"La Nueva Siria": identidad perdida bajo el fuego de la división y la ocupación
En medio de una connivencia y censura mediática, los elementos extremistas pasaron de su lema inicial de "Venimos a degollarlos" a adoptar una retórica más discreta, promoviendo el secretismo como estrategia para perpetrar actos de secuestro, desplazamiento y asesinato.
Parece haber una complicidad general en Siria, posiblemente motivada por el agotamiento del cerco económico y el peso de años de guerra, que busca facilitar la llamada "transición", mientras se definen los contornos de lo que algunos llaman la "Nueva Siria".
Esa complicidad requiere, desde luego, una especie de consenso tácito en torno a la fantasía colectiva de que las mismas organizaciones terroristas y extremistas de ayer son ahora las encargadas de liderar el proyecto de construcción nacional de un Estado sirio inclusivo y sostenible.
Tal complicidad implica también, por parte de los medios occidentales y otros actores, ignorar numerosos informes y videos que documentan prácticas criminales, sectarias y excluyentes.
Por ejemplo, un reportaje de la cadena alemana Deutsche Welle publicado el 3 de enero de 2025, titulado: "¿Cómo pueden las campañas de noticias falsas devolver la guerra civil a Siria?", ilustra esta tendencia.
El reportaje forma parte de una serie que se centra en buscar errores o imprecisiones en cualquier publicación influyente que documente las violaciones generalizadas cometidas en la "Nueva Siria".
Según la propia Deutsche Welle, los casos verificados que incluyen actos de represalia o persecución religiosa por parte de los que actualmente detentan el poder son relativamente pocos.
Pero, el reportaje no define qué significa exactamente "relativamente pocos" ni proporciona un marco de comparación claro: ¿se mide en función de su experiencia gobernando Idlib, en relación con los abusos estadounidenses en la prisión de Abu Ghraib, o frente a las estrategias de reconciliación y reintegración empleadas por el régimen anterior al recuperar territorios controlados por terroristas?
En medio de esta connivencia y censura mediática, los elementos extremistas pasaron de su lema inicial de "Venimos a degollarlos" a adoptar una retórica más discreta, promoviendo el secretismo como estrategia para perpetrar actos de secuestro, desplazamiento y asesinato, entre otros crímenes que contradicen radicalmente los principios islámicos.
La reconstrucción de la imagen pública
Un ejemplo destacado de este cambio es la transformación de la imagen pública de Abu Muhammad al-Golani y su grupo terrorista "Hayat Tahrir al-Sham".
Tras años en las listas internacionales de criminales peligrosos, hoy aparecen como protagonistas de un supuesto proceso de reconciliación nacional.
Esto representa uno de los ejemplos más notorios de las guerras de cuarta generación y el uso avanzado de herramientas de "cambio de régimen".
Dicho fenómeno evidencia tanto el poder de los medios y las redes sociales para moldear la percepción pública como la disciplina de estas plataformas para seguir líneas políticas homogéneas.
También ilustra la magnitud de las campañas de "rehabilitación" que los líderes extremistas atraviesan, desde su apariencia física hasta sus relaciones públicas.
Sin embargo, ¿es suficiente con recortar la barba, vestir un traje formal y adoptar un lenguaje administrativo para deducir que estas organizaciones abandonaron su programa extremista?
¿O es que dicho programa ha sido desde el principio una herramienta de las potencias extranjeras —ya sea Turquía o las potencias occidentales—, y puede ser reprogramado según convenga?
En cualquier caso, surge la pregunta de cómo estas organizaciones gestionarán los desafíos políticos de construir la "Nueva Siria".
¿O acaso este no es un tema relevante todavía, dado que gran parte de la geografía siria sigue fuera de su control, y podrían ser, ellas mismas, solo una fase transitoria?
La narrativa del "combate al terrorismo"
Durante la guerra, el discurso oficial del Estado sirio se centró en gran medida en la lucha contra el terrorismo internacional, especialmente tras la formación de la llamada "Coalición Internacional contra Daesh" en septiembre de 2014.
Este enfoque buscaba reposicionar a Siria en el escenario político internacional, pero fracasó cuando quedó claro que Estados Unidos necesitaba la presencia de Daesh para justificar su ocupación de Siria.
La rehabilitación de al-Golani y su grupo como una "antigua rama oficial de Daesh" subraya que el objetivo principal de Occidente sigue siendo el cambio de régimen en Siria.
Esto se lleva a cabo incluso a costa de desechar su discurso sobre la lucha contra el terrorismo, la democracia y los derechos humanos, en aras de intereses estratégicos como la seguridad de "Israel" y el control regional frente a Rusia y China.
El impacto de la descentralización en la identidad siria
Uno de los aspectos clave en el debilitamiento de la identidad nacional siria es la promoción de proyectos de descentralización, que buscan transformar a Siria en una serie de cantones basados en líneas sectarias, étnicas y regionales.
Este esfuerzo se manifiesta en iniciativas como el borrador de Constitución siria presentado en Ginebra en 2016, que proponía eliminar "árabe" del nombre oficial del país.
Además, instituciones como RAND Corporation y Carnegie Endowment for International Peace publicaron documentos en los últimos años que abogan por la descentralización como base para un futuro acuerdo político en Siria.
Estos proyectos suelen estar respaldados por una narrativa que demoniza la gestión estatal centralizada y promueve la fragmentación como una solución "democrática".
También se documentaron propuestas israelíes recientes para dividir Siria en cantones bajo la excusa de crear zonas de amortiguación en su frontera norte.
Estas iniciativas reflejan una estrategia para mantener a Siria debilitada y sometida a múltiples formas de ocupación.
El papel de Turquía en la fragmentación siria
Aunque Turquía se presenta como defensora de la unidad siria, juega un papel clave en su fragmentación. Esto incluye:
- Ocupación territorial: Turquía ha ocupado vastas áreas del norte de Siria entre 2016 y 2020, además de los territorios sustraídos mediante acuerdos históricos como el Tratado de Lausana de 1923 y la anexión de Iskenderun en 1938.
- Apoyo a grupos armados extremistas: Ankara ha financiado y armado milicias que actúan como fuerzas sustitutas en el terreno sirio.
- Retórica sectaria: Turquía utiliza un discurso que evoca un pasado imperial otomano para justificar su intervención en Siria.
- Colaboración con Occidente: Turquía ha coordinado estrechamente con Estados Unidos e Israel en sus políticas hacia Siria, pese a sus afirmaciones de independencia.
Conclusión: Identidad y soberanía en la "Nueva Siria"
Los nuevos gobernantes de Damasco se enfrentan a contradicciones similares a las de sus predecesores. La preservación de una Siria unificada y soberana requiere la construcción de un Estado central basado en una identidad nacional inclusiva, no sectaria.
De lo contrario, Siria corre el riesgo de convertirse en un mosaico de regiones autónomas controladas por potencias extranjeras, siguiendo el modelo de Irak o Libia.
En última instancia, Siria solo podrá resistir si recupera su papel regional y afirma su identidad árabe, enfrentándose tanto a los separatismos internos como a las ocupaciones extranjeras.