La caza de brujas
La autora analiza el rol de los medios y la cultura en la formación del pensamiento crítico de las masas a lo largo de la historia más reciente. ¿Hay mucha diferencia entre la censura de los tiempos del senador McCarthy y la total “libertad de expresión” que se dice tener ahora?
La historia es selectiva y siempre la ha escrito el poder. Hemos asistido a siglos de discurso oficial en el que nos han transmitido, generación tras generación, lo que se ha querido que quede en la historia. Quiénes han sido los grandes triunfadores, quiénes han perdido. Y hasta hace poco tiempo los seres humanos creíamos y asentíamos apenas sin cuestionar nada.
Pero ya a finales del siglo XIX y durante el XX, este hecho ha empezado –ya que aún sigue estando vigente–, a desvanecerse. Y las personas han empezado a tener un pensamiento crítico de lo que nos cuentan, quién nos lo cuenta y por qué nos lo cuenta.
En los últimos años, Estados Unidos se ha otorgado el estandarte de ser el escribano de la historia contemporánea. No se trata de periodismo, se trata de poder. Los periodistas en los sistemas capitalistas son empleados del dueño de un conglomerado de medios de comunicación cuyo jefe no tiene ni idea de qué es un código deontológico, qué es un género periodístico y qué es contar una historia. Y sobre todo, de lo que no tienen ni idea es de la voz de los que no tienen ni han tenido nunca voz.
En palabras de Ryszard Kapuściński, a quién me he deleitado en releer en los últimos días:
“Los pobres suelen ser silenciosos. La pobreza no llora, la pobreza no tiene voz. La pobreza sufre, pero sufre en silencio. La pobreza no se rebela. Encontraréis situaciones de rebeldía sólo cuando la gente pobre alberga alguna esperanza…. Esta gente no se rebelará nunca. Así que necesita que alguien hable por ellos”.
Y en eso llegó Fidel.
Volviendo al tema, con mi obligatoria contextualización de la cita del maestro, aplicándola al caso de Cuba antes y después de 1959, hay varias cosas que considero deben ser mencionadas hoy.
Es importante aludir el abandono del ultraderechista Iván Espinosa de los Monteros del partido Vox en España. Dice este hombre que actualmente su posición se aleja de la directiva del partido. Si él, nieto de nazis españoles que enviaban a republicanos a campos de concentración del III Reich, se aleja de la actual élite de este grupo de trasnochados, deberíamos preguntarnos: ¿Cómo son el resto?
Junto al poder, este partido de facciosos anclados en la Europa de entreguerras fue ganando adeptos haciendo uso del populismo en una España desencantada. Pero en las últimas elecciones han perdido 19 diputados y ahora uno de sus cabecillas se va.
¿Se está dando cuenta la gente de que el discurso fascista no va a ninguna parte? Para eso ha hecho falta mucho trabajo de periodismo libre, de compañeros y compañeras que desde medios alternativos o a título individual han denunciado día y noche los peligros del fascismo.
¿No es esto sino un claro síntoma de que con conciencia y trabajando alternativamente a lo hegemónico, se pueden ir sumando pequeñas victorias?
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Se trata de ir rompiendo día tras día las mentiras que nos venden como verdades y los mensajes que ya no van tanto al intelecto, sino a las emociones.
Porque no, compatriotas españoles, por mucho que esta panda de franquistas nos digan que los inmigrantes vienen a quitarnos el trabajo, los inmigrantes vienen buscando una vida mejor desde cualquier lugar del mundo, y en la mayoría de los casos hacen el trabajo que la mayoría de los españoles no quieren. Y son los señoritos que votan a Vox quienes les explotan en los campos, sin contrato, de sol a sol, pagándoles ilegalmente dos euros la hora por recoger fresa o algodón.
Ya ese discurso está derrotado. Antes el acceso a la información era más reducido. Ahora somos nosotros mismos, los ciudadanos y el pueblo, quienes usamos las herramientas comunicacionales y virtuales que ellos mismos han creado para desenmascarar las mentiras y contar la verdad.
Dicho esto, pasemos al siguiente tema.
La semana pasada escribía sobre la película Barbie y la industria cinematográfica de Hollywood. Y es obligatorio que nos remontemos más de medio siglo atrás al famoso “Comité de Actividades Antiamericanas”. ¿Es muy diferente lo que hacían antes a lo que se hace ahora? Veamos.
El Comité estuvo en activo oficialmente de 1947 a 1956, aunque ya venía existiendo desde mediados de la década de 1930. Luego siguió existiendo pero le cambiaron el nombre. Cosas estadounidenses.
A modo de breve resumen, se trataba de investigar a todos aquellos que consideraban desleales a la patria suya, a los comunistas o que habían simpatizado con el comunismo; obsesionados con que había un complot comunista dentro de los Estados Unidos.
El senador Joseph McCarthy fue el encargado de poner en marcha la conocida “caza de brujas” para silenciar a todos aquellos que para el poder podían resultar peligrosos; no en verdad por comunistas (mire usted qué peligro), si no de hacer a la población pensar diferente mediante el arte y sobre todo el cine.
Amparados en que en los años treinta el Partido Comunista del país estaba fuerte sobre todo en la lucha sindical y en los movimientos obreros en Estados Unidos, inyectaron a toda la población una paranoia constante donde se demonizó al comunismo y a todos aquellos que pudieran llegar a ser simpatizantes, en pleno seno de la Guerra Fría.
Y fueron por el cine. A por los intelectuales. Y empezaron a citarlos para declarar. Quienes no lo hicieron fueron condenados al ostracismo; se acabaron los contratos de trabajo, tuvieron que emigrar a Europa como en el caso de Charles Chaplin, se destrozaron carreras. Tenías dos opciones: hablabas y acusabas o te negabas. Muchos intelectuales que habían huido de la Europa nazi y del fascismo se encontraban con un panorama desolador en la “tierra de las libertades”. Las armas de McCarthy eran las siguientes: miedo, delación y paranoia.
Así, y en concreto hablando del cine que es el tema que nos ocupa, la industria se acobardó y empezaron a surgir delatores como Elia Kazan y otros que comenzaron a denunciar a compañeros a base de rumores y demás cuestiones. No nos puede extrañar que en 1999 cuando la Academia le dio el Óscar honorífico a Kazan, muchos de los actores y directores no le aplaudieran o no se levantaran de su silla. Decían que se lo daban porque se estaba muriendo. ¿La vejez justifica la mala praxis con compañeros de trabajo? ¿Arruinar la carrera de cineastas para que la tuya suba congraciándote con el poder?
Los hubo valientes que plantaron cara: Humphrey Bogart y Lauren Bacall entre otros encabezaron una marcha en Washington para denunciar la caza de brujas. Se conoce como los “10 de Hollywood”, que pasaron a formar parte de una lista negra. Nombres como Dalton Trumbo. No podemos olvidar en el lado contrario a Gary Grant, que no se contentó con lo que había, sino que se lanzó a los discursos anticomunistas.
¿Qué decir de Arthur Miller? Las brujas de Salem es una respuesta magistral a la censura y persecución de la época. Ejemplarizante.
Se demostró la dignidad. La decencia. Harían falta horas para seguir reflexionando al respecto pero el mensaje es claro. La censura siempre ha estado presente pero en este momento de la historia fue tanta la locura al respecto, que bien somos capaces de distinguir lo que el poder es capaz de llegar a hacer. Más todas las cosas que permanecieron ocultas.
Y para finalizar el escrito, insto a que nos preguntemos:
¿Hay mucha diferencia entre la censura de esos tiempos y la total “libertad de expresión” que se dice tener ahora?
Básicamente es lo mismo, solo cambia el nombre. O escribes para ellos, o trabajas para ellos, o haces lo que dicen ellos o estás fuera. Tu discurso no valdrá si no comulga con el de la ideología dominante.
¿Cuántas películas que reflejan la realidad de mujeres luchadoras y empoderadas se han hecho en los últimos años dentro del cine independiente y de autor? Muchas. No las veremos en las grandes pantallas del mundo. Se escapan del discurso que les conviene transmitirnos. Veremos a Barbie y a sus adeptos/as. El discurso ha mutado, el maquillaje también, pero las acciones y el contenido siguen siendo los mismos.
En la actualidad también asistimos a una caza de brujas. Realmente nunca hemos salido de ella.