Desembarco del yate Granma en 1956: así llegó a Cuba
El mal tiempo, el sobrepeso de la nave y averías en el motor retrasaron la travesía, impidiéndoles llegar el 30 de noviembre.
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Historia del Granma: cómo fue el desembarco de 1956 en Cuba
Hace 69 años desembarcó en aguas cubanas un pequeño yate blanco cuyo nombre marcaría la historia de la Isla caribeña, Granma.
Sobre su cubierta, 82 hombres viajaron con la mirada puesta en el horizonte y la única seguridad de ser “libres o mártires”.
Eso se los advirtió su líder, Fidel Castro, antes de zarpar el 25 de noviembre de 1956 desde las costas de Veracruz, tras meses de preparación en México.
Al llegar a ese país un año antes, el joven abogado declaró:
“Las puertas adecuadas a la lucha civil me las han cerrado todas. Como martiano, pienso que llegó la hora de tomar los derechos y no pedirlos, de arrancarlos en vez de mendigarlos. La paciencia cubana tiene límites (…) De viajes como este no se regresa, o se regresa con la tiranía descabezada a los pies".
El mar recibió a los expedicionarios con un clima implacable. El mal tiempo, el sobrepeso de la nave y averías en el motor retrasaron la travesía, impidiéndoles llegar el 30 de noviembre, como estaba previsto.
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Finalmente tocaron tierra dos días después. El Comandante de la Revolución, Juan Almeida Bosque, relató que durante el desembarco el agua les llegaba hasta la barbilla:
“Primero el agua les da por la cintura, al pecho, a la barbilla (…) Nuevamente bajo el cuello, al pecho. Con la soga que tienen en la mano llegan al mangle y la amarran. Ahora bajan uno a uno. Los hombres más gruesos al tirarse se entierran en el fango; los más livianos tienen que ayudarlos a salir”.
Pronto, las fuerzas de la dictadura batistiana supieron del arribo por Playa Las Coloradas, en el oriente del país.
Aun bajo el fuego de la aviación, los expedicionarios continuaron su avance con un único objetivo: alcanzar la Sierra Maestra, que se convertiría en el principal escenario de combate durante los dos años siguientes.
Sobre aquel momento, Ernesto Che Guevara escribiría después: “Quedamos en tierra firme, a la deriva, dando traspiés, constituyendo un ejército de sombras, de fantasmas, que caminaban como siguiendo el impulso de algún mecanismo psíquico”.
La llegada de aquella fuerza disciplinada y consciente marcó el comienzo del fin para la dictadura de Fulgencio Batista.
Desde ese instante se inició la guerra de guerrillas en las montañas orientales, donde el esfuerzo, la sangre y la voluntad de hombres y mujeres forjaron la Revolución que alcanzaría su triunfo el 1 de enero de 1959.
Al Mayadeen Español