Proyectos de desalojo palestino: liquidación de la causa y amenaza a la seguridad nacional árabe
La historia nos enseña que el desalojo, aunque tenga éxito en un momento de debilidad, no puede arrancar el derecho ni apagar la llama de la lucha. Sin embargo, la precaución es necesaria, ya que los proyectos de desalojo, si no se enfrentan con firmeza y vigilancia, podrían llevar consigo una nueva catástrofe.
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Proyectos de desalojo palestino: liquidación de la causa y amenaza a la seguridad nacional árabe
Desde que se sentaron las primeras bases del proyecto sionista en Palestina, la idea de desalojar a los palestinos fue la piedra angular para lograr el sueño israelí de un "Estado étnicamente puro".
A lo largo de la historia, se repitieron los intentos de desalojo en diversas etapas, comenzando con la Nakba de 1948, pasando por la Naksa (retroceso), hasta los planes actuales, que parecen resurgir en propuestas similares a la "Acuerdo del Siglo".
Sin embargo, lo que añade un nivel de gravedad a estos planes es que ya no solo están dirigidos a los palestinos, sino que chocan directamente con los países árabes vecinos, especialmente Egipto y Jordania.
Estos países, que soportaron las cargas del refugio palestino durante décadas, se encuentran hoy ante una amenaza más profunda que afecta su seguridad nacional y su estabilidad social y política.
Con cada nueva propuesta de desalojo de palestinos, no solo se amenaza la identidad del pueblo palestino y su lucha por la supervivencia, sino que se vuelve a trazar el mapa de la región en beneficio de los intereses de la ocupación a expensas de sus pueblos.
¿Cuáles son las raíces de estas ideas? ¿Cómo reproducen la tragedia del pasado? ¿Qué dilema podrían imponer a Egipto y Jordania si se imponen estos planes? Estas preguntas proyectan sombras sobre el futuro de la causa palestina y de toda la región árabe.
Desde la Nakba de 1948 hasta las ambiciones sionistas
Esta idea de desalojar a los palestinos es una parte esencial del proyecto sionista, no solo como un plan temporal, sino como una estrategia fundamental para lograr el control absoluto sobre Palestina y transformarla en un "Estado étnicamente puro".
Las primeras manifestaciones de esta política aparecieron a principios del siglo XX, cuando líderes del movimiento sionista como Teodoro Herzl y David Ben Gurion proclamaron que la presencia de los palestinos en la tierra representaba un obstáculo para el establecimiento de un "hogar nacional para los judíos".
Con la llegada de la Nakba de 1948, se implementó un plan de desalojo de manera sistemática, destruyendo más de 500 aldeas palestinas y forzando a más de 750 mil palestinos a la migración forzada a través de masacres y terror.
Esta política no fue aleatoria, sino que formó parte de planes bien estudiados como la "Operación Dalet", que buscaba vaciar la mayor área posible de población palestina y reemplazarla con colonos judíos.
La situación no se detuvo con la Nakba. Tras la Naksa de 1967, la misma política continuó de una nueva manera, a través de la ocupación israelí de Cisjordania y Gaza, y el desalojo de decenas de miles de palestinos nuevamente, ya sea por el combate o por las políticas israelíes que buscaban asfixiarlos.
Con el tiempo, esta política evolucionó de un desalojo físico a un desalojo encubierto mediante intentos de imponer una realidad económica, política y social que obligue a los palestinos a abandonar su tierra.
En este contexto, la "solución del siglo" se presenta como una extensión natural de esas raíces, donde se proponen proyectos que buscan reubicar a los palestinos en el Sinaí, Jordania o incluso en otros países, dentro de planes que sirven a la visión israelí que rechaza la existencia de un pueblo palestino que reclama su derecho a la autodeterminación.
Por lo tanto, la idea del desalojo no es simplemente un evento pasajero en la historia del conflicto, sino que es una piedra angular del proyecto sionista que busca negar a los palestinos como pueblo y convertir su causa en un problema humanitario transitorio que puede ser liquidado a través de soluciones geográficas a expensas de los países vecinos.
Rechazo absoluto al desalojo de palestinos y sus dimensiones geopolíticas
Egipto y Jordania representan la piedra angular en el apoyo a la causa palestina, no solo por solidaridad nacional, sino también porque se trata de una cuestión que afecta directamente su seguridad nacional y su estabilidad política y social.
Con cada propuesta de desalojo de palestinos, ambos países se encuentran ante un dilema que amenaza sus intereses vitales y les impone grandes desafíos políticos, geográficos y económicos.
La posición egipcia: la seguridad nacional primero
Egipto considera el Sinaí como una línea roja que no puede ser cruzada en ningún plan de reubicación de palestinos. El Sinaí, que ha sufrido mucho por el terrorismo y los conflictos, representa una profundidad estratégica que no puede ser comprometida.
Cualquier intento de convertirlo en un sustituto para un Estado palestino podría desestabilizar Egipto y debilitar su soberanía sobre esta parte vital de su territorio.
Además, la reubicación en el Sinaí crearía un nuevo foco de conflicto en las fronteras orientales de Egipto, exponiendo al país a un riesgo constante, en un momento en que busca fortalecer la seguridad y la estabilidad regional.
La posición jordana: una amenaza existencial para el Estado
Jordania, que ha llevado la carga de los refugiados palestinos desde la Nakba de 1948, enfrenta enormes presiones ante cualquier intento de un nuevo desalojo.
Hablar de Jordania como un hogar alternativo para los palestinos no es nuevo, pero representa una amenaza existencial para el Reino Hachemita.
Cualquier intento de imponer esta solución significaría, en la práctica, la destrucción de la identidad nacional jordana y convertir a Jordania en un país que vive bajo la constante tensión entre sus habitantes originales y los palestinos.
Además, las enormes dificultades económicas que ya enfrenta Jordania hacen imposible absorber a más refugiados sin un colapso social y económico.
Consideraciones políticas, geográficas y económicas
La idea de desalojar a los palestinos hacia Egipto o Jordania representa una violación de las líneas rojas geopolíticas.
Desde el punto de vista geográfico, estos planes significan transformar la causa palestina de un conflicto con la ocupación israelí a una crisis interna en Egipto y Jordania, lo que abre la puerta a conflictos internos y regionales interminables.
Desde el punto de vista económico, la absorción de millones de palestinos en medio de las difíciles condiciones económicas que enfrentan ambos países es una tarea imposible, que podría llevar a disturbios sociales y políticos de gran envergadura.
La seguridad nacional en peligro
El desalojo de palestinos no solo amenaza la identidad nacional de Egipto y Jordania, sino que también es un ataque directo a su seguridad nacional.
Este desalojo crearía un entorno propicio para tensiones internas y debilitaría la capacidad de ambos países para enfrentar otros desafíos regionales, incluyendo el terrorismo y los conflictos fronterizos.
Además, este escenario llevaría a Egipto y Jordania a un enfrentamiento directo con sus pueblos, ya que ambos pueblos rechazan de manera contundente cargar con el peso de liquidar la causa palestina a expensas de sus territorios y su seguridad.
Resumen de la posición de ambos países
La posición de Egipto y Jordania respecto a la causa palestina es un rechazo absoluto a cualquier proyecto de desalojo, ya sea bajo el nombre de "solución del siglo" o cualquier otro plan.
Ambos países son conscientes de que cualquier intento de imponer estas soluciones no solo resultará en la liquidación de la causa palestina, sino que abrirá las puertas a un caos que no se limitará a sus fronteras, sino que se extenderá para incendiar toda la región.
Probabilidad de desalojo en el contexto de los cambios en la realidad geopolítica
Los cambios geopolíticos actuales muestran que la cuestión del desalojo sigue asomando en el contexto del conflicto palestino-israelí, especialmente ante el aumento de las tensiones en Cisjordania y la continua crisis cíclica en Gaza.
Estos escenarios, a pesar de ser rechazados por los palestinos y los países vecinos, siguen siendo una posibilidad que "Israel" y algunas potencias internacionales intentan reconfigurar y presentar de manera tortuosa para lograr sus objetivos estratégicos.
Imposición del desalojo como un hecho consumado
En los últimos años, Cisjordania ha sido testigo de un aumento sistemático por parte de la ocupación israelí, que se ha manifestado en un incremento de la colonización, incursiones en ciudades y aldeas, y la presión económica y social sobre los palestinos.
Estas políticas buscan hacer que la vida cotidiana de los palestinos sea insostenible, lo que lleva a algunos a considerar la migración voluntaria o forzada.
En este contexto, "Israel" podría aprovechar los conflictos internos y regionales para expandir los proyectos de desalojo mediante la presión económica y de seguridad, beneficiándose de la distracción internacional por otros conflictos como la guerra en Ucrania o las crisis en África.
Una nueva puerta al desalojo
La Franja de Gaza se considera un punto de anclaje clave en los proyectos de desalojo, donde más de dos millones de palestinos viven en una de las áreas más densamente pobladas y empobrecidas del mundo.
La continuación del asedio israelí y la escalada militar recurrente buscan mantener a Gaza en un estado de colapso humanitario continuo.
Esta situación podría ser utilizada como una carta de presión internacional para convencer a partes regionales de la necesidad de encontrar "soluciones alternativas", que incluyan la reubicación de los habitantes de Gaza en países vecinos, como el Sinaí o en otras áreas.
A pesar del rechazo absoluto de Egipto a este escenario, la continua degradación de las condiciones en Gaza sigue siendo una entrada para nuevos intentos internacionales de reintroducir el desalojo como la única opción para abordar las crisis humanitarias que se agravan en la Franja.
Reproducción del desalojo bajo una cobertura humanitaria
Algunas potencias internacionales buscan reconfigurar los proyectos de desalojo palestino bajo una cobertura humanitaria.
Hablar de ofrecer soluciones "radicales" a las crisis humanitarias en los territorios palestinos podría convertirse en presiones directas sobre países como Egipto y Jordania para absorber nuevas oleadas de refugiados, bajo denominaciones como "reubicación" o "soluciones humanitarias sostenibles".
En este escenario, instituciones internacionales como las Naciones Unidas y el Banco Mundial podrían ser utilizadas para financiar proyectos de reubicación, ofreciendo promesas de ayuda económica a los países anfitriones, lo que abre la puerta a conflictos políticos internos en estos países, especialmente en un contexto de amplio rechazo popular a cualquier intento de comprometer los derechos palestinos.
El eje de resistencia: un obstáculo ante los proyectos de desalojo
Por otro lado, la existencia del eje de resistencia en la región representa un gran desafío para los planes de desalojo.
Las fuerzas de resistencia, ya sea en Palestina, Líbano o Irán, son conscientes de que el desalojo significa la liquidación de la causa palestina, y por lo tanto, se convierten en un obstáculo estratégico ante la implementación de cualquiera de estos escenarios.
El apoyo que este eje brinda a la resistencia del pueblo palestino, especialmente en Gaza y Cisjordania, constituye una barrera sólida ante los intentos de imponer el desalojo como un hecho consumado.
Con el aumento del enfrentamiento entre la resistencia y la ocupación, estos escenarios podrían volverse más difíciles de ejecutar.
Complejidad del panorama
Cualquier intento de imponer proyectos de desalojo conducirá a una escalada regional sin precedentes. Egipto y Jordania, que consideran el desalojo como una amenaza existencial, podrían verse obligados a tomar medidas diplomáticas e incluso militares para enfrentar estos planes.
En un contexto de creciente cooperación regional, como la coordinación egipcio-argelina o el apoyo iraní a la resistencia, la región podría entrar en una nueva fase de escalada si se imponen estos proyectos.
La realidad de la resistencia y el futuro de la causa
A pesar de las presiones internacionales y regionales, la posibilidad de implementar proyectos de desalojo sigue dependiendo de la capacidad de los palestinos y los países vecinos para enfrentar estos planes.
La resistencia del pueblo palestino y el apoyo de los países de la región, especialmente Egipto y Jordania, seguirán siendo el factor decisivo para frustrar cualquier intento de reproducir una nueva Nakba.
Llamado a la vigilancia
En medio de lo que el mundo está experimentando en términos de cambios y transformaciones, el desalojo sigue siendo una de las amenazas más peligrosas para la causa palestina, no solo porque busca borrar a un pueblo de su tierra, sino porque representa un intento de redibujar el mapa de la región a expensas de su seguridad, identidad y estabilidad.
Estos planes, que pueden presentarse de diversas formas y bajo denominaciones engañosas, requieren una vigilancia constante y una conciencia popular y oficial sobre sus peligros.
La causa palestina no es simplemente la cuestión de un pueblo que sufre bajo la ocupación, sino que es una causa árabe, islámica y humanitaria que toca el corazón de todos aquellos que creen en la justicia y el derecho.
Cualquier intento de liquidar esta causa a través de proyectos de desalojo no solo significa la usurpación del derecho de los palestinos a regresar a sus hogares, sino que constituye una declaración explícita de victoria del proyecto sionista que busca fragmentar la región y sumergirla en conflictos internos interminables.
Hoy, más que nunca, los palestinos y los países de la región necesitan fortalecer su unidad frente a estos peligros. La resistencia, en todas sus formas, no solo es un derecho legítimo, sino que es el único medio para disuadir y frustrar estos planes.
Además, el apoyo popular árabe e internacional a la causa palestina debe ir más allá de los lemas hacia una acción real que devuelva el prestigio a esta causa.
La historia nos enseña que el desalojo, aunque tenga éxito en un momento de debilidad, no puede arrancar el derecho ni apagar la llama de la lucha.
Sin embargo, la precaución es necesaria, ya que los proyectos de desalojo, si no se enfrentan con firmeza y vigilancia, podrían llevar consigo una nueva catástrofe, no solo para los palestinos, sino para toda la región.
La adhesión a los principios nacionales palestinos y el rechazo a cualquier intento de imponer soluciones injustas es el único camino para preservar el derecho palestino y frustrar los proyectos que buscan fragmentar y debilitar la región.
Mantengámonos alerta y hagamos de nuestra conciencia un arma que se erija como un muro infranqueable ante cualquier intento de desalojo de los palestinos o liquidación de su causa, porque Palestina ha sido y seguirá siendo la brújula que determina el destino de la nación y su futuro.