Contaminante en la atmósfera occidental enciende las alarmas
Un estudio descubrió, específicamente en Oklahoma, parafinas cloradas de cadena media, un tipo de contaminante orgánico.
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Primer químico tóxico registrado en el aire.
Investigadores de la Universidad de Colorado, en Estados Unidos, hallaron por primera vez una sustancia química tóxica en el aire en el hemisferio occidental del planeta.
El estudio descubrió, específicamente en Oklahoma, parafinas cloradas de cadena media (MCCP), un tipo de contaminante orgánico, actualmente bajo consideración para su regulación por parte del Convenio de Estocolmo.
Un encuentro casual
Mientras utilizaban un instrumento de alta tecnología para medir la formación y crecimiento de partículas de aerosol en la atmósfera, los especialistas descubrieron los MCCP.
El equipo estudió el ambiente en un centro agrícola las 24 horas del día durante un mes y, mientras catalogaba los datos, llegó la sorpresa.
“Identificamos el elemento, pero aún no sabemos exactamente qué hace en el aire y es necesario comprenderlo más a fondo”, dijo el autor principal de la investigación, Daniel Katz.
Los MCCP tienen aplicación en fluidos para la metalurgia y en la construcción de PVC y textiles.
A menudo integran aguas residuales y, como resultado, corren el riesgo de terminar en fertilizantes biosólidos, generados al extraer líquido en una planta de tratamiento.
En el hallazgo, los investigadores sospechan que los MCCP provenían de los campos cercanos a donde instalaron su instrumento.
Para Katz, este contaminante es similar a las sustancias químicas tóxicas de larga duración que se descomponen lentamente, y el próximo paso es medirlo en varios momentos del año para comprender cómo cambian sus niveles en cada estación.
Algunos precedentes
Si bien algunos elementos nocivos fueron registrados anteriormente en el aire de la Antártida y Asia, los expertos no sabían hasta ahora cómo documentarlos en Occidente.
Uno de ellos, la parafina colorada de cadena corta, está regulado actualmente por el Convenio de Estocolmo, pues transita grandes distancias y permanece mucho tiempo en la atmósfera, con efectos perjudiciales para la salud humana.