Líbano se encuentra en una encrucijada peligrosa
No es la primera vez que Líbano es testigo de un escenario tan peligroso, que podría escalar desde un golpe político por parte del gobierno a una explosión de seguridad en las calles o en el terreno.
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Líbano se encuentra en una encrucijada peligrosa.
Los acontecimientos, desarrollos y novedades en Líbano se aceleraron, en paralelo a los cambios y transformaciones en la región. Entre el martes, fecha de la primera sesión del gabinete, y el jueves, fecha de la segunda, la cuestión del control exclusivo de armas por parte del Estado, el desarme de la resistencia o el memorando estadounidense al respecto —independientemente de su nombre y descripción—son temas polémicos, sin resolver o controvertidos entre los libaneses.
Se han convertido en un desafío existencial para todo Líbano, incluso en una amenaza de peligro, con el agravamiento de la inestabilidad en materia de seguridad, la interferencia, las presiones y las condiciones políticas.
La Resistencia en el documento del Acuerdo Nacional
El texto del documento del Acuerdo Nacional, emitido en 1989, establecía que Líbano tiene derecho a tomar todas las medidas necesarias para liberar los territorios ocupados de la ocupación israelí. Es claro y explícito, sin lugar a interpretaciones. Es un texto constitucional, pero se incluyó en un documento constitucional que puso fin a la Guerra Civil Libanesa.
Estamos ante dos opciones o caminos, sin una tercera posibilidad: la diplomacia o la fuerza, o quizás ambas. La diplomacia carece de sentido, valor e inutilidad sin la fuerza material, ya sea militar o económica. La fuerza, a su vez, nos deja ante dos opciones o posibilidades, y no hay una tercera: el ejército, la resistencia popular, o quizás ambas. En consecuencia, esta resistencia popular es una posibilidad, una elección o una decisión nacional, política, y constitucional, pero se basa en la legitimidad internacional y el derecho internacional, en referencia al derecho legítimo a la legítima defensa, así como al derecho natural a enfrentar la agresión externa de un enemigo extranjero. Esta es la verdad, y nada más que la verdad. No es un punto de vista en absoluto.
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El Gobierno libanés y el Memorando estadounidense
El gobierno libanés aceptó el documento de las condiciones estadounidense, aprobado por unanimidad por los miembros presentes, encabezados por el presidente Joseph Aoun y con la presencia del primer ministro Nawaf Salam. Esto ocurrió después de que el dúo chiíta (Movimiento Amal e Hizbullah) se retirara de la primera sesión, el martes, y de que los cinco ministros chiítas se retiraran de la segunda, el jueves, en menos de 48 horas, o, dicho con mayor precisión, menos de 72 horas.
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La insistencia en una medida tan imprudente, irresponsable e inocente fue impactante, de hecho flagrante y escandalosa. En cualquier caso, representa un golpe político, en toda la extensión de la palabra, contra ecuaciones, equilibrios, entendimientos e incluso pactos y acuerdos. Es lo menos que podemos decir. Esto ocurrió bajo el peso de la presión externa, incluso la intimidación y las amenazas, de las potencias extranjeras profundamente involucradas en los asuntos internos y soberanos de Líbano, en particular los estadounidenses, europeos, israelíes y sauditas.
La cuestión de la Resistencia y del pacto nacional
Esta no es la primera vez que el país presencia un escenario tan peligroso, que podría derivar en un golpe político del gobierno y convertirse en un estallido de violencia en calles y plazas, bajo la presión del descontento popular. Esto se debe a las divisiones verticales, las posiciones y alineamientos facciosos y regionales, y la rigidez e intransigencia de las orientaciones, declaraciones, decisiones y posiciones del actual gobierno, tanto políticas como no políticas.
Es evidente que el primer ministro Nawaf Salam es la segunda versión del ex primer ministro Fouad Siniora en el palacio de gobierno, repitiendo la misma experiencia en el Gran Serrallo. Sin embargo, el presidente Joseph Aoun no es el mismo presidente Emile Lahoud en el palacio presidencial. Puede que no se le parezca en nada, en términos de experiencia, cargo o formación.
Así, el país se encuentra dividido, en un momento político histórico crítico y delicado, por la continua presencia de las armas de la resistencia, el control exclusivo de las armas por parte del Estado y la cuestión del Pacto Nacional y, en consecuencia, el equilibrio y la colaboración en la toma de decisiones. Cuando la crisis afecta a cuestiones cruciales, se dirige, o intenta dirigirse, a un componente político y social fundamental del país, que es, naturalmente, el principal actor político y electoral.
Líbano: entre el Gobierno, el Ejército y la Resistencia
El gobierno ha trasladado el problema a otro contexto. Podría estar incitando al Ejército a un enfrentamiento con la Resistencia. Esto es algo que Estados Unidos e "Israel" celebran, así como las fuerzas fascistas, nazis y chovinistas de extrema derecha, y el grupo "Línea Israelí" en Líbano, un agrupación política e histórica presente y activa en el país. Se trata de una escalada sin precedentes que, de prosperar, podría hundir a todos en el abismo de la discordia y el caos, así como en una lucha interna y civil.
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Quienes tienen la responsabilidad son, inevitablemente, quienes han tomado y tomarán decisiones, posturas y medidas que no son ni meditadas ni calculadas. Son, más bien, intencionales, pero no patrióticas ni siquiera racionales. La responsabilidad también recae en el pacto, el ejército y la resistencia, para evitar caer en comportamientos prohibidos que podrían conducir a la caída del Estado, o incluso de la nación.
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Cabe destacar que este es un asunto extremadamente peligroso: la hipótesis de que uno de los enemigos de Líbano, en particular "Israel", o quizás otros, hayan entrado en la contienda mediante algún tipo de operación de seguridad, como el asesinato de un político, que echaría leña al fuego en un momento sospechoso y en este contexto. Es una posibilidad sería, que merece pausa, contemplación y reflexión.
Este es quizás el momento más peligroso en la historia política moderna y contemporánea de Líbano, al menos desde la invasión de 1982 y tras el fin de la guerra en 1989.
Líbano se encuentra en una encrucijada peligrosa. Está al borde del abismo, de la explosión y luego del colapso. Todas las posibilidades están sobre la mesa y abiertas. No podemos permitirnos perder el tiempo ni perder oportunidades. El gobierno está en crisis y se enfrenta a un dilema. En cuanto al Estado, atraviesa una auténtica crisis existencial, estructural y de comportamiento.
En cuanto a la entidad de ocupación, se encuentra en una crisis existencial. No es una crisis de autoridad, ni de gobernanza, ni de régimen, ni de identidad, a pesar de toda su importancia, y esta crisis es toda estas crisis y más: ¡una crisis de entidad y de existencia!