Desplazamiento hacia el Sinaí: Herramientas de Egipto para la confrontación y el fracaso
El Cairo tiene un juego de cartas en las que puede confiar para resistir la presión estadounidense de un modo que garantice los intereses de los pueblos árabes tanto en Egipto como en Palestina.
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¿Cómo puede Egipto resistir una "segunda Nakba palestina"?
Las repercusiones de la propuesta del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sobre el desplazamiento de los palestinos de la Franja de Gaza hacia Egipto y Jordania siguen generando reacciones amplias.
Varios ministros israelíes expresaron su apoyo a la propuesta e instaron a su rápida implementación, mientras los gobiernos de Egipto y Jordania rechazaron la iniciativa y lo describieron el asunto como una línea roja.
Ello ocurre en un contexto de expectativa de una confrontación profunda en torno a esta cuestión, tanto a nivel diplomático y político como posiblemente económico.
Ideas de este tipo no son nuevas para el público árabe.
Durante más de quince meses, los políticos de derecha israelí Itamar Ben Gvir y Bezalel Smotrich, junto con el exgeneral Amir Avivi y el exembajador israelí en Estados Unidos, Danny Ayalon, exigieron llevar a cabo una segunda Nakba palestina, similar a la ocurrido en 1948, arrasar la Franja de Gaza y empujar a los gazatíes a huir a través del cruce de Rafah hacia Egipto en busca de refugio en la península del Sinaí.
Estas llamadas están en línea con un plan archivado del gobierno israelí para trasladar a la población de 2,3 millones de personas a la península del Sinaí y convertirla en un sustituto de Palestina.
La iniciativa incluye ofrecer apoyo financiero a los palestinos en Cisjordania y alentarlos a emigrar también.
El Instituto Miskav para la Seguridad Nacional y la Estrategia, dirigido por exfuncionarios de defensa y seguridad, publicó un documento el 17 de octubre de 2023 en el cual instaron a Benjamín Netanyahu a aprovechar la "oportunidad única y rara de evacuar toda la Franja de Gaza" y reubicar a los palestinos en Egipto.
Además, sugirió llevarlo a cabo por la fuerza si el desplazamiento voluntario fracasaba.
La derecha israelí defiende sus ideas como una medida preventiva para proteger a los civiles, mientras el ejército realiza operaciones militares contra las facciones armadas.
Es decir, los miembros de los partidos de derecha afirman que su propuesta tiene objetivos humanitarios, discurso similar al de Trump, quien consideró desplazar a 1,5 millones de personas de Gaza para garantizar vivan en un lugar libre de violencia, después que Gaza fuera convertido en un infierno durante muchos años.
Sin embargo, algunos miembros de las corrientes de derecha hablan abiertamente sobre la aceptación mundial del desplazamiento de los palestinos, tal y cuando fue creado “Israel” hace casi 76 años, y preguntan qué problema habría hoy en aceptarlo.
Una larga historia de intentos
Las sucesivas administraciones israelíes intentaron implementar planes para evacuar Gaza y reubicar a los palestinos en el Sinaí.
Después de la guerra de junio de 1967, las fuerzas de ocupación realizaron una violenta campaña contra los movimientos de resistencia dentro de los campos de refugiados en Gaza, trasladaron a 16 mil palestinos, cuyos hogares fueron destruidos, a la ciudad de Al-Arish en Egipto, la cual estaba bajo ocupación israelí en ese momento, mientras 12 mil parientes de los combatientes fueron movidos a nuevos campos en el desierto del Negev.
Cuando Gaza quedó desconectada en 2005, el jefe de seguridad nacional" israelí propuso a Egipto aceptara a una gran parte de la población de Gaza a cambio de tierras en el sur de "Israel", lo cual fue rechazado por el entonces presidente Hosni Mubarak.
Washington apoyó en varias ocasiones los planes israelíes. Después del desplazamiento de 200 mil refugiados palestinos de sus tierras a Gaza en marzo de 1949, como resultado de las masacres israelíes, la Casa Blanca respaldó la propuesta de la ONU para reubicar a decenas de miles de ellos en el desierto del Sinaí, supervisada por un veterano formulador de políticas estadounidense, John B. Blandford.
La Agencia de la ONU para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA) realizó una encuesta a principios de la década de 1950 para explorar la posibilidad de rehabilitar el desierto en el Sinaí, con el plan de que los refugiados participaran en nuevos proyectos de desarrollo agrícola y reintegrarse así en la economía egipcia.
Estados Unidos proporcionó la mayor parte de la financiación para el proyecto, estimado en unos 30 millones de dólares.
Pero el gobierno egipcio, respaldado por otros gobiernos árabes, rechazó en ese momento los planes de reubicación de los refugiados palestinos en el Sinaí, así como los proyectos de rehabilitación con fines políticos, en declaraciones públicas en la ONU, e insistió en que la solución al problema de los refugiados palestinos debía buscarse dentro de Palestina, no en ningún otro lugar.
Esto fue seguido por una fuerte protesta de los palestinos, donde miles protestaron en toda Gaza, y ello fue conocida como "Intifada de marzo", lo cual obligó a la UNRWA, a Estados Unidos y a los gobiernos árabes a abandonar los planes de reubicación.
¿Cómo puede Egipto resistir una "segunda Nakba palestina"?
De manera al lanzamiento de la amplia operación terrestre de las fuerzas de ocupación en respuesta a la operación Diluvio de Al-Aqsa, Egipto anunció su rechazo al desplazamiento de los palestinos, ya sea forzado o voluntario, al considerar la medida una manera de liquidar la causa palestina y realizar los sueños de los fundadores de "Israel" de heredar una tierra sin pueblo.
Además, El Cairo teme que los campos de refugiados sean convertidos en una nueva base para operaciones de resistencia, y podría arrastrar al país a un posible enfrentamiento militar con las fuerzas de ocupación o forzarlo a tomar medidas estrictas que le impongan más cargas financieras.
Contrario al expresidente Joe Biden, quien intentó presionar a Egipto para que aceptara la idea de la reubicación de manera implícita, Trump busca hoy atraer al gobierno egipcio y alentarlo abiertamente a aceptar este plan, y para ello ofrece diversos incentivos económicos en un momento en que El Cairo enfrenta una grave crisis de deuda, además de problemas relacionados con la provisión de divisas para cubrir sus necesidades de importación.
Al mismo tiempo, la administración estadounidense insinuó la posibilidad de utilizar todos los medios de presión para influir en la decisión egipcia y árabe en general.
El Cairo cuenta con un conjunto de cartas a utilizar para resistir las presiones de EE. UU. de manera que garantice los intereses del pueblo árabe en Egipto y Palestina. Estas pueden resumirse en los siguientes puntos:
Primero, no dejar que la opinión pública árabe sea presa de la propaganda estadounidense, y perseguir cualquier noticia publicada por los medios occidentales con desmentidos y aclaraciones, lo cual es el enfoque de la administración egipcia hasta ahora.
Por ejemplo, El Cairo desmintió la existencia de un contacto entre el presidente estadounidense, Donald Trump, y su homólogo egipcio, Abdel Fattah El-Sisi, sobre Gaza, horas después de que los medios que acompañaban a Trump informaran haber hablado con El-Sisi sobre la recepción de algunos refugiados palestinos de la Franja.
Segundo, construir un frente regional e internacional que rechace los proyectos de Washington y "Tel Aviv", al enfatizar que la implementación del plan no solo perjudica la causa palestina, sino también representa una amenaza para la estabilidad de la región en general.
Tercero, mantener una comunicación efectiva con los movimientos y organizaciones palestinas, apoyarlas en su rechazo al desplazamiento y en su llamado a aferrarse a las tierras de Cisjordania y Gaza, y dirigirse al mundo basado en la posición palestina, lo cual otorga a Egipto una carta de presión clave para frustrar los proyectos israelíes.
Cuarto, buscar por medio de la Liga Árabe la emisión de una posición unificada de rechazo a los planes de desplazamiento, y dar prioridad al asunto concerniente a los estados vitales, Egipto y Jordania, así como a Palestina, la causa central de los árabes.
Quinto, permitir que el pueblo egipcio, de todas sus facciones, exprese su apoyo a la causa palestina y su rechazo a cualquier plan que busque liquidarla a través del desplazamiento.
Cientos de miles de egipcios participaron en manifestaciones de apoyo a la resistencia palestina durante octubre de 2023, y ello fue considerado un mensaje político y popular de gran importancia.
Sexto, insinuar la posibilidad de revisar los arreglos de seguridad y militares impuestos por los Acuerdos de Camp David, y detener las facilidades logísticas proporcionadas a las fuerzas estadounidenses en el Canal de Suez y los aeropuertos, y evitar cualquier intento de imponer fuerzas de paz internacionales que puedan allanar el camino para la reubicación de los palestinos.
Séptimo, presentar quejas y objeciones en la ONU y la Unión Africana para rechazar cualquier intento de imponer soluciones ilegítimas a la causa palestina.
Octavo, continuar con las operaciones de combate al terrorismo del ejército egipcio para fortalecer el control sobre las tierras del Sinaí y prevenir cualquier movimiento ilegal, así como aumentar la vigilancia en las fronteras para evitar cualquier intento de desplazamiento forzado de los palestinos o la imposición de un hecho consumado en el Sinaí.
Noveno, implementar proyectos habitacionales, agrícolas e industriales para consolidar el control demográfico y hacer del Sinaí un entorno inviable para cualquier plan de reubicación, incentivando a los egipcios a trasladarse al Sinaí mediante la provisión de infraestructura avanzada, oportunidades laborales y ventajas económicas.
Décimo, enfatizar siempre que la solución justa radica en la creación de un Estado palestino en sus tierras ocupadas, y no en el desplazamiento de los palestinos a ningún otro país, continuar el apoyo a Gaza y proporcionar asistencia humanitaria y económica, y subrayar la no renuncia a ningún centímetro de tierra en el Sinaí.