¿Por qué los israelíes son incapaces de aplicar un alto el fuego?
A pesar de las vacías conversaciones de alto el fuego, el fracaso de Estados Unidos e "Israel" revela una sombría realidad: el sueño sionista se desmorona en una guerra perpetua y en el colapso económico.
De nuevo empiezan a dar mucho valor a las inútiles negociaciones de alto el fuego supuestamente encaminadas a poner fin a la guerra en Gaza, a pesar de que Hamas rechazó participar en el proceso de rueda de hámster que Estados Unidos ofreció al mundo como un esfuerzo diplomático serio. En realidad, abrió un conflicto regional, el mundo anterior al 7 de octubre nunca volverá y el futuro de la entidad sionista es permanecer en un estado de guerra perpetua.
Seamos claros, si el gobierno estadounidense quisiera un alto el fuego ya habría ocurrido. El marco está ahí para ello, podrían implementar un acuerdo y cada israelí detenido en Gaza sería intercambiado por una gran suma de detenidos palestinos. No necesitamos remontarnos muy atrás para demostrar que tal alto el fuego e intercambio de prisioneros es posible.
En noviembre del año pasado hubo una tregua menor y un intercambio de prisioneros y ello demostró que Hamas aplicaría tal acuerdo. Sin embargo, ni Estados Unidos ni sus aliados israelíes buscan un alto el fuego significativo y sólo juegan a esa idea con fines políticos.
Al final tendrá habrá un alto el fuego en Gaza, probablemente tras una gran escalada en toda la región de Medio Oriente, pero incluso en el caso de que esto tenga lugar más pronto que tarde, la guerra continuará en otros lugares.
El nivel de extremismo genocida presente en todos los niveles de la sociedad israelí no es ignorable. Ya no hablamos de políticos inteligentes, los silbatos para perros y la retórica aséptica del pasado, esto es etnosupremacía cruda y descarada. Itamar Ben Gvir es el ministro de Policía israelí y Bezalel Smotrich el de Finanzas de la entidad, no son una especie de elementos marginales del movimiento de colonos en Cisjordania, ellos controlan de manera directa la política del régimen.
No hay fuerzas políticas israelíes notables opuestas a la guerra en Gaza ni manifestaciones antibélicas por parte de israelíes judíos, incluso los 98 palestinos que viven en los territorios ocupados suelen estar demasiado intimidados para atreverse a celebrar protestas a pesar de su dolor por lo que ocurre en Gaza.
Las revueltas que con frecuencia tienen lugar contra el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, están motivadas por la preocupación por los cautivos israelíes retenidos en Gaza y los soldados que mueren a manos de la resistencia, pero no hay preocupación por los civiles palestinos.
Los liberales occidentales presentaron el argumento de que los israelíes están hartos de Netanyahu y que sería expulsado del poder de manera repentina si hubiera elecciones, con el fin de sugerir que de algún modo existe una voz de la razón opuesta al actual liderazgo. Esto tiene su base en encuestas anticuadas. Los ultimos sondeos sugieren ahora que el primer ministro israelí es actualmente el político más popular y que, a pesar de las proyecciones de que no podría asegurar una coalición, seguirá superando a su oposición.
Sin embargo, esto es irrelevante, ya que el problema que muchos israelíes tienen con Benjamin Netanyahu no es que libre una guerra genocida y masacra a decenas de miles de niños. Lo sabemos porque todas las encuestas sugieren que la abrumadora mayoría de la opinión pública sionista cree en la utilización eficiente o no suficiente de la fuerza en la Franja de Gaza, mientras el número de quienes creen que es demasiada fuerza es de un solo dígito (porcentualmente hablando).
¿Por qué señalar esto?
Porque el sueño sionista está roto a todos los niveles. Ya hemos superado con creces la idea de una "capacidad de disuasión" israelí, por no hablar de expansionismo. Es evidente para cualquier persona con ojos que el régimen sionista no tiene manera de hacer frente a las amenazas planteadas desde el Líbano, Yemen, Siria, Irán e Irak, aparte de abrir una guerra regional más amplia.
El ejército fracasó en la Franja de Gaza a la hora de derrotar a la resistencia palestina y ahora no le queda otra salida que una guerra regional o un alto el fuego.
Si nos fijamos en el estado de la economía israelí, el turismo está muerto, 46 mil empresas son declaradas en quiebra, las importaciones y exportaciones caen en picado, los inversores abandonan el territorio, proyectos multimillonarios fracasan, el puerto de Eilat quiebra, el valor del shekel cae y la lista continúa.
En el norte de la Palestina ocupada, la industria murió, los asentamientos fueron evacuados y bombardeados con misiles, drones y cohetes, mientras más de 100 mil desplazados no tienen a dónde acudir.
El ejército israelí está agotado y los soldados dispersos por los frentes de Gaza, Cisjordania y el norte de la Palestina ocupada, mientras lidian con la falta de tanques y vehículos blindados de transporte de tropas en caso de que desaten la guerra en el norte.
Sus soldados, mal entrenados, indisciplinados y sobrecargados de trabajo, son claramente incapaces de luchar contra ejércitos de la talla de Hizbullah.
Todo esto es evidente y la debilidad sacó lo peor de los israelíes que ya habían adoptado una ideología de apartheid. En el fondo, a todos ellos les gustaría volver al delirante mundo de burbuja racista en el cual vivían antes del 7 de octubre, pero no es posible.
El mundo nunca olvidará lo ocurrido y los supervivientes nunca abandonarán su lucha por la autodeterminación.
La idea de que la colonia racista puede existir en la prosperidad a expensas de toda la región está bajo amenaza, una amenaza existencial, y con esto, también lo está la hegemonía estadounidense. Por eso ni Washington ni "Tel Aviv" darán marcha atrás en su posición de perseguir la "victoria".
Personalmente, Benjamin Netanyahu está rodeado por una coalición de locos extremistas a quienes ayudó a llegar al poder por medio de un proyecto iniciado en 2005. Detrás de él también hay un público israelí que quiere la devolución de sus cautivos y puede ejercer cierta presión en ese sentido, pero también quieren ver a Gaza borrada del mapa para siempre. Por tanto, no tiene ningún incentivo para poner fin a la guerra en Gaza, ni desde Estados Unidos ni a nivel nacional, ya que las fuerzas de resistencia de toda la región son las únicas que pueden ejercer una presión real.
Si quieren una buena indicación de cómo piensa la sociedad israelí, tras la declaración del fiscal jefe de la Corte Penal Internacional (CPI), Karim Khan, quien pidió una orden de detención contra el primer ministro israelí, el apoyo a Netanyahu subió en las encuestas en ese momento. O fíjese en el hecho de que fue completamente aceptable debatir en la Knesset israelí la cuestión de la violación en grupo de un prisionero palestino indefenso, quien murió a causa de las heridas y estaba detenido sin cargos, y que un miembro del partido Likud de Netanyahu defendiera apasionadamente a los violadores en grupo.
Uno de los pandilleros fue incluso invitado a la televisión israelí para defender las acciones cometidas por él y seguir a los soldados, a pesar de que había un video que mostraba el horrible incidente. Incluso estallaron protestas a favor de 10 soldados acusados de estar implicados en el caso de violación en grupo, a quienes Ben-Gvir llamó héroes, y una organización israelí de representantes legales de cuatro de los acusados argumentó que la violación en grupo ocurrió en defensa propia.
Tanto si observamos a la élite política, el ejército, la policía, los servicios de inteligencia, la sociedad o los medios de comunicación israelíes, vemos manía genocida. Esto obedece a que su ideología supremacista narcisista está por derrumbarse ante sus propios ojos y empiezan a darse cuenta de que mantener el apartheid ya no es viable.
La oportunidad para los israelíes de aplicar la única solución que les habría permitido continuar su existencia pasó. Si el régimen sionista tomara realmente en serio los Acuerdos de Oslo y aceptara simplemente el derecho internacional como consenso para la llamada solución de los dos Estados, tal vez podrían haber seguido adelante y mantener realmente su régimen. Sin embargo, permitir que el pueblo palestino accediera a los derechos humanos básicos en sólo el 22 por ciento de la Palestina histórica no era posible para ellos bajo su ideología racista expansionista.
Ahora estamos llegando a la fase final de este proyecto colonial y los israelíes entendieron que mantener su régimen etno-supremacista de privilegio absoluto significará exterminar y limpiar étnicamente a todo lo interpuesto en su camino. Están tan inmersos en su propia forma colectiva de narcisismo, en la cual se ven a ellos mismos como la víctima y el héroe de la historia, que parar ahora es imposible. Esa es también la razón por la cual la sociedad israelí está dividida por la mitad en la cuestión de qué tipo de régimen etno-supremacista buscan: si será un régimen secular o religioso en el futuro.
Por lo tanto, con el pleno respaldo de Estados Unidos cometen de manera lenta un suicidio nacional. Puede que este proceso quede retrasado un poco si alcanzan un alto el fuego en Gaza que impida el fin inmediato del régimen por medios militares, pero la guerra continuará de otras maneras. Es probable que Cisjordania acabe convirtiéndose en su saco de boxeo hasta que puedan volver a escalar en otros lugares y la única promesa que puede hacerse a su propio pueblo es un futuro de guerra perpetua.