Estados Unidos, un socio peligroso en inmigración
Considerada por el autor una "bomba de tiempo", la migración hacia el norte carece de humanismo en su concepción y su práctica.
En los primeros años de este siglo, no fueron pocos los expertos que anticiparon que la emigración se convertiría en una “bomba de tiempo”, la cual impactaría en el poderoso vecino del norte si no se tomaban acciones y se adoptaban reformas de las leyes con una visión más humanista, integral e incluyente.
El expresidente Barack Obama (2009-2017) perdió una gran oportunidad cuando no aprovechó una mayoría de 59 demócratas, que en algún momento fue de 60, en el Senado, y casi 250 en la Cámara de Representantes, para reformar el sistema migratorio desde el punto de vista legislativo.
Los republicanos, al ganar la mayoría en la Cámara Baja y disminuir la ventaja demócrata en el Senado en noviembre de 2010, impusieron el ritmo y paralizaron el debate, algo que estuvo en el tintero de todas las administraciones tanto demócratas como republicanas y hasta hoy no hay solución ni se ponen de acuerdo.
Durante años se aplicaron medidas o se aprobaron acciones ya sea con el uso de poderes presidenciales y medidas como DACA (un programa creado en 2012 para proteger contra la deportación a quienes arribaron a los Estados Unidos cuando aún eran menores de edad), curitas en el convulso y continuo problema migratorio.
Cuando se habló de una “bomba de tiempo”, los expertos apuntaron a la política estadounidense que consiste en atar las economías latinoamericanas a Tratados de Libre Comercio (TLC).
Las previsiones indicaban que la desigualdad que causaban explotaría en oleadas de inmigrantes hacia Estados Unidos. Cuando cesó el Título 42, este 11 de mayo, miles de personas se aglomeraban en los cruces en Texas y en otras zonas de la frontera sur para ingresar a Estados Unidos, legal o ilegalmente.
La crisis era algo previsible y el diario The New York Times, al igual que otros medios y expertos en el tema, adelantaron los resultados antes de la suspensión de la norma sanitaria, la cual evitó que cientos de miles de migrantes ingresaran a Estados Unidos durante la Covid-19.
Nuevo repunte migratorio
Sin dudas hay un nuevo repunte migratorio que incrementa las tensiones políticas y agotará los recursos en toda la frontera sur, señaló el Times.
En el sur, Washington desplegó más de 24 mil militares y policías que enfrentan la llegada de decenas de miles de migrantes, quienes cruzan hacia las ciudades fronterizas de Estados Unidos tras el fin del Título 42, el cual desde 2020 permitió que el gobierno estadounidense expulsara rápidamente hacia México a ciudadanos de varios países.
Cómo se va a desarrollar la crisis es una pregunta que flota, cuando son más los miles de hambrientos y desesperados que aún hoy creen en la existencia del quimérico sueño americano.
Según el Times, esa pregunta es el núcleo de un reto monumental con una historia sombría. Cuando cesaron las restricciones inspiradas por la pandemia, las autoridades fronterizas reanudaron un sistema de inmigración que fracasó en gran medida durante décadas, pero con la presión añadida de tres años de demanda acumulada.
Ahora, alrededor de 35 mil inmigrantes se concentran en Ciudad Juárez, otros 15 mil en Tijuana y miles en otros sitios del lado mexicano de los tres mil 152 kilómetros de frontera, lo cual puede ser parte del estallido, pese a que la Casa Blanca se preparó para fomentar un flujo migratorio más ordenado.
De acuerdo con estadísticas oficiales, más de tres millones de personas cruzaron la frontera en los primeros 18 meses del gobierno de Biden y el número más alto en décadas, lo que anticipa un alza de las críticas de los republicanos en la Cámara que ahora dominan con mayoría.
Las leyes migratorias están rotas, es una afirmación que se escucha en ambos lados del pasillo en Washington, algo que previsiblemente aumentará los enfrentamientos entre demócratas y republicanos cuando se acerca una campaña electoral que, sin dudas, estará copada por temas escabrosos como este.
Pero la política pública sobre el asunto se siente en los países del sur. Por ejemplo, en El Salvador, son muchas las expectativas en sectores de la población que enfilan su mirada hacia los cientos de compatriotas apilados en México para cruzar a Estados Unidos.
Expertos como el economista Cesar Villalona sostienen que la estrategia de Washington es ineficaz y no podrá controlar la inmigración. Resulta, además, contradictoria, porque la necesitan, subrayan.
Ellos necesitan la mano de obra barata de la región; ya no es solo el robo de cerebro, ahora hay una política legal y un impulso involuntario a la inmigración ilegal por el recrudecimiento de la desigualdad.
La inmigración hacia Estados Unidos tiene que ver con el encarecimiento de la vida, la falta de empleos, la crisis en la agricultura, la carencia de oportunidades. Ahí está planteada una competencia con los vecinos.
Mano de obra barata
Como decía Villalona, los estadounidenses necesitan esta mano de obra barata, indispensable también en economías como la salvadoreña.
Al respecto, el embajador norteamericano, William Duncan, vende aquí la idea de que «los salvadoreños están viendo más oportunidades» en su propio país.
Sin embargo, promociona su flujo legal para que puedan trabajar en el norte, donde no hay límite en las visas para la agricultura. «Si hay demanda de 10 mil, 20 mil, podemos hacer esa cantidad de visas, si hay gente aquí», dijo.
Los agricultores salvadoreños se quejan de esto y señalan que el campo en este país presenta una crisis de trabajadores. Eso, plantean analistas, es parte del trato desigual y de las consecuencias de los TLC.
La industria agrícola en Estados Unidos no puede sobrevivir sin mano de obra extranjera, la cual procede mayormente de México y América Central, plantean expertos.
Se estima que de alrededor de un millón de obreros que se reclutan cada año para trabajar en los campos, hasta el 80 por ciento son inmigrantes, los cuales ahora viven atemorizados de ser deportados.
El diplomático informó una reducción del 40 por ciento en la cantidad de salvadoreños que intentan salir ilegalmente hacia Estados Unidos, algo que no se ajusta a la realidad, según diversas organizaciones.
Durante los primeros seis meses del año fiscal estadounidense 2023 (de octubre de 2022 a marzo de 2023), las autoridades migratorias estadounidenses realizaron 31 mil 232 detenciones de salvadoreños. Comparado con los 50 mil 56 detenciones de los seis meses del año fiscal 2022, la reducción es del 37.6 por ciento.
Cálculos conservadores indican que desde 2019 casi medio millón de salvadoreños entraron a territorio norteño, sobre todo de manera ilegal.
Esto es reconocido como un conflicto muy doloroso hasta por el papa Francisco, para quien la migración está muy relacionada con el hambre, la falta de trabajo, y la tiranía de un sistema económico que tiene al dios dinero en el centro, y no a la persona.