Manifestantes de Sri Lanka devolverán los edificios oficiales
Los manifestantes antigubernamentales de Sri Lanka han anunciado el fin de su ocupación de edificios gubernamentales tras extensas conversaciones.
Los manifestantes antigubernamentales de Sri Lanka anunciaron este jueves el fin de su ocupación de edificios gubernamentales y prometieron continuar su campaña para deponer al presidente y al primer ministro, teniendo en cuenta la catastrófica situación económica del país.
Los indignados asaltaron el fin de semana el palacio del presidente Gotabaya Rajapaksa, obligándole a marcharse a las Maldivas al día siguiente, y más tarde asaltaron también el despacho del primer ministro Ranil Wickremesinghe. Rajapaksa había prometido dimitir el miércoles, pero no ha hecho ninguna declaración.
En su ausencia, Rajapaksa nombró al primer ministro como presidente en funciones, quien ordenó la evacuación de los edificios oficiales y dio instrucciones al personal de seguridad para que hiciera "todo lo necesario para restablecer el orden.
"Nos retiramos pacíficamente del Palacio Presidencial, de la Secretaría Presidencial y de la Oficina del Primer Ministro con efecto inmediato, pero continuaremos nuestra lucha", dijo una portavoz de los manifestantes.
Cientos de miles de personas realizaron sentadas en el recinto después de que Rajapaksa huyera y sus guardias de seguridad se retiraran.
Wickremesinghe afirmó en televisión, después que miles de manifestantes asaltaran su oficina en Colombo, que "los que vienen a mi oficina quieren impedirme cumplir con mi deber como presidente en funciones".
"No podemos permitir que los fascistas tomen el poder. Por eso he declarado la emergencia en todo el país y el toque de queda", añadió.
Crisis económica
La agitación política en Sri Lanka, unida a la peor crisis económica de las últimas siete décadas, se ha visto agravada por una grave escasez de divisas, que ha frenado las importaciones de productos básicos como el combustible, los alimentos y los medicamentos.
La crisis financiera surgió como consecuencia de la pandemia de la COVID-19, que devastó la economía dependiente del turismo y redujo las remesas de los trabajadores en el extranjero.
La situación se ha visto agravada por la enorme y creciente deuda del gobierno, el aumento de los precios del petróleo y la prohibición de importar fertilizantes químicos durante siete meses el año pasado, que devastó la agricultura.
La gasolina ha sido severamente racionada, y se han formado largas colas frente a las tiendas de gas para cocinar. Para ahorrar combustible, el gobierno ha pedido a la gente que trabaje desde casa y ha cerrado las escuelas. La inflación general en este país de 22 millones de habitantes alcanzó el 54,6% el mes pasado, y el banco central ha advertido que podría llegar al 70% en los próximos meses.