Nosotros e "Israel", la hipocresía de la negación
El autor analiza y desenmascara la negación, en el contexto israelí que no es únicamente un defecto cognitivo, sino una grave deficiencia moral.
En un esfuerzo frenético por imponer leyes y penas severas a quienes nieguen su narrativa, independientemente de su credibilidad, "Israel" recurre en cruda y flagrante contradicción, a la negación de sus propios crímenes y de todo lo que rebata su política o resulte desagradable por parte de sus oponentes.
El martes, el Knesset israelí, aprobó una ley similar a la de negación del Holocausto, que castiga con hasta cinco años de prisión a quien niegue los hechos ocurridos durante el ataque de Hamas el 7 de octubre de 2023. Este proyecto de ley fue descrito por el gobierno israelí como la "ley de la masacre del 7 de octubre".
Según el texto de la nueva legislación, "cualquiera que niegue públicamente los acontecimientos del 7 de octubre se enfrentará a una pena de hasta cinco años de prisión.
Las notas explicativas del documento señalan que su propósito es prevenir mentiras y calumnias relacionadas con la masacre, cuya rápida difusión podría socavar los esfuerzos por "probar la verdad histórica".
Además, busca impedir intentos de proteger a los “autores” de los hechos o expresarles apoyo, algo que, según el proyecto, la negación de la masacre podría facilitar.
Por esta razón, "Tel Aviv" podría intentar internacionalizar su legislación, proponiendo la creación de un "nuevo delito penal" similar a la prohibición de la negación del Holocausto, ya vigente en varios países alrededor del mundo.
Mientras "Israel" se esfuerza frenéticamente por imponer leyes disuasorias y sanciones severas contra quienes nieguen su narrativa, independientemente de su veracidad, recurre a practicar la negación de sus propios crímenes y de todo aquello que contradiga su política o que no sea de su agrado y provenga de sus adversarios.
La intensa y vergonzosa negación israelí de la Nakba, como escribió el profesor Ilan Pappé, opositor al sionismo, se refleja en cómo la ignorancia era sencilla debido a que "Israel" negaba constantemente la existencia de personas en esa tierra, y mucho menos su expulsión de ella.
El lema sionista "Una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra" era una mentira deliberada o una refutación de la realidad, según la cual las víctimas del antisemitismo europeo eran a su vez los perpetradores de actos de violencia, expulsión y ocupación.
Además, esta negación abarca las masacres cometidas por las milicias sionistas en Deir Yassin, Tantura y otros lugares, hasta la negativa persistente sobre la ocupación y sus crímenes continuos. Culmina, además, en desconocimeinto de la humanidad del pueblo palestino durante la guerra destructiva contra Gaza para justificar el asesinato y desplazamiento.
Este artículo analiza los métodos y la estructura de las percepciones de la filosofía de la "negación" en la conciencia colectiva israelí, tal como se refleja en el discurso mediático, oficial y público. En particular, se enfoca en la cuestión de los prisioneros israelíes retenidos por la resistencia, y cómo la negación de evidencias humanas concretas al respecto ha influido en la opinión pública israelí y en sus patrones de comportamiento durante los últimos meses, especialmente tras el inicio del proceso de intercambio de prisioneros.
En el discurso público israelí, la negación parece ser una herramienta clave para deslegitimar a la resistencia palestina y a los palestinos en general, mientras se evita abordar pruebas humanitarias que desmienten la narrativa de demonización adoptada por la ocupación hacia lo árabe y palestino.
La negación, desde el punto de vista de la psicología, es simplemente el rechazo a admitir que un evento ocurrió realmente, o es la capacidad de la mente para bloquear, olvidar, marginar o disminuir el valor de información que resulta incómoda o dolorosa para el individuo, el "Estado" o la sociedad, como ocurre en el caso israelí.
Sigmund Freud la denominó "mecanismo de defensa", ya que, cuando nos enfrentamos a recuerdos que amenazan la comprensión de nuestra posición en el mundo, optamos por borrar esa información de la memoria y conciencia.
La negación, en su aspecto más peligroso, es la estrategia semi-consciente y semi-deliberada de ignorar aquello que no deseamos ver en nosotros mismos ni en el mundo. Es una relación con nosotros mismos que nos lleva a ocultar información mediante estrategias tanto deliberadas como inconscientes al mismo tiempo.
Tomemos el ejemplo cómo los medios de comunicación y la sociedad israelí, en su conjunto, abordaron el estado de salud de las tres prisioneras israelíes que fueron liberadas en la primera tanda del acuerdo actual, tras más de 15 meses de cautiverio.
Aunque las imágenes iniciales de estas prisioneras mostraban de manera indiscutible que habían recibido un trato humano y ético, evidenciado en sus rostros, su higiene personal y su aparente buen estado de salud, nadie en "Israel" discutió este asunto en absoluto ni lo mencionó.
Esto se debe a que abordarlo simplemente destruiría toda la narrativa fabricada por "Israel", basada en una visión que sostiene que los prisioneros israelíes viven en un "infierno" creado por la moral y el comportamiento "inhumano" de los palestinos.
Estos últimos, es decir, los palestinos, son acusados de cometer "violaciones y agresiones sexuales" contra prisioneros y prisioneras israelíes, además de ser responsabilizados por todas las atrocidades que la mente humana pueda imaginar en su contra.
El uso que hace "Israel" de la "situación de negación" tiene como objetivo, en el caso de las prisioneras, desviar la atención o evitar reflexionar sobre el tema principal, que es "el excelente estado de salud de las prisioneras israelíes", y dirigir el interés hacia otras cuestiones "distractorias".
Se describe a estas prisioneras como "conmocionadas, confundidas, etc.", lo que el escritor australiano Jeremy Griffith calificó como una manifestación de esta "situación de negación".
Según él, se trata de un intento de escapar del problema o de evitar enfrentarlo mediante la afirmación de que las cosas son diferentes a lo que realmente son en la realidad.
Es una forma de defensa temporal que, en esencia, cierra los ojos ante la verdadera realidad evidente: "el buen estado de salud general" de las prisioneras, que refleja la ética de sus captores.
En este ejemplo, la negación no conlleva consecuencias morales ni legales claras; más bien, los israelíes disfrutan de una libertad absoluta para adoptar estas conductas de negación. La negación no es una ausencia de conocimiento, sino una forma compleja de saber.
En este caso, no se trata únicamente de apartar deliberadamente un recuerdo o una imagen, sino de una elección consciente para ignorar una verdad evidente ante los ojos de los israelíes.
Aquí, la negación se convierte en el arte de "fabricar" la realidad, transformando hechos incómodos en imágenes ambiguas y difusas.
En otras palabras, lo que hace única a la situación israelí es que no solo niega la violencia asociada con la guerra destructiva en la Franja de Gaza y las atrocidades resultantes de ella, sino que también presenta a los prisioneros israelíes que se encuentran dentro de la Franja "bajo la custodia de la resistencia" como víctimas de la "inhumanidad" de los palestinos, en lugar de reconocerlos como víctimas de la violencia destructiva de "Israel".
Este peculiar intercambio de roles entre la víctima y el agresor es un ejemplo claro y clásico de la negación, que borra las malas acciones de un lado y acusa al otro de cometerlas. Sin embargo, este enfoque no está exento de ironía, ya que la continua negación de la moralidad y humanidad de los palestinos —evidente en los rasgos y rostros de las prisioneras liberadas— es precisamente lo que reduce la legitimidad de "Israel" y de su narrativa ante los ojos del mundo.
La negación, en el contexto israelí, no es únicamente un defecto cognitivo, sino una grave deficiencia moral. La creencia de que el mundo seguiría ignorando a la ocupación y sus atrocidades quedó destruida durante los meses de la guerra en Gaza. "Israel" podría enfrentar pronto boicots y aislamiento internacional, similar a lo ocurrido en Sudáfrica durante el apartheid.