Cambio del régimen en Siria... entre la ganancia y la pérdida
Quienes contribuyeron al derrocamiento del régimen en Siria a nivel interno, regional e internacional son los mismos que desempeñaron un papel directo e indirecto en la conspiración contra Palestina y la resistencia en el Líbano antes y durante la agresión directa israelí el 23 de septiembre del año pasado.
Con su ubicación estratégica y sus posiciones políticas durante los últimos 50 años, Siria demostró ser el cerrojo y la llave de todas las ecuaciones regionales e incluso internacionales, las cuales le otorgan suficiente atención a la región de Medio Oriente debido a la presencia del ente sionista en esta zona.
Incluso si ignoramos las guerras árabes con "Israel" en 1948, 1967 y 1973, y las invasiones sionistas a Líbano, los años de la llamada Primavera Árabe evidenciaron la imposibilidad de determinar el destino de la región sin Siria.
Esto fue confirmado por los eventos en Gaza y la guerra contra Líbano, lo cual llevó a los socios de la Primavera Árabe a conspirar nuevamente contra Siria para lograr sus objetivos mediante la caída del régimen de Al-Assad el 8 de diciembre, con un continuo misterio y preguntas sobre lo sucedido sin explicación lógica, independientemente de los escenarios planteados.
Volviendo a la importancia de Siria y las justificaciones para conspirar contra ella, es necesario recordar la cumbre cuadripartita en Damasco del 3 de septiembre de 2008, cuando los presidentes Erdogan y Sarkozy (Egipto y Francia) y el emir de Qatar, Hamad Al Thani, intentaron convencer al presidente Al-Assad de aceptar la construcción de gasoductos y oleoductos de gas y petróleo de Qatar y los países del golfo hacia Europa a través de tierras sirias.
El presidente Al-Assad rechazó esa propuesta en ese momento, al considerar estaba dirigida contra Rusia e Irán, lo cual enojó a las tres partes, quienes, según dicen, empezaron a pensar, e incluso quizás a planear su eliminación antes de los eventos de la Primavera Árabe.
También es relevante recordar que Hafez al-Assad rechazó entre 1988 y 1989 un proyecto para la construcción de un sistema de tuberías de agua denominado "tuberías de la paz", para transportar hacia Siria y Jordania, y de allí a "Israel", luego a Arabia Saudita y los países del golfo, unos seis millones de metros cúbicos diarios del peciado líquido de los ríos Seyhoun y Jeyhoun.
El rechazo sirio llevó a Ankara a adoptar posturas negativas respecto al asunto del agua del Éufrates con Siria e Irak, en especial después que el fallecido presidente Suleyman Demirel, durante la inauguración de la presa Atatürk en el río Éufrates en octubre de 1992, dijera: "Los árabes tienen petróleo y lo venden, nosotros tenemos agua y debemos venderla".
Con la llegada de la Primavera Árabe y el rol de Turquía en ella, se reavivaron las complejas cuentas de Ankara con Damasco, rescatadas en las memorias históricas de los funcionarios turcos, encabezados por el presidente Erdogan.
Entre sus declaraciones, Erdogan a menudo menciona el derecho histórico turco-otomano sobre Siria, algo repetido también por la prensa oficialista, la cual se jacta de la victoria obtenida en Siria al derrocar al "enemigo mortal" Bashar al-Assad.
La victoria colocó a Erdogan y a Turquía como los "defensores finales" del destino de Siria en los próximos años y en el corto y medio plazo, con repercusiones sobre las estrategias turcas, regionales e internacionales.
Recientemente, los hechos de solo el mes pasado demostraron que los mismos actores que contribuyeron a la caída del régimen en Siria, tanto internos como regionales e internacionales, fueron los mismos que jugaron un papel directo e indirecto en la conspiración contra Palestina y la resistencia en Líbano antes y durante la agresión israelí directa del 23 de septiembre pasado.
Esto colocó a Hizbullah como el mayor perjudicado por esta conspiración, que parece clara y continuará después de que los nuevos gobernantes de Damasco se conviertan en una herramienta árabe-regional-internacional para sitiar Líbano y conspirar contra su resistencia y su pueblo.
La conspiración incluirá a Irán, que perdió dos posiciones estratégicas clave: Siria y Líbano, y su acceso al Mediterráneo, y enfrenta ahora a más de un peligro directo e indirecto a través del nuevo régimen en Damasco, un riesgo del cual hablan los funcionarios iraníes en medio de discusiones en círculos políticos sobre los esfuerzos de Teherán para reorganizar las cartas y hacer frente a los desarrollos de la próxima etapa.
Esto se debe a que se ha vuelto evidente que, a partir del 20 de enero de este año, todos movilizarán sus recursos para estrechar el cerco sobre este país, lo cual hicieron desde la Revolución del Imam Khomeini, la cual perdió a su aliado estratégico, Siria, que ya no es "el corazón palpitante del mundo árabe" bajo sus nuevos gobernantes.
Siria también dejó de ser la fortaleza de resistencia frente a todos los proyectos imperialistas, coloniales y sionistas, que al mismo tiempo buscaban cercar a Rusia, y antes a la Unión Soviética, y más recientemente a China.
Moscú perdió a su aliado más importante en el Medio Oriente desde mediados de la década de 1950, Siria, con su acceso estratégico al Mediterráneo.
Ahora, los rusos ya no tendrán refugio en sus costas después de que los nuevos gobernantes de Damasco decidan cerrar las bases militares y navales rusas en Siria, algo que no está lejos de suceder, ya que todos saben que las capitales occidentales exigirán a estos gobernantes cerrar las bases a cambio de reconocer su legitimidad, levantar las sanciones en su contra y financiar sus proyectos, todo esto en coordinación y cooperación con Ankara.
Las capitales mencionadas no dudarán en coordinar y cooperar con Ankara para estrechar el cerco sobre Rusia, no solo en el este del Mediterráneo, sino también en el Cáucaso y Asia Central, donde las repúblicas islámicas de origen turco son vistas por Rusia como su "patio trasero".
Aquellos que perturben esta región crearán problemas para Rusia, donde viven alrededor de 20 millones de musulmanes con lazos religiosos y étnicos con los turcos, quienes, bajo Erdogan, quieren revivir los recuerdos del califato y del Imperio Otomano con su nueva capital en Damasco.
Beijing también sigue de cerca estos desarrollos y expresa de manera oficial su preocupación por la asignación de algunos de sus ciudadanos uigures a cargos militares en el nuevo ejército sirio.
Estos uigures ahora amenazan a China en sus cuentas de redes sociales, mientras los combatientes de origen checheno y uzbeko amenazan a Rusia.
Tal vez por esta razón, el ministro de Relaciones Exteriores de Ucrania se apresuró a visitar Damasco y abrir una embajada allí, luego de informaciones previas sobre la llegada de unos cien militares ucranianos a Idlib para entrenar a los combatientes de Hayat Tahrir al-Sham en el uso de armas avanzadas, tres meses antes de la caída de Damasco.
Sin embargo, la mayor pérdida para China será su posible revés en el proyecto de la "Iniciativa de la Franja y la Ruta", anunciada en 2013, cuyo primer tramo se extiende desde la costa china a través de Singapur e India hacia el mar Mediterráneo, es decir, la costa siria.
Este camino estará cerrado ahora para China, no solo comercial y económicamente, sino incluso en el orden político, debido al papel de los combatientes uigures en el ejército, la inteligencia y otras instituciones del Estado sirio.
En este escenario, Turquía jugará el papel principal, con una posible competencia o coordinación con Arabia Saudita y su socio estratégico, Qatar, conocido por su hostilidad hacia los Emiratos Árabes Unidos, que han expresado su preocupación por el gobierno de los "islamistas extremistas" en Siria.
Todos los recientes desarrollos demostraron que el principal, si no el único, beneficiario de esta situación es el ente sionista, junto con todos aquellos que estén con él en la próxima etapa, bajo las órdenes del presidente Trump, quien "gobernará" la región a su antojo, ya que la mayoría de los gobernantes de la región se apresuran a demostrar su lealtad hacia él, y él les pedirá más conspiraciones contra sus pueblos y las naciones de la región, comenzando con la causa palestina, el mayor perdedor con la caída de Damasco, la primera línea de defensa, que ahora enfrenta el mayor desafío, uno que no solo decidirá su destino, sino también el destino de toda la región, con tantos cómplices involucrados.