Los derechos humanos “Made in Trump”
Los disturbios en Estados Unidos que estallaron después del asesinato de George Floyd, llaman a la reflexión sobre la real defensa de los derechos humanos en ese gran país del Norte.
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Protestas en varias ciudades Estados Unidos por muerte de George Floyd.
Los disturbios en Estados Unidos que estallaron después del asesinato de George Floyd, llaman a la reflexión sobre la real defensa de los derechos humanos en ese gran país del Norte.
Bajo Donald Trump, la Unión ha llegado a los niveles de otros países que hubieran sido la comidilla en las documentaciones de grupos humanitarios con sede en el gigante norteamericano.
¿Periodistas y manifestantes cegados y mutilados por la policía local? ¿Un líder demagógico provocando ira contra la prensa libre? ¿Las fuerzas de seguridad apuntando a manifestantes desarmados con aparente impunidad e incluso lanzado vehículos contra las multitudes?, recalca una nota de The Washington Post.
Y mientras, el mundo presta atención a las protestas dirigidas por Black Lives Matter con repercusiones en Londres, Berlín y Toronto.
Miles marcharon por Trafalgar Square, los futbolistas en Alemania y deportistas estelares manifestaron su solidaridad con George Floyd y otras víctimas negras de la brutalidad policial norteamericano.
En El Líbano, donde las protestas masivas antigubernamentales sacudieron Beirut, la capital, y otras ciudades, el “hashtag” más popular pasó a ser el referido a los levantamientos estadounidenses.
Los adversarios de Estados Unidos también ofrecen sus puntos de vista, apunta The Washington Post.
“Este incidente está lejos de ser el primero de una serie de conductas ilegales y violencia injustificada de las fuerzas del orden público en Estados Unidos”, dijo el Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia en un comunicado.
En Irán, hicieron lo mismo. “Si eres de piel oscura en Estados Unidos, no puedes estar seguro de que estarás vivo en los próximos minutos”, expresaba un tuit de una cuenta asociada con el líder supremo de la Revolución Islámica, ayatolá Ali Khamenei,
Y luego China.
Ya involucrados en una confrontación geopolítica en espiral, Beijing aprovechó para rechazar los mensajes sobre Hong Kong del gobierno de Trump que acusa al del gigante asiático por imponer restricciones de autonomía al enclave.
“El momento de los disturbios actuales en los Estados Unidos no podría ser mejor para los propósitos de China”, escribió la periodista del Post Anna Fifield.
No es el ascenso de China lo que da miedo, dicen las autoridades entre líneas, sino el declive de Estados Unidos, suscribió la reportera.
También alimenta la opinión predominante en Beijing de que todas las acciones de Washington están diseñadas para detener el surgimiento de China y su temor a que ocupe el lugar la Casa Blanca cree le corresponde en la jerarquía global.
El asesor de seguridad nacional, Robert C. O'Brien, en una comparecencia en el programa This Week, de ABC, alegó: “Nuestra gente protesta. Solicitan reparación a su gobierno. Y estamos con los manifestantes”.
Aunque después denunció que en las manifestaciones hay elementos radicales y agitadores externos, un guion familiar para cualquiera que analice los temas de discusión pro Beijing en el levantamiento ocurrido el último año en Hong Kong.
La postura de Estados Unidos no incluye defensa alguna de la propiedad privada, Trump, después de todo, se alegraba de las destructivas protestas de los chalecos amarillos en Francia, porque de alguna manera le daba argumentos para enfrentar el activismo climático del presidente francés, Emmanuel Macron.
Y al igual que el rechazo de Beijing a los manifestantes de Hong Kong, Trump tampoco muestra empatía alguna por las quejas de los estadounidenses que se levantan contra el racismo del sistema.
Los derechos humanos que defiende el jefe de la Casa Blanca son los de su conveniencia y los que no lo contradicen.