Dentro de los límites de la derrota y la victoria
La derrota y la victoria tienen límites y normas en función de los objetivos políticos que se pretenden alcanzar, ya que la guerra no es más que una continuación de la política y su esencia, cuando se trata del imperialismo, el colonialismo y el sionismo...
La operación Diluvio de Al-Aqsa fue la chispa que encendió una guerra que duró 470 días entre Gaza y los frentes de Cisjordania, Líbano, Yemen, Irak, e Irán con "Israel", apoyado abiertamente y de manera multifacética por Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania y algunos regímenes árabes e islámicos a la hora de adoptar medidas reales para disuadir a "Israel".
Esta acción comenzada por el movimeinto de resistencia Hamas causó enormes daños a "Tel Aviv", tanto materiales como morales, hasta el punto de poner en peligro su propia existencia. Casi un cuarto de millón de israelíes siguen desplazados fuera de sus hogares, la mayoría de los cuales han sido destruidos total o parcialmente. Miles de muertos y discapacitados en las filas del ejército y de los civiles. Enormes pérdidas en la economía y en las bases militares.
En cuanto a Gaza, ha sufrido el martirio de casi cincuenta mil mártires, encabezados por Yahya Sinwar y Ismail Haniyeh, y más de cien mil heridos, además de que fueron destruidos casi el 75 por ciento de las casas, escuelas, mezquitas, iglesias, hospitales, etc.
La Franja fue destruida por miles de toneladas de bombas estadounidenses y, en el Líbano, miles de casas quedaron demolidas. Más de cuatro mil mártires, encabezados por el líder de Hizbullah, Sayyed Hassan Nasrallah, y casi diecisiete mil resultaron heridos. El costo de la reconstrucción, tanto en Gaza como en Líbano, supera en cada lado los 75 mil millones de dólares.
Si el tamaño de las pérdidas es la medida de ganar o perder, o de la victoria y la derrota, entonces no hay duda de que perdimos la guerra y fuimos derrotados por "Israel" y sus protectores cercanos y distantes. Sin embargo, la derrota y la victoria tienen límites y normas en función de los objetivos políticos que se pretenden alcanzar, ya que la guerra no es más que una continuación de la política y su esencia, cuando se trata del imperialismo, el colonialismo y el sionismo.
En Gaza, Netanyahu anunció los objetivos de la guerra: eliminar a Hamas, liberar a los prisioneros israelíes por la fuerza (250 prisioneros, entre civiles, soldados y oficiales) y permanecer por siempre en la Franja. Pero no logró ninguno de estos propósitos, y el acuerdo alcanzado en Doha lo reveló todo... No lo pudo alcanzar... Hamas negoció en nombre de la resistencia palestina con iguales condiciones, Gaza no levantó ni levantará una bandera blanca, y las operaciones de resistencia se han mantenido con su ritmo y eficacia como si estuvieran en sus primeros días, porque un pueblo no puede ser derrotado a menos que se derrote su propia voluntad. Gaza ha asombrado al mundo con su firmeza y su continua resistencia.
Para Líbano, donde la resistencia apoyó a Gaza desde el día después del comienzo de Diluvio de Al-Aqsa, Netanyahu anunció los objetivos en este frente, que eran devolver a los colonos (unos 150 mil personas de cerca de 55 pueblos y ciudades) a sus hogares en quince días. Han pasado unos cuatro meses y ninguno de ellos ha vuelto. Asimismo, pretendió establecer una zona de amortiguación con una profundidad que oscile entre cinco y diez kilómetros en territorio libanés. Sin embargo, gracias a la firmeza, el heroísmo y los grandes sacrificios de la resistencia libanesa en defensa de la patria, se logró impedir que más de 70 mil soldados y oficiales con todo tipo de armas sofisticadas avanzaran hacia Líbano (no pudieron entrar en la ciudad fronteriza de Khiam). Es cierto que destruyeron aldeas enteras y mataron a miles de civiles que estaban a salvo en sus casas, pero nadie levantó una bandera blanca, lo que obligó a los dirigentes israelíes a cesar el fuego sobre la base de la Resolución 1701 de la ONU, la cual estipuló que el ejército libanés se desplegara y extendiera su control en el sur del río Litani.
No hay duda de que la resistencia libanesa ha recibido golpes dolorosos, pero no ha sido derrotada. Por supuesto, perdió en su profundidad árabe con la caída del régimen de Bashar al-Assad; también a su Secretario General, Sayyed Hassan Nasrallah, después de que se lanzaran 85 toneladas de explosivos antifortificaciones estadounidenses sobre su sede, pero recuperó rápidamente su fuerza y posición, y libró batallas y lanzó feroces ataques, en particular cuando atacó la casa de Netanyahu y bombardeó "Tel Aviv", algo que aceleró el alto al fuego.
En las guerras, cuando nadie elimina a nadie, ni nadie ha vencido la voluntad de nadie, la derrota y la victoria quedan dentro del marco de la correlatividad, y las opiniones y puntos de vista expresados se ven muy afectados por el ángulo desde donde se miren estos dos temas, que son la materia de los medios de comunicación y las redes sociales que la transmiten de forma contradictoria y a veces injusta, ya sea de manera inocente o tendenciosa, lo cual mina el mínimo nivel de objetividad.
No perjudica a Palestina ni a quienes se resisten al proyecto sionista-estadounidense reconocer la relativa preponderancia del equilibrio de fuerzas a favor de "Israel" y sus protectores, mientras la mayoría de los países árabes abandonaron el apoyo real a Palestina. Esto debería conducir a una lectura crítica de todo lo relacionado con esta guerra, por parte del enemigo y sus protectores y de toda la resistencia árabe, y sobre todo, la lectura del desequilibrio entre los frentes de apoyo y lo que se conoce como la unidad de las plazas de defensa en Líbano, Yemen, Irak e Irán. Se está viviendo una nueva fase en la región que debe ser analizada en detalle en términos de realidad, objetivos, fuerzas y alianzas.
Durante la guerra de la existencia, ocurren conflictos grandes y pequeños, y hay avances y retrocesos, altibajos, sin que ninguna de las partes pueda dictar sus términos completos a la otra, y la victoria y la derrota quedan en puntos, posiciones y desgastes. Saber qué y a quién hemos perdido, y reunir y aunar nuestras fuerzas y las de nuestros aliados leales, es una condición necesaria para enfrentar con éxito los proyectos de los invasores. Los objetivos políticos seguirán siendo los determinantes más importantes de la victoria o la derrota. La guerra con "Israel" no ha terminado y no terminará en un futuro previsible. "No estás derrotado mientras resistas", dijo el gran pensador árabe libanés Mahdi Amel.