Fordow no ha caído... e Irán no se romperá
Irán todavía tiene la iniciativa, no por una respuesta emocional, sino por una decisión calculada, tomada en un momento elegido por la razón, no por la emoción.
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Fordow no ha caído... e Irán no se romperá.
En el momento en que Donald Trump anunció su agresión a las instalaciones nucleares iraníes, Teherán ya había superado la sorpresa inicial y había reposicionado su estrategia en el tablero de la confrontación con una astucia que no se esperaría de un país titubeante o desorientado.
Las instalaciones de Fordow, Natanz y Isfahán no solo estaban vacías, sino que es evidente que Irán se estaba preparando para una eventualidad como esta.
Una vez que se disipó el polvo de la conmoción, comenzaron a aparecer las características de una respuesta que, aunque tranquila en apariencia, es firme en su esencia.
Los días previos a la agresión estadounidense no fueron un capítulo aislado. “Israel” había sido objeto de una serie de ataques de misiles iraníes sin precedentes, que impactaron centros tecnológicos, institutos de investigación de seguridad, y a instalaciones de inteligencia, militares y económicas.
Esta ronda fue una extensión de la respuesta de Irán a la agresión israelí.
Sin embargo, mostró a los observadores la naturaleza de las capacidades iraníes cuando deciden responder, y cómo pueden bombardear "Tel Aviv" con lo que no se esperaba. Hoy, tras lo sucedido en Fordow, el escenario ha cambiado.
Teherán sabe perfectamente que esta agresión estadounidense no se habría llevado a cabo sin una coordinación previa con "Tel Aviv". Por lo tanto, la respuesta esta vez se distribuirá en más de un frente.
Lo que complica aún más la situación es que las instalaciones iraníes no son militares, sino que están bajo supervisión internacional, registradas oficialmente y bajo la mirada de la Agencia Internacional de Energía Atómica.
Esta transformación, de atacar un sitio soberano, revela que las líneas rojas que existían anteriormente han sido completamente cruzadas.
La reacción iraní hasta ahora ha sido calculada con precisión. El comunicado emitido por la Agencia de Energía Atómica de Irán no amenazó a Trump, a pesar de la ferocidad de la agresión, como si en este silencio hubiera un mensaje de que Irán no se dejará llevar por la diplomacia de las emociones. Sin embargo, al mismo tiempo, no renuncia a sus cartas pesadas.
La respuesta iraní debe ser proporcional porque "Tel Aviv" fue quien impulsó esta dirección al participar en la agresión contra instalaciones que están bajo supervisión internacional, rompiendo así el equilibrio no escrito.
Más allá de eso, hay algo más peligroso. Teherán, que se ha comprometido durante décadas con el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares, ahora ve este compromiso como una carga política después de que se bombardearon instalaciones protegidas por dicho tratado.
La discusión dentro de Irán no solo gira en torno a la respuesta en el terreno, sino también a una reevaluación de la relación con todos los estándares internacionales, incluida la posible retirada de acuerdos que ya no disuaden a nadie y que ni siquiera protegen las instalaciones pacíficas de agresiones.
No es exagerado afirmar que Irán ha salido de esta prueba más fuerte. No se han destruido completamente sus instalaciones, no se ha quebrantado su infraestructura de conocimiento, ni se ha desestabilizado su frente interno.
A pesar del ruido de Washington y del habitual espectáculo de Trump, los cálculos posteriores al ataque comienzan a dirigirse hacia una calma diferente: la calma que precede a una gran decisión, que nadie sabe cuándo se tomará, pero que será en un momento elegido únicamente por Teherán, y con un instrumento que podría no ser esperado.
Lo que ocurrió no fue un final, sino el comienzo de un nuevo capítulo en las ecuaciones de disuasión.
En la balanza de la confrontación, Irán aún tiene la iniciativa, no a través de una respuesta emocional, sino mediante una decisión calculada, que se emitirá en un momento elegido por la razón, no por la emoción... y el enemigo sabe que el momento llegará, inevitablemente.