Vladimir Putin no se disculpó y Serguéi Lavrov invita a Ismail Haniyah a Moscú
El gobierno del ente ocupante intentó de influir en la posición rusa a través de la línea del Kremlin, y utilizar la llamada telefónica entre su presidente Naftali Bennett y el presidente ruso Vladimir Putin como si fuera una disculpa por las declaraciones de Lavrov, pero la exitosa visita de la delegación de “Hamas” a Moscú refutó los alegatos del ente ocupante.
Las declaraciones del jefe de la diplomacia rusa, Serguéi Lavrov, sobre las raíces judías del “Führer” de la Alemania nazi, Adolf Hitler, no fueron un lapsus, como deseaban que fuera los funcionarios de la entidad ocupante israelí, el hombre dijo lo que nadie más se había atrevido a decir antes, para que Rusia no fuera acusada de tolerar el antisemitismo.
En este artículo no voy a ahondar en la espinosa historia de los judíos en Rusia a lo largo de alrededor de catorce siglos, pero la implicación de los israelíes, que ya no se puede ocultar, en los combates de Ucrania contra Rusia, ha traído de vuelta a la memoria rusa el papel negativo y en ocasiones destructivo, de varios círculos judíos en Rusia a lo largo de la historia, incluso durante las últimas tres décadas, que pueden considerarse la época dorada para la hegemonía de la oligarquía judía ligada al sionismo mundial, no solo sobre el potencial económico del país, sino también, en gran medida, sobre la toma de decisiones políticas de Rusia.
Luego de que los israelíes no pudieran lograr que Lavrov se disculpara a través de los canales diplomáticos, recurrieron al chantaje, lo que fue evidente en el tono del principal rabino judío en Rusia, Berel Lazar, quien le exigió al canciller ruso que se retractara de sus palabras antes de que fuera Demasiado tarde.
Berel Lazar: “No me considero calificado para asesorar al jefe de la diplomacia rusa, pero sería bueno que se disculpara con los judíos y admitiera su error, en este caso, se podría dar por terminado el incidente”.
Los israelíes también intentaron influir en la posición rusa por medio de la línea del Kremlin; pero ha quedado claro que el gobierno israelí intentó utilizar la llamada telefónica entre el presidente ruso Vladimir Putin y el primer ministro Naftali Bennett, con motivo del nefasto “Día de la Independencia”, con fines de propaganda interna y presentarla como si fuera una disculpa por las declaraciones de Lavrov; sin embargo, la visita de la delegación del Movimiento de la resistencia islámica “Hamas” a Moscú, y el ambiente positivo que caracterizó sus conversaciones con funcionarios de la Cancillería rusa, sitúan las denuncias de “Tel Aviv” en la categoría de un “deseo pospuesto”.
Quien entiende la manera en que el Kremlin trata con estos temas, y entiende cómo piensan los asesores del presidente ruso, sabe que está fuera de discusión que Vladimir Putin se disculpe por cualquier situación, cualquiera que sea, especialmente el hecho que presente disculpas en nombre de uno de sus ministros, y si quisiera hacerlo, ordenaría a Lavrov a que se disculpara; pero lo que realmente observamos es que el ministerio de Exteriores de Rusia procede en exponer la complicidad de las élites judías durante la Segunda Guerra Mundial con el régimen nazi de Hitler en Berlín.
Es importante destacar que la vocera del ministerio de Exteriores de Rusia, Maria Zakharova, publicó un escrito a través de su sitio en las redes sociales, bajo el título “Del ministerio de Exteriores de Rusia al ministerio de Exteriores de Israel”, en la que reveló el hecho de que mercenarios israelíes en Ucrania luchan en contra de las fuerzas rusas junto a los neonazis en este país, y que el presidente, de origen judío, Volodymyr Zelenskyy, describe al ente como “el Gran Israel”.
Maria Zakharova: “Es poco probable que a los políticos israelíes, que han exagerado esta campaña mediática en este momento, les guste escuchar lo siguiente, pero tal vez sería interesante para ellos escucharlo: mercenarios de “Israel” están luchando junto con los militantes armados de Azov en Ucrania”.
Zakharova no se conformó con exponer la complicidad de la entidad racista con el régimen de Kiev, que está siendo empoderado por batallones neonazis, sino que también hizo un resumen con evidencia histórica de la complicidad de un numero de judíos con los nazis, que se remonta a los época de la Segunda Guerra Mundial; ella con esto, apoya la posición de su director, Lavrov, con argumentos y pruebas; por alguna razón, la prensa occidental (y algunos de nuestros liberales) aún debaten si existen neonazis en Ucrania.
Maria Zakharova: “Desafortunadamente, la historia conoce ejemplos trágicos de cooperación judía con los nazis; en Polonia y otros países de Europa del Este, los alemanes designaron a industriales judíos como jefes de guetos (ghettos) y consejos judíos; existe evidencia histórica de las acciones absolutamente brutales de tales colaboradores: Jacob Leiken espiaba a los judíos en Varsovia, y le daba información a la administración de la ocupación alemana y testificó en contra de sus compatriotas, siendo estos posteriormente condenados a una muerte inevitable y a veces brutal; Chaim Rumkowski ofreció a los judíos del gueto de Łódź entregar a sus hijos a los nazis (para realizar experimentos brutales con ellos) a cambio de salvar la vida de los residentes adultos del gueto y existe una serie de testimonios que evidencian sus acciones”.
Entonces, Vladimir Putin no se disculpó, y Serguéi Lavrov invita a Ismail Haniyah a Moscú, probablemente el próximo junio; son coincidencias que no indican que existe aleatoriedad en el comportamiento ruso, sino una metodología clara; el presidente Putin ha puesto su prestigio político y su futuro, y de hecho el destino de toda Rusia, en la operación militar especial en Ucrania, o triunfa o triunfa, no existe otra opción; en esta batalla, la entidad israelí se alinea cada vez con mayor claridad y día tras día, con la alianza occidental Atlántica, siendo parte de la misma; cuando la oficina de Naftali Bennett afirma que Putin se ha disculpado, está sería una propaganda barata para el consumo interno; Putin no se disculpó ni se disculpará, Bennett.