Tres lugares del corazón de Al Quds
La Mezquita de Al-Aqsa, la iglesia del Santo Sepulcro y el muro Al-Buraq sobresalen entre las más famosas edificaciones de la ciudad sagrada.
Antes de la crucifixión de Jesús y el incidente de Isra y Mi'raj. Antes de la resurrección bíblica. Antes de la ocupación israelí. Antes, mucho antes: los jebuseos árabes establecieron su primer núcleo en una zona montañosa de la actual Al Quds (Jerusalén).
La llamaron "Jebus" y luego la nombraron "Ursalim", que significa ciudad de la paz o de Salem, en homenaje al dios cananeo del crepúsculo.
Su ciudad era relativamente pequeña y tenía una muralla en los alrededores, según piezas de tres mil años encontradas en la actualidad.
Otras excavaciones, realizadas a finales del siglo XX, revelaron que la historia de la región nació hace unos seis milenios.
Desde entonces, sus raíces antiguas y la ubicación entre el Mar Mediterráneo y el extremo norte del Mar Muerto la convirtieron en escenario de importantes eventos y en la urbe de valiosos monumentos arquitectónicos.
Mezquita Al-Aqsa
Entre las muchas edificaciones de Al Quds sobresale la Mezquita de Al-Aqsa, considerada el tercer santuario más sagrado del Islam, después de La Meca y Medina.
Según la tradición, el Profeta Muhammad viajó sobre una criatura llamada Al-Buraq hacia este lugar, durante el Isra y Mi'raj (la noche del ascenso).
Los historiadores difieren sobre la fecha de construcción del sitio, pero los hadices, los testimonios orales del Profeta transmitidos de generación en generación, mencionan que data de cuarenta años después de la Kaaba.
La mezquita consta de varios edificios y contiene puntos de referencia que suman hasta 200, incluidos los pórticos, los nichos, las cúpulas, los minaretes y los pozos.
Hace unos pocos días, el complejo religioso sufrió daños como consecuencia de los ataques de las fuerzas israelíes.
En otras ocasiones la entidad usurpadora también ultrajo la mezquita en su intento por destruir la identidad islámica de Al Quds.
Así, por ejemplo, hace 55 años los colonos iniciaron excavaciones bajo la institución con el pretexto de buscar el Templo de Salomón.
Estas acciones recibieron condena internacional, no obstante, los sionistas continuaron las perforaciones y en 2016 abrieron uno de los agujeros más grandes en presencia de su ministra de Cultura, Miri Regev.
La Iglesia del Santo Sepulcro
La Ciudad Vieja de Al Quds resguarda la Iglesia del Santo Sepulcro en el lugar de la crucifixión de Jesús, según la Santa Biblia.
Su construcción comenzó en la época bizantina por iniciativa de Helena, la madre del emperador Constantino.
A lo largo de los años, la edificación sufrió afectaciones debido a las guerras, pero siempre los ciudadanos la restauraron.
En el año 1187, el sultán Salah al-Din al-Ayyubi liberó la urbe de los cruzados, y encomendó a la familia musulmana Jouda al-Husseini la custodia de las llaves de la iglesia, con la aprobación y bendición de los jefes de Estado.
También pidió a la familia Nusibeh, descendiente del Profeta Muhammad, la tarea de abrir y cerrar las puertas para evitar que los gobernantes demolieran el lugar y tomaran medidas drásticas contra los cristianos.
Muro Al-Buraq
En la parte adyacente a la Puerta Mughrabi (Puerta Marroquí), en la Jerusalén ocupada, está el muro el Al-Buraq.
Los judíos lo llaman el “Muro de los Lamentos”, porque sus oraciones en él toman la forma de llanto y lamento, según afirman.
Sin embargo, documentos históricos en posesión de los habitantes de Al Quds refutan los señalamientos israelíes sobre su derecho al corredor.
De acuerdo con los textos, el muro fue una construcción creada para permitir el paso de los residentes de la localidad de Mughrabi y otros musulmanes en su camino hacia la Mezquita Al-Buraq y el Santuario Noble.
Hasta después de la "Declaración Balfour" británica en 1917, que estableció la posibilidad de un "hogar" judío en Palestina, los devotos de esa religión no utilizaban las paredes como lugar de culto.
Junto a este sitio en Al Quds también destacan las puertas, las murallas y los barrios. Todos ellos en su conjunto e incluso sus topónimos guardan los relatos de la ciudad sagrada.