencias y la posible manipulación de imágenes, lo que refuerza la hipótesis de una operación psicológica (psyop) destinada a justificar mayores despliegues.
Si el ataque fue real, viola el derecho internacional; si fue fabricado, recuerda antecedentes como el acorazado Maine (1898), el Golfo de Tonkín (1964) o las falsas “armas de destrucción masiva” en Irak.
En definitiva, la actual militarización del Caribe no es un episodio aislado, sino la continuidad de una larga tradición de intervenciones de Estados Unidos en su “frontera imperial”.
Bajo narrativas cambiantes —del anticomunismo al narcotráfico— Washington reafirma sus intentos de control estratégico en la región, con Venezuela como objetivo central y con el Caribe como tablero decisivo en la disputa por la hegemonía global.