Netanyahu declara abiertamente la apuesta por arrastrar al ejército libanés a un enfrentamiento con la resistencia
Esto significa que el plan pretende desgastar a la resistencia en una guerra interna, luego de no haber podido erradicarla, y las posibles consecuencias y repercusiones sobre la realidad y el futuro del Líbano.
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Libaneses regresan al sur de su país.
El primer ministro de sionista, Benjamín Netanyahu, delineó las características generales del plan israelí-estadounidense para enfrentar a la resistencia libanesa, y declaró explícitamente, que el gobierno del país de los cedros debe completar la tarea que ellos no pudieron lograr en la última guerra.
Esta tendencia, que se hizo evidente desde que el enemigo descubrió la imposibilidad de eliminar a la resistencia, fue abordada directamente por Netanyahu en una conferencia de prensa este domingo junto al secretario de Estado, Marco Rubio.
Además, instó al gobierno libanés a comprometerse de manera similar a la interpretación de “Tel Aviv” para implementar el acuerdo de alto al fuego.
Para que no queden dudas sobre las opciones que propone este concepto, enfatizó en la necesidad de desarmar a Hizbullah; y que prefiere que el ejército libanés se encargue de esta tarea, pero dejó claro que harán también lo que deban hacer.
Esto significa que el plan para la próxima fase implica abiertamente una conspiración en la que involucra al ejército libanés, para enfrentarlo con la resistencia, y tratar de desgastarla en una guerra interna, luego de su fracaso para erradicarla, y las posibles consecuencias y repercusiones sobre la realidad y el futuro del Líbano.
Por su parte, Rubio definió un aspecto adicional de la estrategia de Washington para enfrentar a la resistencia, y afirmó que los "objetivos" de Estados Unidos e “Israel” son "compatibles con un Líbano fuerte capaz de enfrentar a Hizbullah y desarmarlo".
Lo anterior proporciona una comprensión más precisa del contexto y los objetivos de cualquier postura o acción que se observe en el escenario libanés, al determinar su lugar en la estrategia israelí-estadounidense contra la resistencia.
A la luz de esto, no es difícil prever hacia dónde se dirigirán los pasos de acuerdo con el plan trazado para lograr el objetivo declarado por ambos.
Sin embargo, lo que distingue estas posturas -tanto estadounidenses como israelíes- es que se presentan en un contexto de cambios y circunstancias que aumentan los riesgos para toda la región. Esto también refleja la realidad de que Líbano necesita a la resistencia más que nunca.
El esfuerzo estadounidense-israelí por desplazar a los habitantes de Gaza, independientemente de cuán exitoso sea, y la tentativa de obligar a los Estados que normalizan relaciones con “Israel” a recibirlos, hasta llegar a la exigencia a Arabia Saudita, que no se opone a la normalización con el enemigo, revela que cualquier actor regional que pierda la capacidad de resistencia debe prepararse para recibir las imposiciones estadounidenses e israelíes.
Es evidente que, en comparación con estos países, Líbano es el más débil.
Además, ¿qué pasaría si los cambios en el corto o mediano plazo ofrecieran oportunidades o reforzaran las motivaciones del enemigo para reocupar partes de Líbano?
Esta hipótesis no es meramente teórica o fantasiosa; basta con una rápida mirada a los cambios experimentados en la región en las últimas décadas y lo que han proporcionado en términos de oportunidades para invasiones expansivas, hasta llegar a la situación actual de la entidad israelí.
No obstante, y no menos importante, ante los desafíos que enfrenta Líbano para crear un ambiente que justifique cualquier acción futura contra la resistencia, el plan estadounidense-israelí en esta fase requiere, más que nunca, intensificar el discurso político y mediático que busca despojar a la resistencia de su carácter nacional, presentándola como un agente de Irán en sus posiciones y opciones.
Esto ya ha comenzado, y seremos testigos de más de ello en el futuro. Sin embargo, si examinamos los factores reales que impulsan el intento de cercar a la resistencia popular, política y mediáticamente, se debe a su firme posición de rechazo a la hegemonía estadounidense y a la sumisión a ella, así como a su principio de rechazo a legitimar la ocupación sionista de Palestina y a reconocer a “Israel”, considerando que esta postura no está sujeta a negociaciones, cambios políticos o balances de poder.
También se debe a la insistencia de la resistencia en mantener su armamento para defender a Líbano y la necesidad de seguir trabajando para fortalecerlo con todas las capacidades posibles, sin dejar su destino a las transformaciones que caracterizan a nuestra región.
Sin embargo, lo que algunas figuras políticas en Líbano y muchos medios de comunicación ignoran, ya sea por desconocimiento o deliberadamente, es que estas posturas surgen del núcleo de la doctrina en la que creen los miembros de la resistencia. No pueden levantar consignas contra su doctrina, ya que esto provocaría a su base y perderían así la oportunidad de alcanzar sus objetivos.
Asimismo, uno de los aspectos más destacados que confirma que estos principios son libaneses y su autenticidad doctrinal es que fueron parte fundamental del discurso político del Imam Musa al-Sadr, años antes de la victoria de la revolución islámica en Irán.