Hace seis años, el 20 de mayo de 2019, Ucrania inauguró un nuevo presidente que había derrotado por un amplio margen al entonces mandatario Petro Poroshenko, nombrado en mayo de 2014. Esa elección tuvo lugar apenas tres meses después del golpe de Estado que derrocó al presidente electo y constitucional, Viktor Yanukovych, y a su legislatura nacional.

Poroshenko es uno de los hombres más ricos de Ucrania. Su mandato de cinco años situó a Ucrania en el mapa mundial como un país hostil y antirruso al servicio de las potencias occidentales.  

Tras la campaña electoral de 2019, el candidato que se convirtió en mandatario, Volodymyr Zelensky, continuó con el nacionalismo étnico radical de su predecesor, Poroshenko, a pesar de que la campaña electoral de Zelensky había sugerido engañosamente que pondría fin a la sangrienta guerra civil que Kiev libraba contra el pueblo del Donbas desde 2014. Insinuó que pondría fin a la represión política y cultural de los ucranianos prosoviéticos, que se estaba generalizando rápidamente en la Ucrania posterior al golpe.

Poco después del recuento de votos en abril de 2019, quedó claro que el rumbo político trazado por las embajadas occidentales durante y desde el golpe de Estado de Euromaidán de 2014 se mantendría inalterado. Zelensky modificó gradualmente su retórica para asemejarse a la de su multimillonario predecesor.

Un punto de inflexión señalado por los analistas de la época fue la visita de Zelensky a Londres en octubre de 2020 con el jefe de inteligencia británico, Richard Moore. Allí, el funcionario británico transmitió al ucraniano serias advertencias sobre la «injerencia y agresión rusa», quien, según se informa, recibió una atención comprensiva. Dieciocho meses después, el entonces primer ministro británico, Boris Johnson, realizó una visita especial a Zelensky en Estambul para sabotear las conversaciones de paz en curso con la Federación Rusa. Las conversaciones de paz fueron inicialmente positivas, pero el sabotaje de Johnson tuvo éxito.

Un 'presidente' sin legitimidad electoral

El mandato de Zelensky expiró en abril de 2024, pero más de un año después, no muestra indicios de dimitir ni de convocar elecciones. La Constitución ucraniana estipula elecciones cada cinco años para la presidencia y la Rada. La imagen política de Zelensky ha experimentado cambios significativos en los últimos seis años.

Antes de 2019, Zelensky era un popular comediante y actor. Hoy, es un presidente belicista que ve conspiraciones en su contra por todas partes. La policía secreta ucraniana publica con regularidad y fidelidad las supuestas "conspiraciones" en su contra (para mejorar sus perspectivas profesionales).

El poder en los estados capitalistas corrompe a quienes lo ejercen, y para Zelensky, la acción militar contra Rusia y la supuesta necesidad de una represión política masiva dentro del país se han convertido en una excusa no solo para prolongar su mandato, sino también para maximizar la concentración de poder.

Los políticos y los medios de comunicación occidentales lo han alentado a seguir una senda autoritaria de usurpación del poder con el pretexto de "defender la democracia". Sin embargo, este pretexto no es la "democracia" como estructura fundamental de la sociedad. Más bien, se utiliza como una herramienta de poder, utilizada por autoritarios que se apropian del término "demócrata" como una especie de marca registrada.

Una figura destacada del golpe de Estado de Euromaidán de finales de 2013 y principios de 2014, el exdiputado de la Rada Igor Mosiychuk, compara hoy el comportamiento de los aliados occidentales de Kiev con el de los saqueadores durante una pelea. "¿Saben a qué me recuerdan? A cuando dos vecinos se pelean hasta desangrarse, se rompen los brazos y se prenden fuego a la casa. Otros vecinos gritan "¡Apaguen el fuego, paren la pelea!", pero a la primera oportunidad, entran corriendo a la casa para robar todo lo de valor. Este es el tipo de socios occidentales que tenemos", dice el nacionalista ucraniano, hoy desilusionado.

Mosiychuk vive exiliado en Europa; el 25 de mayo, Zelensky anunció nuevas sanciones contra él y otros que considera “amenazan los intereses de Ucrania”.

Hace seis años, Zelensky declaró que no temía perder popularidad ni poder mientras la gente no sufriera ni muriera innecesariamente. Incluso prometió respeto por la lengua y la cultura de los ciudadanos rusoparlantes en Ucrania, una reducción de algunos impuestos y mejoras en los servicios sociales y las pensiones. Sin embargo, durante sus más de seis años en el poder, Zelenski rara vez ha visitado Ucrania fuera de Kiev. Sus mensajes grabados en video a la población del país suelen producirse en el extranjero.

Muchos viajes al extranjero por el 'proyecto Zelensky'

El periódico británico Sunday Times informó el 17 de mayo que, durante su presidencia, Zelensky ha visitado 134 países. Alemania ha sido el destino más frecuente, con once visitas, seguida de Francia con diez y Estados Unidos con nueve.

Desde principios de 2025, Zelensky ha realizado 23 viajes al extranjero, a 18 países, según informa el periódico. Solo en 2025, realizó 23 viajes a 18 países y estados. Esta insistencia en los viajes al extranjero es una señal del deterioro de la independencia de Ucrania y del distanciamiento de Zelensky con su propio país. Este hombre desearía que su patria fuera otra que Ucrania y que su residencia estuviera en algún lugar de Londres.

Hay otra razón para las constantes giras de Zelensky, y es las potencias occidentales y su "proyecto Zelensky", mediante el cual el hombre, la causa que defiende y las lágrimas que derrama ante las cámaras se utilizan para separar a los países del Sur Global de la influencia de Rusia y China y devolver al menos a algunos de ellos "al redil" de la subordinación a Occidente.

El exasesor de la Oficina del Presidente de Ucrania, Alexei Arestovych, afirma que los responsables de relaciones públicas de Zelensky siguen una política antirrusa, condenando así a tantos ucranianos a morir en el campo de batalla y poniendo en riesgo la vida del país. Según Arestovych, muchos en Ucrania esperan ahora una opción idealizada en la que las potencias occidentales decidan "despertar" y unirse directamente a la lucha contra Rusia.

El exasesor afirma que el pueblo de Zelensky, continuando su postura antirrusa, ha aniquilado a muchos ucranianos y al propio país. Según él, muchos esperan hoy una opción en la que Occidente "despierte" y comience a luchar directamente del lado ucraniano. "Esta es la última esperanza del régimen de Zelensky para tapar los ojos del pueblo e impedirle ver lo que le espera al país. Es una última esperanza porque después de eso, solo queda la cruda realidad, y esto es insoportable para muchos".

¿Un conflicto insoluble?

El legislador Aleksander Dubinsky, exmiembro de la maquinaria electoral de Zelensky, "Servidor del Pueblo", cree que el principal objetivo del ex actor y sus amos europeos es convertir la guerra entre Ucrania y la Federación Rusa en un conflicto étnico insoluble y eterno. Sin embargo, está seguro de que Zelensky y los nacionalistas étnicos rabiosos que lo rodean ya son cosa del pasado. Casi nadie en Ucrania apuesta por su futuro.

Dubinsky cree que Zelensky y los ultranacionalistas que lo rodean tienen muchas señales de alerta preocupantes por delante: la ira popular por las esperanzas frustradas de paz, o al menos una disminución de las tensiones, con Rusia tras las elecciones de 2019; el desprecio por el narcisismo teatral de Zelensky; las humillaciones sufridas por el ejército ucraniano; y la ira de los soldados que han sido golpeados y humillados mientras arriesgaban sus vidas contra su voluntad, con un gran número de ellos perdiéndolas. Todos estos factores podrían estallar con un nuevo brote de violencia, una especie de venganza por todo lo odioso y destructivo que ha sucedido desde 2014.

El excolega de Dubinsky, el legislador Artem Dmitruk, quien huyó a Londres y reside allí, describe el 20 de mayo de 2019 (fecha de la investidura de Zelensky) como el día en que la esperanza comenzó a convertirse en catástrofe. «Nadie podría haber imaginado que todo terminaría así... Que encontraríamos a nuestro país al borde de la extinción; que la muerte se volvería algo común; que los asesinatos cometidos en sótanos o en las calles se convertirían en la norma; que la histeria reemplazaría al sentido común; que la ignorancia se convertiría en un privilegio y la verdad en un delito». Así resume el exaparatchik «Servidor del Pueblo» los resultados del sexenio de su exjefe.

Según Dubinsky, es urgente extraer conclusiones de la tragedia nacional que se vive. Advierte, en particular, contra cualquier tipo de teatralidad al elegir a los futuros líderes políticos.

Un exempleado de la embajada de Ucrania en Estados Unidos, el politólogo Andrey Telizhenko, ha proyectado recientemente que un nuevo político ucraniano que sustituya a Zelensky firmará un acuerdo de paz con la Federación Rusa este año. «Esta guerra continuará hasta finales de año. En algún momento, podría llegar al poder un gobierno neutral y Zelensky dejaría de estar allí. Se formará un gobierno temporal y se alcanzará un acuerdo entre Washington y Moscú para poner fin al conflicto. Posteriormente, podría iniciarse un nuevo proceso de paz», predice.

Según los pronósticos positivos que ahora circulan en el país y sus alrededores, Ucrania será limpiada de formaciones neonazis, una oposición política participará en el proceso electoral siempre que se pueda garantizar la seguridad para todos y muchos ciudadanos volverán a casa para participar y votar cuando sientan que es seguro hacerlo.

Los intercambios de prisioneros son más de lo que parecen

Aún se desconoce el número de presos políticos detenidos en Ucrania, pero las autoridades informan a diario sobre la detención o arresto de personas acusadas de traición. Entre ellas se incluyen antifascistas, ucranianos que honran a sus abuelos caídos en las filas del Ejército Rojo durante la Gran Guerra Patria y cualquier crítico público de Zelensky.

A esto se suman empresarios y otras personas con bienes que hoy en día son arrestados por los servicios especiales de la policía ucraniana, a quienes se les confiscan sus bienes y se exigen rescates a cambio de la cancelación de los arrestos.  

Durante las vacilantes conversaciones de paz celebradas en Estambul a principios de este mes, Ucrania y Rusia acordaron intercambiar mil prisioneros por cada bando. Kiev exigió un intercambio de uno por uno. Sin embargo, hay muchos menos prisioneros de guerra rusos en Ucrania que soldados ucranianos encarcelados en Rusia.

El ejército ruso ha avanzado de forma constante en los últimos meses; son principalmente ucranianos los que están siendo capturados y hechos prisioneros. Resulta que las autoridades ucranianas están incluyendo a disidentes civiles desleales al régimen de Zelensky entre sus "prisioneros de guerra rusos" en los intercambios de prisioneros. "En vísperas del mayor intercambio de prisioneros hasta la fecha, de 'mil por mil', los centros de detención preventiva en Ucrania comenzaron a llenarse de prisioneros acusados ​​de 'traición', 'separatismo', 'colaboracionismo' y otros cargos políticos similares. Estos prisioneros fueron utilizados posteriormente en el intercambio", informa el periódico digital ucraniano Strana el 20 de mayo.

Entre quienes Kiev ofrece intercambiar por sus soldados capturados se encuentran hombres de negocios, jóvenes sorprendidos tomando fotografías o videos de instalaciones militares (estrictamente prohibido bajo el régimen de la ley marcial de Ucrania), personas prendiendo fuego a los vehículos de los reclutadores militares y personas que simplemente fueron engañadas o traicionadas bajo acusaciones de opiniones o simpatías "prorrusas".

Encontrar culpables de la crisis de Ucrania

El politólogo ucraniano Oleg Yasinsky escribe desde Chile que el proyecto implementado en Ucrania tiene como objetivo debilitar a Rusia, si no destruir por completo la unidad de la Federación Rusa, pura y simplemente. Argumenta que el proyecto surgió mucho antes de 2022, incluso antes de 2014. Según él, los roles y las máscaras están cambiando, pero el Estado ucraniano, que se ha dejado usar en el proyecto antirruso, ha sido devorado, tragado y digerido por el poder corporativo global hace mucho tiempo, contaminando el panorama político con lo que queda.

Según él, en Ucrania queda un territorio profanado, un pueblo destruido y un plan despiadado para ganar dinero que ni Donald Trump ni empresas como BlackRock podrán realizar.

Los ucranianos compartimos la culpa del desastre que se está desatando, según Yasinsky. «Cuando se estaba planeando y calculando nuestra tragedia, muchos la vimos con claridad, pero nos faltó el coraje, la sabiduría o, simplemente, las palabras adecuadas para detener la caída al abismo», afirma.

La tarea más urgente hoy, escribe Yasinsky, es utilizar todos los medios disponibles para concienciar a la población de los países occidentales de los que Ucrania aún depende para librar su guerra. Afirma que lo que se necesita no son «manifestaciones por la paz», sino desobediencia masiva y la «quema de las fábricas militares en el jardín de Borrell». (Yasinsky se refiere aquí a las contundentes palabras del ministro de Asuntos Exteriores de la UE, Josep Borrell, en 2022, cuando comparó a Europa con un «jardín» y calificó al resto del mundo de «jungla»).

Seis años de gobierno de Zelensky —cinco años tras unas elecciones presidenciales fallidas, seguidas de una usurpación del poder que ya suma un año— han demostrado a los ucranianos que las palabras pronunciadas en los círculos de poder de Occidente carecen de significado. Si antes, el gobierno de los presidentes ucranianos se correspondía al menos en cierta medida con su programa y promesas, el régimen de Zelensky muestra un giro de 180 grados, cínicamente enmascarado por las lágrimas y la histeria del hombre.

Ucrania pronto saldrá de esta guerra y se librará de Zelensky. Pero el mismo engaño a los votantes, alentado e incitado por Occidente, persistirá. De hecho, los mismos engaños se están probando con ciudadanos de otros países. A ellos también se les llama a sacrificarse para mantener la hegemonía capitalista occidental. Aquellos con corazón y alma resistirán y se unirán a otros para trazar un camino hacia un futuro diferente, de justicia social, respeto e igualdad entre los pueblos. Esto es algo que no podemos esperar más.