Cumbre de El Cairo... entre las ambiciones y las conciencias
Los acontecimientos de la Cumbre de El Cairo demostraron que ella está en un lado y los gobernantes árabes en otro, siempre y cuando no aborden los planes y proyectos de la entidad sionista, no sólo en Gaza y Cisjordania, sino también en el sur de Siria, Líbano y Yemen.
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La apuesta árabe siempre será la firmeza de los pueblos, los cuales limpiaron las conciencias de sus gobernantes después de haber demostrado lealtad genética al enemigo común sin vergüenza ni aburrimiento.
Al concluir la cumbre árabe de emergencia convocada por el presidente El Sisi para enfrentar las presiones de Trump, los líderes árabes, en ausencia de un gran número de ellos, aprobaron el plan egipcio para reconstruir Gaza sin ninguna acusación contra quienes la destruyeron.
El plan carece de una redacción clara sobre cómo se implementará y financiará, mientras continúan las amenazas israelíes de volver a la guerra en Gaza, lo cual cuenta con el apoyo del mandatario estadounidense, quien ve el plan como un desafío personal a él y a sus proyectos, no solo en Gaza, sino en la región en general, que quiere permanezca bajo la hegemonía conjunta estadounidense-israelí.
Esto fue conseguido, al menos hasta ahora, con la ausencia del príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammad bin Salman, y del presidente de los Emiratos Árabes Unidos, Mohammad bin Zayed, en la cumbre de El Cairo, a pesar de la anterior cita de Riad a la cual asistieron El Sisi y el rey de Jordania, Abdallá II, junto con los gobernantes de los Estados del Golfo.
Lo cierto es que todos ellos tratan de evitar cualquier confrontación acalorada directa o indirecta con el presidente Trump después de lo sucedido con Zelensky, pues ello envió mensajes personales a estos gobernantes, a quienes puede decir: “Tienen que pagarnos porque si no fuera por Estados Unidos, no habrían permanecido en el poder ni un solo día”.
Tal vez por eso Mohammad bin Salman y Mohammad bin Zayed no estuvieron presentes en la cumbre de El Cairo, por instrucciones de Trump, quien visitará Riad próximamente. Tampoco estuvieron presentes en los acontecimientos en Siria y, antes de eso, en Gaza, destruida por la entidad sionista ante los ojos de los regímenes árabes. No ocultaron su alegría por la agresión israelí a Líbano y los crímenes contra los líderes de la resistencia y dirigentes de Hamas.
La alegría de estos regímenes por la caída del régimen de Damasco y la entrega del poder a facciones armadas clasificadas en las listas de terroristas refleja claramente el grado de coordinación y cooperación entre ellos y Washington y "Tel Aviv", los cuales explotaron los recientes acontecimientos y ocuparon grandes partes del sur de Siria, y comenzaron a amenazar a todos los que trabajan por la unidad y la soberanía de Siria.
Esta es la amenaza que quedó clara en el último discurso de Netanyahu, cuando habló de su disposición a proteger los derechos de las minorías, incluidos los drusos, los alauitas y los kurdos al este del Éufrates, en un intento de elevar el techo de su negociación con Ankara, que controla la decisión sobre Siria, y cuando el presidente Trump decida qué hará en Medio Oriente después de completar el expediente de Ucrania y acordar con el presidente Putin en todos los asuntos regionales e internacionales.
Los acontecimientos de la Cumbre de El Cairo demostraron que ella está en un lado y los gobernantes árabes en otro mientras no mencionen, ni siquiera con una palabra, los planes y proyectos de la entidad sionista, no sólo en Gaza y Cisjordania sino también en el sur de Siria y Líbano. Será Yemen el próximo objetivo en estos proyectos y planes de Riad, Abu Dhabi y los gobernantes del Golfo.
Todos ellos desempeñaron un papel importante en la implementación del escenario sionista-estadounidense para Líbano, concluida con la elección de Joseph Aoun como presidente de la República y Nawaf Salam como primer ministro. Trump y Netanyahu quieren organizar el escenario libanés según el estado de ánimo israelí, excluyir a Hizbullah de todas las ecuaciones libanesas, tanto militares como políticas.
Ellos (Trump y Netanyahu) también quieren que el presidente Mahmoud Abbas excluya a Hamas de las ecuaciones de Gaza y coloque a la Franja bajo una autoridad bajo la supervisión del llamado Estado palestino apoyado por los regímenes del Golfo, y con luz verde de Trump y Netanyahu.
Juntos, afirman su rechazo a que Hamas permanezca con su fuerza militar en Gaza, un viejo deseo del presidente Abbas y de los regímenes del Golfo, quienes compiten entre sí para ganar el favor, la aprobación y el apoyo de Trump, mientras continúan las rivalidades tradicionales y a veces las hostilidades entre estos gobiernos, con sus nombres bien conocidos, desde Al Saud hasta Al Thani, Al Nahyan, Al Sabah y otros.
Casi pelearon entre sí en el verano de 2017, cuando el presidente Erdogan defendió a la familia Al Tamim, mientras su archienemigo en ese momento, El Sisi, asumió la postura al lado de Riad y Abu Dhabi.
Hasta que llegó Washington y pidió a todos que pusieran fin a esta obra, que terminó en enero de 2021 en la Cumbre de Al-Ula, y las extrañas y emocionantes reconciliaciones resultantes entre todas las partes en competencia y hostiles, todas las cuales reciben instrucciones de un centro cuyas instrucciones todos obedecen.
De lo contrario, no todos habrían aplaudido la entrega del poder en Damasco a “Hay’at Tahrir al-Sham”, ni habrían competido entre ellos, e incluso el presidente El Sisi, quien derrocó al islamista Mohammad Morsi, no habría reconocido a Ahmed al-Sharaa, a pesar de que este último es decenas, si no centenares, de veces más extremista que él en doctrina y armas. De lo contrario, no habría nombrado al ciudadano egipcio Alaa Abdel Baqi, condenado a cadena perpetua por cargos de terrorismo, para un puesto importante en el ejército sirio.
En todos los casos, y a falta de determinación árabe en sus reiteradas cumbres y sin ningún beneficio, la apuesta sigue siendo la firmeza de los pueblos al limpiar las conciencias de sus gobernantes después de haber demostrado su lealtad genética al enemigo común sin vergüenza ni aburrimiento.
No hay una explicación lógica para lo que vimos de la tragicomedia en la Cumbre de El Cairo, que El Sisi quiso salvar las apariencias y darse la oportunidad de negociar con el presidente Trump, quien pronto lo invitará a Washington, dado que Egipto es parte directa en los proyectos de Trump respecto a Gaza y Hamas, y por lo tanto la cuestión palestina, ausente de la Cumbre de El Cairo, también lo estará en la reunión ministerial de la Organización de Cooperación Islámica en Riad.
Después de haber estado ausente durante todos los últimos años de todas las cumbres árabes e islámicas, y los conspiradores en ella siempre fueron más numerosos y mejor equipados que esas personas honorables y leales que sacrificaron mucho y mucho por esta causa humanitaria, antes de que se convirtiera en una causa árabe e islámica.