“Chan Chan”: El clásico de la música de Cuba llegó a Broadway
“Chan Chan” llegó a Broadway como parte del musical Buena Vista, presentado en el Gerald Schoenfeld Theater, y causa sensación entre el público neoyorkino.
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“Chan Chan”: El clásico de la música de Cuba llegó a Broadway.
Una noche de 1984, el cantante y guitarrista de Cuba Compay Segundo escuchó en sueños las cuatro notas iniciales de la que sería su canción emblemática: Chan Chan.
Escribió la letra inspirado en un cuento infantil de su niñez, y el tema resultó un relato hipnótico y distintivo de la vida campesina en la mayor de las Antillas.
Aunque ganó seguidores regionales en la voz del compositor Eliades Ochoa, el número devino un fenómeno tras su grabación en 1996, por un grupo de célebres músicos nacionales, reunidos para un álbum de 10 canciones que llevó por nombre Buena Vista Social Club.
Chan Chan no entró en la categoría de sencillo, pero el público la reprodujo en Spotify en más de 250 millones de ocasiones hasta la fecha, casi tres veces por encima de cualquier otra pieza del álbum.
Tras su éxito mundial, la obra llegó a Broadway, como parte del musical Buena Vista, presentado en el Gerald Schoenfeld Theater.
Uno de los retos, según el guionista del show, Marco Ramírez, fue mezclar ese hit melancólico y atmosférico con el espíritu vivaz de la obra en general, que transcurre entre 1956 y 1996.
Dean Sharenow, supervisor de la producción, señaló que el espectáculo no solo luchó por encontrar el uso adecuado de la canción, sino también la forma de equilibrar las composiciones en español y los diálogos en inglés.
Finalmente, el emblemático tema encontró su sitio en el giro dramático del musical, cuando la joven cantante de la década de 1950, Omara Portuondo, decidió entre volar a Nueva York con su hermana para cumplir un codiciado contrato de grabación o quedarse en La Habana, mientras la Revolución comenzaba.
“Ese momento de la ruptura familiar representó la fractura del país, entre la gente que migraba y la que permanecía en su tierra”, dijo el director de la puesta en escena, Saheem Ali.
Por única vez, en esta composición la melodía apareció más como banda sonora que como representación escénica, al no ser interpretada por los actores en el centro de la plataforma.
Respecto al baile, la coreógrafa Patricia Delgado señaló que la pieza artística requirió una colaboración más estrecha por parte del equipo creativo, en comparación con otros temas, pues era muy difícil trabajar si no estaban todos los departamentos vinculados.
El presidente de la discográfica Nonesuch Records, David Bither, recordó que, desde el primer playback del proyecto, había algo mágico en el número.
Así lo sintió también el nuevo público, más de cuatro décadas después que Compay Segundo escribiera una sencilla canción con la letra de un cuento popular.
Sus inconfundibles notas iniciales arrancaron aplausos en las presentaciones sobre las tablas neoyorkinas, y luego el público quedaba en silencio, para recibir una historia narrada de forma diferente.
El estribillo “De alto Cedro voy para Marcané/ Llego a Cueto, voy para Mayarí” recordó la autenticidad de la cultura cubana, desde el corazón del teatro en Estados Unidos, en una serie de espectáculos que bajaron su telón hace apenas unos días.