El genocidio que no cesa en el corazón de África (Parte 2)
Esta es una serie de siete artículos que intenta facilitar la comprensión de una historia que se lleva exponiendo de manera fragmentada y descontextualizada durante décadas. Es importante que conozcamos este conflicto que ha dejado millones de víctimas inocentes y comprendamos que su sufrimiento está estrechamente relacionado con el sistema económico en el que unos vivimos y otros mueren, en un tablero estratégico en el que no somos actores, sino peones.
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Una sucesión de (des)gobiernos
Como decíamos en el anterior artículo de esta serie, a lo largo de toda su historia, desde su creación como el Estado Libre del Congo, luego como el Congo Belga, después como Zaire y ahora como República Democrática del Congo, este país siempre ha estado “gobernado" por sus depredadores o los títeres de estos, con la única excepción de los escasos seis meses que Patrice Lumumba logró mantenerse en el cargo para el que el pueblo congoleño le había elegido en las únicas elecciones no manipuladas por occidente que ha tenido este país.
1. Leopoldo II
Por poner una fecha de inicio, digamos que en 1876, cuando Leopoldo II funda la Association internationale africaine, AIA, dio comienzo una sucesión de desgobiernos que han explotado, expoliado y asesinado a los legítimos propietarios de estas riquezas que la naturaleza ha derrochado en el corazón del continente africano, justo en la cola de la fractura del Rift.
Leopoldo II, que diezmó a las poblaciones locales bajo el yugo de una explotación inhumana, gobernó el Congo hasta 1908, año en que cedió la colonia a Bélgica, país del que era monarca -que no propietario, como del Congo. Conviene recordar brevemente que eso de ceder no era el estilo de Leopoldo; una vez más, su despiadada habilidad para los negocios se impuso en Europa. El precio del caucho y el marfil había caído, debido a la competencia de otras regiones y compañías productoras, por lo que el monarca fríamente calculó deshacerse de esa carga, su deuda y la mala fama que le había valido el conocimiento público de sus atrocidades. Logró que Bélgica se comprometiese a hacerse cargo de enormes gastos generados por su avariciosa explotación de la colonia africana y a darle una “compensación” de 50 millones de francos de la época.
2. Bélgica y sucesores de Leopoldo II
Tras esta cesión / trampa / venta, la gran colonia africana pasó de ser “libre” a ser “belga", es decir que cambió su nombre de Estado Libre del Congo por el de Congo Belga. Los arrogantes jefes de estado seguían siendo los herederos de Leopoldo II, primero su sobrino Alberto I, en la época de la I Guerra Mundial; después su nieto Leopoldo III, en la época de la II GM, y por último el hijo de este, Balduino I, con quien llegó la gloriosa victoria del pueblo congoleño en su sangrienta lucha por la independencia, en 1960.
Queda para los anales de la historia la cara de circunstancias de un altanero rey Balduino en la ceremonia de independencia del Congo, escuchando las verdades que pronunció, sin que estuviera previsto, Patrice Lumumba en uno de los discursos más importantes del siglo XX, el 30 de junio de 1960.
3. Patrice Lumumba
Lumumba logró mantenerse en el gobierno a duras penas seis meses. Los únicos seis meses que los congoleños tuvieron un gobierno democrático y soberano. Lumumba fue asesinado en enero de 1961, por un complot hoy perfectamente documentado, tan documentado como impune, de los servicios secretos belgas, la CIA de Eisenhower, además de la connivencia de la ONU y otras potencias europeas[1]. Entre estos cómplices está España, para mayor gloria, si cabe, del régimen franquista [2].
4. Mobutu Sese Seko
Estados Unidos y Bélgica, una vez que habían destruido cualquier posibilidad de gobierno soberano en el Congo, implantaron a su títere, el mariscal Mobutu. Es conocida la tradicional predilección por los militares del imperio estadounidense, para ocupar los gobiernos africanos.
Mobutu se mantuvo a la cabeza del gran Congo desde 1965 hasta 1997, saqueando al pueblo congoleño para venderlo a los intereses estadounidenses, a cambio de una riqueza personal verdaderamente indecente, tan indecente como la miseria de su pueblo. Aunque entrado el siglo XXI, las condiciones de vida de los congoleños se han deteriorado hasta el punto de hacerles añorar lo “menos mal” que vivían con Mobutu…
Cuando Mobutu dejó de ser dócil y útil a Estados Unidos y Bélgica, (tenía una cáncer terminal del que murió en Marruecos pocos meses después de ser retirado del poder), los estadounidenses y belgas decidieron sustituirlo por otro peón que les fuera más fiel y tuviera menos facilidad para aliarse con Francia y China. Además, terminada la guerra fría y caído el muro de Berlín, Estados Unidos ya no tenía motivo para mantener a su aliado en el centro de África, desde donde alcanzaba a interferir en los asuntos de todo el continente. La caída de Mobutu, utilizando una rebelión de “polichinela” está perfectamente descrita y documentada el diversos libros, principalmente los escritos por Honoré Ngbanda-Nzambo, el que fuera embajador de Zaire en Israel entre 1982 y 1985; responsable de los Servicios de Inteligencia y Seguridad del 85 al 90 y ministro de Defensa del 90 al 92, para después pasar a ser consejero especial del presidente Mobutu en materia de Seguridad.
5. Laurent Desiré Kabila
Laurent Desiré Kabila era un perfecto desconocido que se encontró en el momento y lugar precisos para servir de peón a los planes de los nuevos aliados de Estados Unidos, los ruandeses tutsis del FPR y la Uganda de Yoweri Museveni, que querían invadir el gran Zaire.
Se presentó ante los medios internacionales una “rebelión congoleña” que en realidad era grupo reclutado por toda África por el coronel ruandés James Kabarebe, (quien en realidad comandó la agresión que acabaría con la era Mobutu). Incluso fueron ellos quienes bautizaron el grupo como Alianza de Fuerzas Democráticas para la Liberación de Congo, AFDL, que se suponía que era congoleño y dirigía L. D. Kabila.
Era necesario hacer pasar una guerra de agresión por una “rebelión zaireña que se oponía a la dictadura de Mobutu”. Cuando Honoré Ngbanda recriminó al embajador de Estados Unidos en Kinshasa del momento, Dan Simpson, que hubieran elegido a semejante personaje para dirigir el Congo, Simpson le respondió con cinismo «¿Quién le ha dicho que Kabila se ha convertido en amigo nuestro? Por ahora le necesitamos, pero ajustaremos cuentas cuando hayamos terminado con él».[3]
Y así fue como ocurrió, Laurent Desiré Kabila llegó al poder aupado por los ruandeses, ugandeses y estadounidenses en el 97, y no duró ni cuatro años. “Gobernó” desde el 17 de mayo de 1997 hasta el 16 de enero de 2001, cuando fue asesinado, según muchos expertos de la zona, por las mismas tropas que le llevaron al poder de Kinshasa, cuando osó pedirles que abandonasen el Congo.
6. Joseph Kabila
Como si de una monarquía se tratase, el supuesto hijo de L. D. Kabila, pasó a hacerse cargo de la presidencia en el momento del asesinato de su padre (no un miembro del gobierno, sino el hijo). Fue elegido presidente en unas elecciones consideradas a todas luces irregulares, en 2006, y después en 2011, también de forma bastante irregular. Se mantuvo en el poder hasta 2018, es decir, en total ha estado 17 años a la cabeza del Congo, gracias a una corrupción tan atroz como con todos los anteriores y gracias también al sostenimiento de los nuevos delegados de Estados Unidos en la región, Uganda y sobre todo Ruanda, que de facto ha ocupado el país, y domina su ejército, sus instituciones y su economía. De hecho, Joseph Kabila no había luchado en la rebelión de su supuesto padre, sino en el FPR de Paul Kagame de Ruanda. Su logro más destacable, una impúdica riqueza personal y familiar.
7. Felix Tshisekedi
En unas elecciones que también levantaron todas las sospechas de ser fraudulentas, en enero de 2019, resultó elegido Felix Tshisekedi, un hombre cuyas primeras medidas al frente de la RDC han sido una especie de barra libre de impunidad para todo el mundo. Muchos lo ven como una marioneta de Joseph Kabila, que en casi dos décadas de gobierno se hizo con el control de toda la economía del país; otros lo ven como el nuevo aliado que necesitaba Paul Kagame de Ruanda, cuando se vio enfrentado a Kabila por su afinidad con China, dejando de dar varios contratos importantes a EEUU, en favor de China; otros lo ven como una marioneta manejada fácilmente por Washington; después de más de un año de gobierno se podría decir que es todo eso y algo más.
Tshisekedi es el hombre que dice «SÍ» a todo el mundo, a todas las presiones externas, para mantenerse en el poder, hay que esperar a ver si sus intenciones son mejorar las cosas para los congoleños o vender su riqueza al mejor postor, dando la espalda al pueblo. De momento, en los primeros 20 meses de su presidencia oficialmente, 2.127 civiles fueron asesinados, 1.450 secuestrados y 938 secuestrados, un número mayor que en los últimos 20 meses de la presidencia de J.Kabila, con 1.553 civiles muertos…, malos pronósticos.
Bien entrado 2021, los congoleños siguen sin tener un gobierno que sea digno de ese nombre y la corrupción e incapacidad del grupo de Tshisekedi son cada vez más evidentes.
[1] Ver el libro de Witte, Ludo: El asesinato de Lumumba. En español, Ed Crítica. 2002.
[2] En el mencionado libro Cuando Franco se fue a la guerra del Congo, el profesor Velloso Santisteban documenta con rigor cómo España participó en los terribles sucesos acontecidos en la RDC a comienzos de los años 60, el ataque imperialista al proyecto de independencia iniciado por los congoleños en 1960.
[3] Ngbanda, Honoré: Crimes organisés en Afrique centrale, p. 212.