Sabra y Chatila: tres días para masacrar inocentes
El 16 de septiembre de 1982 es sin dudas una de las fechas más oscuras en la historia de la humanidad. Durante tres días miembros de la Falange Libanesa, armados y dirigidos por el Ejército de Israel perpetraron una masacre en los campos de refugiados de palestinos de Sabra y Chatila en Líbano. Fueron asesinados al menos tres mil 800 personas en su mayoría, mujeres y niños.
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Los cuerpos de los más de tres mil inocentes masacrados fueron dejados en las calles de los campos de Sabra y Chatila.
Hace 40 años, el mundo miraba con asombro las fotografías de los cuerpos de cientos de mujeres, niños y ancianos que fueron asesinados en Sabra y Chatila, y sus cadáveres fueron mutilados.
Entre el 16 y 18 de septiembre de 1982, con la complicidad de “Israel”, las fuerzas de la Falange Libanesa masacraron a la población palestina refugiada en los campamentos de Sabra y Chatila, al sur de Beirut.
Tres días fueron suficientes para cometer la mayor masacre sangrienta de inocentes en los asentamientos, la cual tuvo lugar en medio del silencio árabe y del resto del mundo.
Armados con ametralladoras, pistolas, cuchillos, machetes y hachas, los militares estuvieron tres días y sus noches matando, violando y descuartizando a niños, mujeres y ancianos inocentes e indefensos, y arrojaron sus cuerpos a la intemperie, así como condujeron a enfermeros y médicos del Hospital de Acre a otros parajes, donde fueron liquidados.
Lo sucedido cambió el destino y acabo con la vida de miles de personas.
Los testimonios difieren en cuanto a cuándo comenzó la masacre, porque cada testigo cuenta lo que vio en su calle o barrio. Algunos residentes vieron a las milicias atacantes agrupadas y preparándose para el asalto, mientras que otros se sorprendieron al encontrarlos dentro de sus casas.
Así, la hora de entrada, según decenas de testimonios, oscila entre las cinco y las seis y media de la tarde del jueves 16 de septiembre, pero todos concuerdan en que la primera hora “terrible” coincidió con la puesta del sol.
DÍA UNO
En los primeros momentos, las fuerzas de ocupación israelíes avanzaron hacia la ciudad de Beirut para sitiarla desde varios ejes, y las fuerzas invasoras rodearon los campamentos de refugiados palestinos de Sabra y Chatila desde todas las direcciones.
Tres divisiones de las Falanges Libanesas entraron en los campos con el pretexto de buscar a mil 500 militantes, a pesar de que todos sabían que era imposible después de que los combatientes de la Organización para la Liberación abandonaron Beirut y en los campamentos ya no había siquiera un arma.
Testigos de los vecinos de la localidad de Choueifat dijeron al Washington Post que a las tres de la tarde del jueves vieron un convoy de camiones y jeeps con las insignias de la milicia Saad Haddad que pasaba por Choueifat, para luego tomar una carretera controlada por la ocupación israelí y que conduce al extremo sur de la pista occidental del aeropuerto de Beirut, paralela a la línea costera donde hay emplazamientos militares israelíes.
Otro convoy de transporte de tropas llegaba al mismo tiempo desde el este de Beirut y luego giraba hacia la misma carretera que conducía al aeropuerto. A lo largo del camino veía la insignia de las Fuerzas Libanesas.
Desde las primeras horas de ingresar al campamento y asediarlo, las milicias armadas han recurrido al método de tortura y asesinato indiscriminado, disparando a la población civil inocente sin distinción de identidad, edad o género de los residentes.
Además de los bombardeos de artillería, que continuaron durante toda la jornada del jueves, de manera escalonada, los francotiradores de las fuerzas israelíes cazaban a la población asediada hasta comprobar que las calles estaban casi vacías de peatones y que la mayoría de los vecinos se pasaban a los refugios o se escondían en el interior de las viviendas.
Al ponerse el sol, los residentes esperaban ansiosamente el regreso de la "delegación de paz" de los hombres del campamento. Algunos de ellos comenzaban a sentir desesperación y miedo y se preguntaban: ¿Qué les sucedió realmente? ¿Han llegado al cuartel general del mando israelí? Y si llegaron y dijeron que los residentes del campamento no quieren pelear, entonces ¿por qué continúa el brutal bombardeo? Desafortunadamente, los residentes de Sabra y Chatila tuvieron que esperar días para saber que ninguno de los hombres de la delegación regresaría.
DÍA DOS
La madrugada del viernes llegaron al campamento los refuerzos militares de los atacantes, y desde la madrugada comenzaron a escucharse en toda Chatila los gritos: "Ríndete, te salvas". Pero si alguien pudiera transitar por las calles y callejones de toda la región de Chatila, descubriría, sin ningún problema, que no era cierto, pues los caminos y callejones estaban llenos de cadáveres.
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Las calles estaban cubiertas de cadáveres.
En cuanto a los asustados que llenaban los refugios, algunos lograron escapar, pero la mayor parte fueron asesinados dentro de los refugios y en más de uno, los escondidos fueron quemados con bombas de fósforo o asesinados a tiros.
A esto se suman los albergues que permanecieron llenos de personas hasta el viernes, cuando enfrentaron la muerte, como el día anterior.
En este día los hechos se intensificaron y los asesinos llegaron al barrio de Dokhi en el campamento de Chatila. Entraron en las casas y masacraron a decenas de civiles desarmados en sus interiores.
La calle principal que se extiende desde lo que hoy se llama Estación Rihab hasta el Campo Chatila, se llenó de cadáveres de mujeres, niños y ancianos. Los asesinos agruparon a los vecinos que quedaban y los transportaron en camiones a lugares desconocidos. Después de eso ya fueron mártires o desaparecidos.
El viernes fue el día del asalto al Hospital de Acre de la Sociedad de la Media Luna Roja Palestina, que está cerca del campo de refugiados de Chatila. Allí estaba estacionada una fuerza militar israelí, que entró con los asesinos en el hospital y mataron a pacientes, médicos y enfermeras.
Las balas hacia mujeres, niños, ancianos y jóvenes no cesaron en ese día, en una operación que se califica como genocidio total. Hubo muchas historias que probaron la criminalidad de los militantes en ese momento, como el testimonio de paramédicos de la Cruz Roja Internacional que aseguran que cuando llegaron al hospital el viernes, vieron bebés quemados y tendidos en el suelo.
Muchas personas sobrevivieron este día por casualidad, pero los avistamientos de cadáveres los convirtieron en “vivos muertos" tal como lo describe uno los sobrevivientes. En la entrada del hospital "se amontonaron los cadáveres de los pacientes que intentaron salir para salvarse", cuenta.
DÍA TRES
La masacre continuó con todo su horror hasta la mañana del sábado 18 de septiembre, cuando los asesinos abandonaron el campamento al sentir que el "olor a crimen se había extendido" sobre los escombros de muerte y destrucción. Sin embargo, la retirada no tuvo lugar desde el interior de Sabra y Chatila hasta el mediodía y en la tarde en todo el resto de la zona.
Las horas de este tercer día fueron testigo de todas las prácticas agresivas que se cometieron en los dos primeras jornadas contra los vecinos. De hecho, ese viernes se superaron los secuestros y asesinatos en masa. También se destacó en la humillación de la población a lo largo del camino. En esa "última marcha" los militantes condujeron a la población como "ovejas".
La concentración de los pobladores se inició desde la madrugada del sábado, desde las afueras de Sabra y subcalles de Chatila, salvo el propio campamento y sus alcantarillas, donde no entró ninguno de los atacantes. El más importante centro de concentración desde las horas de la madrugada, fue la plaza Sabra y frente a la sede de la Media Luna Roja Palestina.
Pasadas las siete de la mañana, esa “última marcha” partía desde la Plaza de Sabra, pasando por la Calle Sabra hacia el sur, conectada con la avenida principal de Chatila, luego a la derecha hacia la Embajada de Kuwait, y desde la rotonda de la embajada a la derecha hacia la Ciudad Deportiva. Muchos residentes regresaron a casa, pero no todos.
En Sabra no sabían lo que estaba pasando, incluso aquellos que viven cerca o en contacto con Chatila. Esto no era sorprendente ya que la noticia no había sido anunciada y el bombardeo israelí continuaban obligando a la gente a quedarse en sus casas.
Hombres armados irrumpieron en el Hospital Gaza en Sabra aproximadamente a las siete de la mañana del sábado, donde ya se conocía lo sucedido el día anterior en el hospital de Acre.
Solo un número limitado de pacientes y un grupo de médicos y enfermeras extranjeros estaban en el hospital cuando fue asaltado, quienes se negaron a irse para proteger a los enfermos y al hospital.
Ese centro hospitalario estaba considerado el primero en tamaño, construcción e importancia entre los establecidos por la Media Luna Roja Palestina en Beirut, y era el vínculo con varios hospitales libaneses.
En esa última noche en el hospital de Gaza, ninguno de los miembros del personal médico a cargo sabía que era la última noche de masacre y dolor, pero todos sabían la gravedad de la situación.
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Sabra y Chatila: tres días para masacrar inocentes
Se sentían olvidados en una isla remota, nadie preguntaba por ellos. Incluso cuando intentaron escuchar la radio, no pudieron saber lo que realmente estaba pasando afuera, a unos pocos metros de ellos, ni quién estaba bombardeando afuera.
La saña criminal israelí provocó el repudio internacional a gran escala, obligando al sionismo a dar una respuesta institucional para lavar sus culpas. La Asamblea General de la ONU declaró que la masacre fue un “acto de genocidio”, bajo la Resolución 37/123.
Bajo esa presión fue convocada una comisión que concluyó que la barbarie fue exclusivamente cometida por “irresponsabilidad” de Ariel Sharon, el que permaneció impune y años más tarde fue elegido primer ministro.
Los crímenes impunes de Sabra y Chatila se perpetúan en el terrorismo del Estado sionista y el porvenir de los doce campos de refugiados en existencia de Líbano y la enorme diáspora palestina que está diseminada por el mundo sin derecho de retorno a sus tierras originarias, bajo entera responsabilidad del Estado de Israel, las burguesías árabes y el establishment internacional.