¡Terminando el trabajo!
Las culturas, creencias, formas de vida, contextos sociales y fenómenos heredados, acumulados y enriquecidos, apreciados por sus dueños árabes, no pueden ser borrados por unos pocos sionistas asesinos y sus vergonzosos espías.
En Siria, desde marzo de 2011, nos llevó bastante tiempo comprender qué está sucediendo y por qué. Nuestro país era uno de los más seguros del mundo. Los seguidores de diferentes religiones y credos han vivido en absoluta armonía durante siglos, y la cultura popular es de benevolencia y perdón en un contexto de máxima cohesión social y solidaridad. Todos los lemas y pretextos promulgados por los terroristas y los medios de comunicación que los apoyan estaban muy lejos de nuestra realidad.
A pesar de todas las medidas adoptadas por el gobierno, los organismos semigubernamentales y los líderes sociales y tribales de todo el país, nada pudo detener la oleada de asesinatos y la destrucción de instituciones estatales bien fundadas.
Después de unos años, quedó muy claro para todos nosotros que la destrucción, el desgarramiento de la estructura social, el debilitamiento del Estado y la promoción del caos eran los objetivos. Los terroristas se cubrían con una máscara islámica apoyada por fatwas de hombres que pertenecían a la religión islámica para distorsionar la imagen del Islam y vincularlo al terrorismo.
Mientras tanto, se produjeron dos cosas: causaron el máximo daño posible al patrimonio histórico de Siria en todos los ámbitos y se impuso un bloqueo mediático mundial a todo aquel que intentara desafiar la narrativa promovida por los terroristas y el apoyo absoluto que les otorgaron todos los países y medios occidentales.
Los terroristas se centraron en atacar cualquier medio de comunicación entre los sirios. Destruyeron carreteras y establecieron bloqueos armados entre ciudades y pueblos hasta que se hizo casi imposible que una mujer o un hombre de Damasco visitaran a sus parientes en Alepo u Homs. Hay familiares que no se vieron durante años, lo que es extremadamente duro para nuestras familias tan unidas. Destrozaron nuestros hospitales, como el Kendi en Alepo, el mejor del mundo árabe, así como miles de escuelas, hogares e instituciones públicas.
Ahora que hemos presenciado lo ocyrrido en Gaza, Cisjordania, Líbano y Siria, nuestro subconsciente nos envía señales de que ya hemos visto lo mismo antes. He visto el asesinato sin precedentes de enfermeras y médicos, de maestros, de clérigos, tanto en iglesias como en mezquitas, y luego la aniquilación de ambas sobre las cabezas de las mujeres y los niños desplazados que se refugiaron en ellas. También sabemos cómo hermanos que viven en una pequeña zona geográfica no pueden verse durante años porque las carreteras no son seguras en absoluto y uno tiene que arriesgar su propia vida para visitar a un miembro de la familia.
La diferencia es que el terrorismo que azotó a Siria e Irak durante más de una década se denominó terrorismo islámico, del que el Islam es absolutamente inocente. Ahora, con todo este horrendo genocidio nadie nombra lo que "Israel" hace como terrorismo o el peor terrorismo que los seres humanos hayan presenciado jamás. Nosotros, como musulmanes, nos negamos a llamarlo terrorismo judío, ya que el judaísmo es una fe y ninguna fe puede estar contaminada por el terrorismo. La fe sólo pide amor y paz, pero el gobierno terrorista israelí es el bando que planifica y ejecuta todos estos horrendos crímenes contra el pueblo árabe inocente.
El hecho de que el sionismo también haya aterrorizado a gobiernos y pueblos hasta el punto de que ningún país, gobierno u organización de la ONU se atreva a llamar a "Israel" un "estado" terrorista no cambia el hecho histórico de que la entidad sionista lo es y que está cometiendo los crímenes más horrendos contra los pueblos de Palestina, Líbano y Siria. La forma en que destruyen carreteras y puentes es exactamente lo que los terroristas en Siria durante más de 12 años han hecho con los edificios, puentes e infraestructuras de transporte de carreteras entre ciudades y pueblos.
Los terroristas, con la ayuda de las fuerzas estadounidenses, establecieron un campamento terrorista en Tanf, un punto de encuentro entre Siria, Irak y Jordania, para impedir el comercio y el transporte, que son las venas de la vida entre estos países. Ahora, los bombardeos sionistas están completando la tarea al atacar todas las carreteras, puentes y cualquier medio de transporte entre Siria y Líbano con el pretexto de bloquear el tráfico de armas, que es uno de sus innumerables pretextos para perpetrar genocidio y obligar a todos los que han sobrevivido a emigrar después de sufrir los peores asesinatos, humillaciones y torturas.
¿Entienden ahora lo que Netanyahu quiso decir con eso de no detenerse hasta terminar la obra? Quiere terminar la obra que comenzaron los terroristas en Túnez, Libia, Siria e Irak, que comenzaron sus predecesores de masacres y desplazamientos en 1948 y 1982, así como muchas otras masacres y agresiones a lo largo de los años, desde Deir Yassin y Sabra y Shatila hasta Jabalia, Nuseirat y Jenin. Quiere terminar la obra que comenzaron Sykes y Picot, sus conspiradores británicos y franceses que comparten con él un profundo veneno contra la nación árabe y su rica y honorable contribución al patrimonio mundial.
No cabe duda de que la horrible agresión contra los palestinos, los libaneses y los sirios es contra la nación árabe y todos los árabes, desde Marruecos hasta Irak. Pero esta nación que Netanyahu sueña con subyugar tiene decenas de miles de años de antigüedad y, a pesar de sus momentos de debilidad, siempre fue capaz de recomponerse y derrotar a los invasores que ansiaban ocupar su tierra y saquear sus fortunas. Las culturas, creencias, formas de vida, contextos sociales y fenómenos heredados, acumulados y enriquecidos, que atesoran sus dueños árabes, no pueden ser borrados por unos pocos sionistas asesinos y sus espías deshonrosos.