Cuba: elecciones y mensajes
El autor analiza las circunstancias actuales en las que Cuba irá a las urnas este domingo 26 de marzo, para elegir a los integrantes de la Asamblea Nacional del Poder Popular, quienes los representarán en los próximos cinco años.
El próximo domingo 26 de marzo Cuba desarrollará las elecciones nacionales. Más de ocho millones de votantes están convocados para elegir a los diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular, órgano supremo del poder del Estado con potestad constituyente y legislativa.
Entre las facultades de este Parlamento están elegir entre sus miembros al presidente y vicepresidente de la República, y designar al Primer Ministro y demás miembros del Consejo de Ministros.
También debe nombrar al presidente del Tribunal Supremo Popular y sus magistrados, al Fiscal General y al Contralor General, así como al presidente y demás miembros del Consejo Electoral Nacional.
Estas son algunas de las altas y decisivas responsabilidades de este órgano crucial en la estructura del sistema político de la Isla, tildado por la prensa corporativa internacional como una dictadura, mientras oculta los resortes que transparentan la democracia socialista de la mayor de las Antillas.
Uno de los elementos que caracterizan al sistema cubano es la ausencia de partidos en pugna. La selección de los candidatos a diputados recae en una Comisión de Candidaturas que actúa en los niveles municipal, provincial y nacional. Sus integrantes son representantes de organizaciones sociales, comunitarias, sindicales, estudiantiles, de mujeres y campesinos, por lo que la inmensa mayoría del pueblo está representado en las mismas.
La cantera principal de esas candidaturas son los delegados de cada circunscripción del país, electos en los comicios municipales, los cuales forman, además las Asambleas Municipales, centro del poder local.
En la lista de precandidatos, las propias organizaciones incluyen también a personalidades de relieve nacional y provincial con capacidad y méritos para encarnar los intereses del pueblo en la Asamblea Nacional.
Una vez elaboradas las listas de precandidatos, son analizadas, aprobadas o desaprobadas por las Asambleas Municipales, para luego quedar oficialmente conformada la candidatura al Parlamento por cada territorio, cuyo número está en dependencia de la densidad demográfica.
Tras pasar estos “filtros” populares, los propuestos por cada lugar tendrán que enfrentar el veredicto de los votantes, los cuales decidirán finalmente este 26 de marzo.
Para ser presidente y vicepresidente de la República deben ser elegidos como diputados y haber transitado todo el proceso descrito anteriormente,
Mensajes
Cuando Donald Trump llegó al poder cumplió su promesa de desechar todo lo avanzado en el trascurso gradual de normalización de las relaciones entre Cuba y EE.UU., iniciado por los entonces mandatarios Raúl Castro y Barack Obama.
El empresario presidente implementó más de 240 medidas agresivas contra a Isla, especialmente en el campo comercial y financiero, con graves afectaciones a la vida diaria de los cubanos y a la economía del país, situación que se agravó aún más por los efectos globales de la pandemia de la covid-19 y posteriormente por la guerra en Europa.
Desde entonces y hasta hoy, Cuba realizó cinco procesos de votación popular, tres elecciones y dos referendos, cuyos resultados legitimaron el sistema político isleño y mostraron el mayoritario consenso en torno a la Revolución.
En los sufragios municipales de 2017, el 89,02 por ciento del electorado asistió a las urnas, a las nacionales del año siguiente acudió el 85,65 por ciento.
En el referendo constitucional de 2019 se aprobó la Carta Magna que rige hoy, en la cual se ratifica el socialismo como modelo sociopolítico. El 90,15 por ciento de los cubanos aptos para votar participaron en el sufragio, lo que representó la mayor prueba de legitimidad de la Revolución y de su sistema democrático y político en los últimos seis años.
Los tres años siguientes fueron una prueba de fuego para la pequeña nación caribeña. La pandemia de la covid-19 significó un reto extraordinario. Ningún país en el mundo tuvo que enfrentar ese desafío sanitario en las condiciones que lo hizo la Isla.
De manera oportunista el cerco económico de EE.UU. se ensañó con el pueblo cubano dejándolo a merced de sus propias fuerzas y obstaculizando la importación de suministros médicos y oxígeno.
Sin embargo, la historia es conocida. Cuba venció la pandemia, al punto de llegar a producir cinco candidatos vacunales, de ellos tres oficialmente vacunas, y confeccionar sus propios protocolos médicos para enfrentar la enfermedad.
No obstante, la economía del país se resintió profundamente con una caída del PIB de más del 11 por ciento debido a los efectos globales del virus y la guerra en Ucrania.
La escases de alimentos y medicamentos, la limitada generación eléctrica, la tensión en el transporte debido a la falta de combustibles y piezas de repuesto, y el desgaste provocado por la covid-19 confluyeron en un contexto marcado por el recrudecimiento de los planes subversivos anticubanos que buscaban el estallido social.
Los sucesos de julio de 2021 fueron el clímax del plan oportunista de EE.UU, pero la respuesta revolucionaria y popular fue contundente. A partir de ese momento se inició una ofensiva dirigida a no dar espacio al accionar contrarrevolucionario y al mismo tiempo atender, a pesar de los pocos recursos, determinados problemas sociales urgentes.
En medio de esa coyuntura, el gobierno, en una decisión que demostró apego a la ley y confianza en la estabilidad política del país, mantuvo el cronograma comicial previsto.
En el segundo semestre de 2022, vencida la pandemia y con Biden aun apostando al colapso del país, se refrendó un modernísimo Código de las familias con una participación del 74,12 por ciento de los electores. Más tarde, en noviembre de ese año, se efectuaron las elecciones municipales en las que participó el 68,58 por ciento de los inscritos.
Las cifras expresan una clara tendencia a la baja en la participación electoral, que en el caso de Cuba llama la atención pues la asistencia popular en este tipo de procesos políticos siempre ha sido mucho mayor.
Sin embargo, el análisis de los números no puede soslayar el contexto social y económico de la Isla, donde la crisis actual tiene en tensión todo el sistema, especialmente los resortes movilizativos. Tampoco se puede obviar la campaña de desinformación y desmotivación permanente desarrollada por un esquema multimedial, diseñado y financiado por EE.UU.
Frente a esta realidad, el cumplimiento del cronograma electoral es una prueba de valentía política de los líderes cubanos y de la militancia revolucionaria de la Isla. No caben dudas de que la mayoría respaldan a la Revolución, al margen de las crecientes insatisfacciones económicas y sociales.
Mantener los comicios en este adverso escenario es también un mensaje de estabilidad y confianza políticas, en contraste con cualquier interpretación que sugiera o afirme que esos últimos niveles de asistencia indican, de manera mecánica, un descenso del respaldo popular a la Revolución.
Considerar que existe una sedimentación progresiva de una masa crítica potencialmente sensible a una agenda no revolucionaria solo sirve a Washington para mantener el vector actual de su política hostil hacia la Isla.
En consecuencia, la apuesta desde el norte es muy clara: recrudecer la guerra económica y la política de “máxima presión”, con el fin de continuar el desgaste y erosionar el respaldo popular y la unidad nacional.
Mientras tanto, en Cuba la meta es realizar unos comicios ajustados a las circunstancias actuales, transparentes como pocos en el mundo y con una participación popular consciente de lo que se juega la nación, al margen de las dificultades que vivimos diariamente.
La actual candidatura a la Asamblea Nacional es representativa de todos los sectores y de todos los intereses; refleja el natural proceso de ajustes que el sistema político cubano implementa en aras de perfeccionar su democracia y alcanzar mayores niveles de participación, representatividad, y eficacia legislativa y fiscalizadora del ente asambleario.
En 1993, justo en el momento que Cuba perdía sus principales aliados políticos y económicos con el derrumbe del socialismo en la Unión Soviética y Europa del Este, el Comandante en Jefe Fidel Castro, de cara a un proceso electoral nacional, afirmó: “hace falta una victoria enérgica y contundente que muestre al enemigo nuestra fuerza y unidad cuando quiere dividirnos, debilitarnos, desmoralizarnos”.
Con esta máxima iremos los cubanos a las urnas el próximo 26 de marzo a elegir a los diputados que nos representarán durante los próximos cinco años y a enviar al mundo un mensaje claro de unidad en torno al socialismo y la Revolución.