Movimientos de liberación en un eco histórico: de América Latina a Asia Occidental
Los valores compartidos se han convertido en el denominador común de los movimientos de liberación en todo el sur global, que la Guerra Fría no solo falló en eliminarlos con sus intentos inútiles, sino que más bien los fortaleció.
“La Guerra Fría nunca terminó realmente” confesó la excanciller alemana Angela Merkel después de 31 años en la política. A pesar de ser una confesión largamente esperada, definitivamente no fue una sorpresa. Merkel argumentó que la Guerra Fría nunca terminó porque Occidente no ha podido “pacificar a Rusia”. Sin embargo, este argumento no ha sido del todo convincente. El nuevo mundo diferirá en su núcleo del mundo actual ya que los movimientos de liberación y las potencias emergentes comparten un nuevo conjunto de escalas de valores. El humanismo de la teología de la liberación ha resonado en Asia occidental y ahora el ruido debe liberar a los oprimidos.
La Guerra Fría: El mundo como lo conocemos
Desde el final de la Segunda Guerra Mundial y el surgimiento del mundo unipolar bajo el liderazgo de los EE. UU., el mundo ha estado en guerra entre aquellos que buscaban establecer una escala de valores morales y éticos como parte integral de la política global y aquellos que pedían mantener el materialismo exclusivo como la base rectora del orden mundial.
Esto no quiere decir que el grupo anterior ofreciera un mundo de moralidad incomparable, sin embargo, mantendría el principio de que el humanismo está en el centro de las decisiones políticas a pesar de que las guerras, los conflictos y el capitalismo constructivo seguirían existiendo.
Jeffery Sachs, un economista de renombre internacional con enfoque en el desarrollo sostenible resumió el orden mundial actual en pocas palabras:
“El capitalismo es un sistema absolutamente susceptible a graves injusticias”, dijo Sachs. “Nació con injusticia, ha crecido con injusticia, ha continuado con injusticia”.
Para muchos en el Sur Global, el mundo centrado en la moral resuena mientras luchan contra la colonización, el colonialismo, el imperialismo y el subdesarrollo forzado. Este enfoque político del mundo les ofrece la liberación de un Leviatán que a menudo ha destrozado sus naciones y asesinado a miles de sus pueblos con el pretexto de la intervención humanitaria, la responsabilidad de proteger, el FMI y las revoluciones de color.
El llamado a la liberación de las garras imperialistas ha resonado desde toda América Latina hasta el corazón de Asia Occidental.
San Óscar Romero asesinado en el altar de los oprimidos habla una nueva lengua
“Una iglesia que no provoque ninguna crisis, un evangelio que no inquiete, una palabra de Dios que no se meta en la piel de nadie, una palabra de Dios que no toque el pecado real de la sociedad que le proclama, ¿qué evangelio es ese? Piadosamente y delicadamente, para no incomodar a nadie, así quisieran muchos predicar. Esos predicadores que evitan todo asunto espinoso para no ser acosados, para no tener conflictos y dificultades, no iluminan el mundo en que viven”.
― Oscar A. Romero, La violencia del amor
El 24 de marzo de 1980, un automóvil se detuvo frente a la Iglesia de la Divina Providencia en San Salvador y una bala apuntó directamente al arzobispo de El Salvador, Oscar Romero, mientras estaba de pie en el altar durante la misa.
En 2000, The Guardian escribió un artículo cuestionando el papel de la CIA en el asesinato de Romero, ya que él era la "voz de los que no tienen voz" en El Salvador.
Durante ese tiempo, y según el testimonio de The Guardian, los sacerdotes se unieron a los rebeldes de izquierda y reafirmaron el derecho de los pobres a la justicia. Una justicia que debe obtenerse en este mundo y no solo en el próximo, haciendo referencia al cielo.
Esto fue muy problemático en ese momento tanto para la iglesia católica como para el orden mundial imperialista en ascenso dirigido por los Estados Unidos de América.
En el fundamento del llamado a la liberación de los pobres estaba la liberación de los oprimidos. Estas fueron las reverberaciones de la Teología de la Liberación latinoamericana.
Gustavo Gutiérrez, uno de los fundadores de la Teología de la Liberación, filósofo peruano, teólogo católico y sacerdote dominicano, pudo hacer un llamado a la justicia cristiana reformulando el cristianismo y su propósito sin denunciar sus valores sagrados.
En su libro Una teología de la liberación, Gustavo señaló claramente que “la denuncia de la injusticia implica el rechazo a la utilización del cristianismo para legitimar el orden establecido”.
Hoy, ecos claros de esta comprensión filosófica de la religión como una herramienta para la liberación humana, tanto para creyentes como para no creyentes, continúan extendiéndose por todo el mundo. Si bien los cristianos orientales históricamente han sostenido tales creencias, la colonización cobró el precio con el surgimiento de Occidente.
Sin embargo, más recientemente, un sacerdote árabe escribió una carta abierta al pontífice para reafirmar estos valores religiosos. En su carta, el padre Elias Zahlawi señaló que había querido ofrecer sus saludos para compartir la conmemoración del nacimiento de Jesucristo con el pontífice, sin embargo, antes de hacerlo se encontró absteniéndose.
Zahlawi señaló que Cristo, "repetidamente y abiertamente", a lo largo de su viaje y a través de varias de sus declaraciones “se identifica con todo ser humano, especialmente con los atormentados y oprimidos”.
La carta explicaba que miles de millones de personas tanto en Oriente como en Occidente están siendo oprimidas, “especialmente en el mundo árabe, en Palestina, Yemen, Libia, Sudán y Siria”. En ese sentido, la carta señaló significativamente que el pontífice ha “ignorado verdadera y efectivamente a todas estas personas atormentadas”.
Zahlawi reconoció que el pontífice pidió oración, sin embargo, reafirmó el argumento de Gutírez mencionado aquí arriba y le preguntó al pontífice: “Si Jesucristo estuviera en tu lugar, ¿habría pedido orar solamente?”.
La liberación también podría estar en un velo musulmán
Para muchos, se entiende que las religiones se contradicen entre sí y que su coexistencia es casi imposible. Sin embargo, tanto América Latina como Asia Occidental, entre otras regiones, han demostrado lo contrario.
Más recientemente, salió a la luz el caso del diplomático venezolano Alex Saab, que fue secuestrado por EE.UU. por atreverse a quebrantar las sanciones unilaterales impuestas contra Venezuela.
De hecho, Saab no solo estaba rompiendo el cerco contra Venezuela, sino que también lo estaba rompiendo con otro país al que Estados Unidos también le ha impuesto sanciones unilaterales.
Una nación cristiana de izquierda, coordinada y que colabora con una nación musulmana para romper el cerco contra dos países del Sur Global es una prueba de que la liberación se trata de valores compartidos y con total respeto a las creencias individuales dentro de ese espectro de la escala de valores.
Los valores compartidos fueron prominentes en la República Islámica de Irán desde su creación. En 1989, Sayyed Ruhullah Khomeini, líder de la Revolución Islámica, escribió una carta al entonces presidente Mikhail Gorbachev, líder de la Unión Soviética, en la que marcó el fundamento de su discusión como uno de dirigirse a un mundo que será capaz de enfrentar el occidente naciente. Khomeini afirmó que “es posible que como resultado de las políticas económicas equivocadas de las antiguas autoridades comunistas, el mundo occidental, un cielo ilusorio, parezca fascinante; pero la verdad está en otra parte.”
El líder de la Revolución Islámica y fundador de la República Islámica de Irán añadió entonces que “si esperan, en este momento, cortar los nudos gordianos económicos del socialismo y el comunismo apelando al centro del capitalismo occidental, lejos de remediar cualquier mal de su sociedad, cometerán un error que las futuras generaciones tendrán que remediar”.
Jomeini le pidió al presidente soviético que reconsiderara los valores de Dios y la religión, y hoy la Rusia ortodoxa se enfrenta al “vulgarismo” de Occidente.
Según Khomeini, el “principal problema” al que se enfrentaba la URSS no era uno “de propiedad privada, libertad y economía”, sino más bien “la ausencia de una verdadera fe en Dios”. Este, argumentó Khomeini, era el “problema mismo que ha arrastrado, o arrastrará, a Occidente al vulgarismo y a un callejón sin salida”.
En ese sentido, Khomeini y su revolución repercutieron en todo el oeste de Asia y más allá. Encontró la manera de conectar, defender y crecer como una idea que protege el colectivo de la nación y con ella todos los componentes religiosos y étnicos que han existido a lo largo de la historia.
La liberación no es una institución religiosa sino un deber humano para con las masas
Los ecos de la teología cristiana de la liberación no se han limitado al cristianismo; más bien, acompañó e inspiró movimientos de liberación en otros lugares.
Si uno analiza detenidamente las lecturas de los movimientos de liberación del Sur Global, aunque habrá desacuerdos, habrá valores más unificados que subrayan tanto el comercio como la identidad. Y al hacerlo, las diferencias culturales se protegen e incluso se respaldan, ya que esos valores inherentemente anteponen la necesidad del colectivo a la del individuo, dando lugar a creyentes y no creyentes por igual para compartir la experiencia humana en proporciones más equitativas.
Sachs reconoció que “somos tan ricos que es solo [debido a] nuestro total desdén por los pobres que no resolvemos los problemas restantes de la pobreza global”, y agregó que “la esencia de la ética del Antropoceno es, fundamentalmente, una elección: la elección de la prosocialidad, de apoyar a la humanidad, frente a la elección de la codicia incontrolada”.
En este sentido, cristianos, musulmanes y cualquier movimiento de liberación dentro del Sur Global deben recuperar su voz incluso a riesgo de perder la vida en el altar porque el precio de no hacerlo es más opresión, tormento, injusticia y la muerte de tanto el humanismo como la humanidad.