El invierno es la temporada para enfermar. Resfriados y estornudos son habituales durante los meses más fríos, y tendemos a asociar el clima con esto.

Sin embargo, los expertos sugieren que esta conexión entre las bajas temperaturas y los gripales evolucionaron de una confusión.

En realidad, son los gérmenes los que afectan a los seres humanos en términos de los padecimientos infecciosos, no el frío en sí mismo.

Para explicar por qué muchas personas son más vulnerables durante esta época del año, los investigadores mencionan varias razones, como la baja humedad, que favorece la supervivencia de los virus del resfriado.

Además, la disminución de la humedad en el aire reseca el revestimiento de la mucosa nasal, que es una barrera esencial para el sistema inmunológico.

También el encerrarse en espacios mal ventilados incrementa con mayor frecuencia la exposición de gérmenes.

Por otra parte, una investigación realizada por la Universidad de Yale demostró que cuando hace frío, la respuesta inmune es más lenta.

Si bien salir al exterior sin una chaqueta no causa un resfriado, la hipotermia (la disminución de la temperatura del cuerpo) sí suprime la inmunidad. 

Un curioso estudio de la Universidad de Cardiff mostró que tener los pies fríos también provoca con mayor facilidad un resfriamiento.  

Lo más importante es protegerse contra los gérmenes cuando estemos cerca de otras personas. No está de más lavarse las manos de forma correcta con frecuencia y usar un pañuelo para cubrirse la boca.