La nueva administración siria entre contradicciones del Golfo y transformaciones internacionales
La transformación en el escenario sirio no puede aislarse de contextos regionales e internacionales más amplios, a medida que las principales potencias reevalúan sus posiciones respecto del conflicto en Siria, lo que allanó el camino para que Al-Golani fortaleciera su posición y explotara las divisiones internacionales.
En medio de un conflicto intenso, tanto regional como internacional, surge la figura de Ahmad al-Shara (Al-Golani), líder de "Hayat Tahrir al-Sham", clasificada como organización terrorista a nivel internacional (hasta la fecha), como un actor central que reconfigura el mapa del poder y la influencia en Siria.
Esta transformación no habría sido posible sin un papel clave de Turquía, que aprovechó la luz verde de Estados Unidos para reforzar la posición de Al-Golani y convertirlo de líder de una milicia extremista a un jugador regional que puede sentarse en la mesa de acuerdos internacionales.
A través de este apoyo, Al-Golani logró reconfigurar su imagen y discurso mediático, volviéndose más aceptable tanto a nivel regional como internacional.
Turquía vio en él una oportunidad para consolidar su influencia en Siria, aprovechando los cambios en el balance de poder a su favor.
Por su parte, Estados Unidos respaldó este camino dentro de una estrategia más amplia de reorganización de las fichas en el juego regional, de modo que sirviera a sus intereses en la confrontación con las influencias iraní y rusa.
En este contexto, el acercamiento del Golfo a Al-Golani se presenta como un paso pragmático que ignora su historial y contradice el discurso oficial sobre la lucha contra el terrorismo.
Este acercamiento refleja las complejidades del panorama político en la región, donde los intereses se entrelazan con los principios y el pragmatismo predomina sobre los lemas tradicionales.
Entonces, ¿cómo logró Al-Golani aprovechar estas dinámicas para fortalecer su control sobre el poder? ¿Cómo moldeó su discurso, tanto mediática como diplomáticamente, para servir a su agenda? ¿Y qué costos deberá pagar el Golfo y la región por esta transformación? ¿Vino esta aceleración del Golfo bajo la presión estadounidense que busca lograr objetivos más allá de los intereses regionales para servir a la agenda estratégica de Washington?
¿Qué implicaciones regionales e internacionales trae consigo este giro? Las respuestas a estas preguntas ponen de manifiesto una nueva dirección en el conflicto sirio, que conlleva dimensiones regionales e internacionales de efectos duraderos.
Transformaciones en el panorama sirio: de Idlib a Damasco
El mapa del conflicto sirio experimentó un cambio drástico el 8 de diciembre de 2024, cuando ocurrió una gran transformación en las áreas de influencia con la expansión del poder de Hayat Tahrir al-Sham de Idlib a regiones estratégicas, tanto en el ámbito político como geográfico.
Este giro, que ocurrió de manera inesperada, planteó varias preguntas sobre las fuerzas que lo apoyan y las circunstancias que permitieron a Al-Golani pasar de líder de una facción armada a un actor político central.
Aunque esta transformación se atribuye superficialmente a los movimientos calculados de Al-Golani, varias interpretaciones indican que esta expansión fue apoyada y patrocinada cuidadosamente por Turquía y Estados Unidos, lo que lo coloca como una figura clave en un proyecto regional e internacional que va más allá de sus límites locales.
El traslado de Al-Golani a Damasco y su presencia en el palacio presidencial reflejan un éxito estratégico en la explotación del caos dejado por la guerra siria. Ya no es solo un líder militar, sino que ahora se le ve como un líder con poder decisional en amplias zonas del país.
Este giro se consolidó al basarse en una política de "adaptación gradual", mediante la cual reformuló su discurso y política para alinearse con los cambios regionales e internacionales.
En el ámbito militar, persisten las preguntas sobre cómo cayeron algunas regiones y la retirada de las fuerzas del Ejército Árabe Sirio, ya que hasta ahora no se han ofrecido respuestas claras sobre estas transformaciones militares. Sin embargo, el grupo aprovechó el vacío de seguridad generado por estas retiradas, ya sea impulsadas por decisiones internas o por influencias externas.
Desde el punto de vista político, Al-Golani se presentó como un socio potencial en la reconstrucción y estabilización de Siria, cortejando a las potencias occidentales y del Golfo que buscan promover sus intereses en la región.
En el ámbito mediático, desempeñó un papel destacado en el uso de plataformas mediáticas para promover su nueva imagen.
Después de haber sido un símbolo de extremismo, apareció ante el mundo con un nuevo rostro, utilizando medios internacionales y regionales para enviar mensajes específicos que se ajustan a los intereses de los actores involucrados.
Este cambio en el panorama sirio no puede desligarse de contextos regionales e internacionales más amplios, en los que las grandes potencias están reevaluando sus posturas sobre el conflicto en Siria.
Todo ello, ofrece espacio a Al-Golani para reforzar su posición y aprovechar las divisiones internacionales para alcanzar sus objetivos a largo plazo.
Dualidad en el Golfo: ¿Lucha contra el terrorismo o apoyo no declarado?
Los movimientos del Golfo hacia la nueva administración siria reflejan una contradicción clara entre el discurso político oficial y las políticas prácticas. Por un lado, los países del Golfo continúan exportando la imagen de ser los principales defensores de la lucha contra el terrorismo, mientras que, por otro lado, surgen indicios de un apoyo no declarado a la agenda del nuevo gobierno.
Esta dualidad no puede desvincularse del papel de Turquía como patrocinador principal del islam político, que se beneficia de la luz verde de Estados Unidos para garantizar que esta corriente siga siendo un actor clave en la región.
Turquía, que siempre ha apoyado proyectos de islam político, vio en Hayat Tahrir al-Sham una oportunidad para reforzar su influencia en Siria, aprovechando el retroceso de las influencias iraní y rusa, en consonancia con los intereses de Estados Unidos que buscan crear nuevos equilibrios sin intervención directa.
Para los países del Golfo, su intento de involucrarse con Al-Golani refleja un deseo de equilibrar la influencia turca en Siria.
Sin embargo, conlleva un gran riesgo al consolidar la posición del hombre como un actor legítimo en el futuro del país, lo que plantea interrogantes sobre el precio de este involucramiento, tanto desde el punto de vista ético como político.
En medio de estas contradicciones, emerge un nuevo panorama en el que los intereses regionales e internacionales se entrelazan de tal manera que resulta difícil distinguir entre movimientos tácticos y estrategias a largo plazo. ¿Podrá esta dualidad lograr estabilidad en la región? ¿O profundizará las crisis y abrirá la puerta a más caos?
Fortalecimiento de Al-Golani: Herramientas de control y construcción de legitimidad
Ahmad al-Shara ha invertido en múltiples herramientas para consolidar su poder, entre ellas la formación de un gobierno interino que incluye figuras leales a él, así como el nombramiento de gobernadores y líderes militares con títulos y rangos oficiales.
Esta estructura refleja un claro deseo de crear una legitimidad que dé a su entidad el carácter de "estado".
Aunque la modificación de los planes de estudio recibió una amplia atención, debe considerarse como parte de un proyecto ideológico más grande, destinado a criar una nueva generación alineada con la visión del grupo.
Estos esfuerzos subrayan una estrategia a largo plazo que refuerza su posición, tanto interna como externamente.
Implicaciones regionales e internacionales: ¿A qué precio?
El acercamiento del Golfo al nuevo régimen representa un dilema con implicaciones profundas a nivel regional e internacional.
Por un lado, este acercamiento refuerza la posición de Al-Golani como un actor esencial en cualquier futura solución política, lo que podría marginar los intereses del pueblo sirio y fomentar el afianzamiento de una autoridad de hecho que surgió de los años de guerra.
Además, plantea interrogantes sobre la sostenibilidad de este tipo de involucramiento en ausencia de una visión clara para superar las divisiones sectarias y geográficas.
A nivel regional, el fortalecimiento de Al-Golani podría provocar más tensiones con las potencias competidoras, especialmente en medio de la rivalidad regional entre el eje Egipto-Arabia Saudita-Emiratos por un lado y Turquía-Qatar, los principales patrocinadores del islam político, por otro.
Esta tensión podría abrir la puerta a nuevos enfrentamientos que compliquen aún más el panorama, sobre todo si se considera el contexto de alianzas cambiantes en la región.
A nivel internacional, este involucramiento plantea preguntas sobre el futuro de la cooperación internacional en la lucha contra el terrorismo, ya que eludir las clasificaciones de terrorismo en favor de obtener ganancias políticas inmediatas podría debilitar la credibilidad de los esfuerzos internacionales y sentar un precedente peligroso para ser utilizado en otros conflictos.
El creciente apoyo a las corrientes del islam político abre la puerta a la expansión de estas corrientes en otras áreas, lo que amenaza la estabilidad de varios países, incluidos aquellos que hoy respaldan a Al-Golani.
En última instancia, el precio real de este giro aún no se ha calculado por completo. Mientras varios países buscan obtener beneficios estratégicos a corto plazo, podrían encontrarse ante consecuencias a largo plazo que reconfiguren el mapa geopolítico de una manera que no favorezca sus intereses en el futuro.
El futuro de Siria en medio de complejas interacciones
El panorama actual revela una compleja interrelación de intereses regionales e internacionales que controlan el curso de la crisis siria.
Mientras Al-Golani busca explotar estos movimientos para consolidar su legitimidad, las contradicciones en las políticas del Golfo y las de las grandes potencias internacionales plantean preguntas profundas sobre el futuro de la región.
¿Conducirán estos movimientos a soluciones que terminen con el sufrimiento del pueblo sirio y devuelvan la estabilidad, o abrirán la puerta a más divisiones y tensiones que profundicen la crisis?
La respuesta radica en la capacidad de las partes internacionales y regionales de reformular sus políticas, de manera que equilibren los intereses y principios, y se alejen de la duplicidad de criterios que ha contribuido a la complicación del panorama.
Al final, el futuro de Siria y de la región dependerá de cuán dispuestas estén estas fuerzas a asumir la responsabilidad política y ética hacia los pueblos de la región.