El genocidio que no cesa en el corazón de África (Parte 7 FINAL)
Esta es una serie de siete artículos que intenta facilitar la comprensión de una historia que se lleva exponiendo de manera fragmentada y descontextualizada durante décadas. Es importante que conozcamos este conflicto que ha dejado millones de víctimas inocentes y comprendamos que su sufrimiento está estrechamente relacionado con el sistema económico en el que unos vivimos y otros mueren, en un tablero estratégico en el que no somos actores, sino peones.
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Una impunidad asombrosa
Todos estos hechos relatados en los anteriores artículos y en esta séptima y última parte, son de sobra conocidos por la llamada comunidad internacional, por los grandes medios de comunicación, por las grandes ONG y por todo analista o experto que se precie y que sea digno de tal nombre. Entonces ¿por qué no se habla de ello? ¿por qué no se actúa para detener este genocidio del que no se habla?
No solo no se habla del tema, es que el principal responsable en la actualidad, Paul Kagame y su círculo cercano, es asombrosamente impune de todo lo que haga. Su caos (constructivo) al servicio de sus padrinos las potencias anglosajonas (EEUU, Gran Bretaña y el estado sionista de Israel) sigue siendo una correa de transmisión bien engrasada, entonces, todo va bien para medios, ONG y instituciones internacionales. Kagame y sus hombres pueden asesinar a representantes de la ONU[1] cuyas averiguaciones sean molestas, puede asesinar a diplomáticos europeos[2], como el embajador italiano, en pleno 2021… nadie se atreve a interpelarle. ¿Se imaginan el tsunami mediático que hubiera causado un simple arañazo a un embajador europeo en Venezuela? Pues ni las víctimas europeas de Kagame generan reacción alguna en la civilizada Europa.
Joan Carrero, una de las figuras españolas que más ha apoyado a estos pueblos africanos desde los inicios de toda esta locura, que llegó a hacer una huelga de hambre de 42 días ante el parlamento europeo en 1997 para suplicar visibilidad de esta tragedia, es autor de la que es posiblemente la mejor obra que existe hasta ahora en castellano para la comprender esta tragedia, ‘África, la madre ultrajada’[3]. El mismo autor escribía varios artículos la primera semana de marzo de 2021 estupefacto por el atronador silencio internacional ante el asesinato del embajador italiano en el Congo:
«La explicación de esta sorprendente impunidad de Paul Kagame y encubrimiento de todos sus crímenes no creo que sea, de ningún modo, la que apunta Ian Birrell: “la culpa por el fracaso del mundo en detener el genocidio”. Es un argumento demasiado gastado ya. Estas gentes no saben lo que es el sentimiento de culpa. Muchos de ellos saben muy bien que el genocidio no es algo que ellos no fueron capaces de detener, sino que sencillamente lo permitieron bien conscientemente para no interferir el avance del FPR hacia Kigali. Incluso saben, que deberían tener mayor culpa aún por haber permitido que Paul Kagame provocase un número incomparablemente mayor de víctimas que las víctimas tutsis de la primavera de 1994. ¿Por qué no deberían tener culpas también por permitir a Paul Kagame todos estos inacabables crímenes?».[4]
Y en su segundo artículo sentencia:
«En lo que respecta a la cuestión del derecho de los pueblos a su legítima defensa, el cinismo de los líderes políticos y de los creadores de opinión occidentales sobrepasa ya todo lo razonable.»[5]
La guerra más brutal, la del capitalismo
Esta es la guerra más brutal que existe. No solo por su número de víctimas, que es el más alto, solo superado por la II Guerra Mundial; ni tampoco por su duración, tres décadas y sin ver un final cercano; sino por la confluencia de todos los horrores de todas las demás guerras híbridas imperialistas que sufren los demás pueblos del planeta y más.
Aquí existe la motivación de la depredación y control de los recursos necesarios para la industria capitalista de cada momento (cuando no fue el caucho, fue el uranio, luego el coltán, ahora el cobalto, mañana será otra cosa), como Venezuela. La resistencia de un
pueblo (los pueblos del este de la RDC) que prefiere morir masacrado cada día a doblegarse ante la ocupación de su tierra, como el pueblo Palestino, abandonado hasta por su gobierno central de Kinshasa, ya en manos de las potencias extranjeras.
Las grandes potencias anglosajonas, sus gobiernos al servicio de las grandes oligarquías financieras, nunca van a intervenir para detener estos crímenes descarnados, a no ser que sus delegados en la zona, actualmente el genocida Paul Kagame y su banda, dejen de ejercer de correa de transmisión de su dominio absoluto. Mientras esta correa de transmisión funcione, esos delegados de la zona pueden hacer lo que quieran, que ya se encargan las potencias de que no sean molestados, ni aunque comentan el genocidio más sangriento del mundo.
Los grandes palabras y gesticulaciones de los medios de comunicación, de la comunidad internacional, las ONG y las instituciones internacionales como la ONU… ya no engañan a los que sufren día a día. Los y las africanas de la región se saben solos, saben que toda esta caterva de hipócritas no va a hacer nada que inquiete a los amos del mundo.
Pero en esta guerra, además, se suma el componente del racismo: todas las instituciones, organismos, grandes ONG y medios occidentales o presididos por occidentales, adolecen de un racismo medular. Los muertos negros importan menos. La visión de la brutalidad inhumana ejercida contra cuerpos negros, no podría ser soportada si en lugar de ser sufrida por negros fuera sufrida por blancos.
Resistencia
Hoy, ahora mismo, mientras ustedes leen esto, en Beni lloran impotentes y angustiados cada día a seres queridos que amanecen «degollados como conejos» sin que a nadie le importe. Llevan tantos años resistiendo la guerra más brutal, la del capitalismo, que han comprendido que el resto del mundo no va a acudir en su auxilio.
En los últimos años, la movilización de las resistencias tanto de los países de la región, como en la diáspora, se han unido para denunciar sin ambages a los responsables y exigir que se establezca un Tribunal Internacional para el Congo. Congoleños, ugandeses, burundeses y ruandeses piden unidos un tribunal internacional para Congo, porque son conscientes de que si sólo se juzgasen los crímenes cometidos en el Congo por el genocida Paul Kagame y su círculo cercano, toda la región descansaría, y después vendría el resto de toda la justicia y reconocimiento que necesitan tantos millones de víctimas. Saben que si logran acabar con la impunidad de este grupo criminal, hoy la violencia acabaría. Solo acabando con la impunidad, se puede lograr la paz.
Congo se desangra, Basta de Impunidad, Ingeta (venceremos en lingala)… son sus lemas cada día tienen más notoriedad. La unión hace la fuerza, y unidos cada día hacen más fuerza por los medios alternativos del mundo lanzando cuestiones de perogrullo ¿De qué sirven todos esos informes de la ONU que año tras año, desde principios de los 90, denuncia a los responsables, si después no se toman medidas al respecto?
La resistencia organizada cada día ejerce más presión para que tales informes no se olviden ni queden en papel mojado. Cada día se suma más gente a esta resistencia, intelectuales, activistas, investigadores, luchadores de todos los ámbitos. Figuras destacadas como el premio Nobel de la paz de 2018, el doctor Denis Mukwege, se ha implicado hasta el punto de poner su vida en peligro para que se implanten las recomendaciones de uno de dichos informes de la ONU, el llamado Informe Mapping, publicado en 2010, que describe las masacres cometidas por el FPR como genocidio.
Después de tantos años resistiendo, desangrándose, después de haber perdido a tantos hermanos y hermanas, hijos e hijas de la región en esta guerra, que nadie espere que los pueblos del corazón de África se rindan ni olviden.
[1] El 12 de marzo de 2017, dos expertos de la ONU la chilena Zaida Catalan y el estadounidense Michael Sharp, fueron asesinados en la RDC por hombres armados. La ONU aún no ha encontrado a los culpables, y se acusa al organismo internacional incluso de haber ocultado pruebas de la investigación de los hechos.
[2] El 22 de febrero de 2021, el embajador italiano Luca Attanasio fue asesinado en la provincia de Kivu Norte de la República Democrática del Congo. El oficial paramilitar italiano Vittorio Iacovacci, que viajaba con el embajador, y su conductor congoleño Moustapha Milambo también murieron en este ataque.
[3] Carrero Saralegui, Joan: África, la madre ultrajada. La verdad sobre el conflicto de los Grandes Lagos que las potencias occidentales se empeñan en ocultar. Ed Milenio. 2010.
[4] ¿La UE tolerará que Kagame asesine incluso a altos diplomáticos europeos? (I) [Joan Carrero, 01.03.2021] https://l-hora.org/es/la-ue-tolerara-que-kagame-asesine-incluso-a-altos-diplomaticos-europeos-i-joan-carrero-01-03-2021/
[5] ¿La UE tolerará que Kagame asesine incluso a altos diplomáticos europeos? (II) [Joan Carrero, 07.03.2021] https://l-hora.org/es/la-ue-tolerara-que-kagame-asesine-incluso-a-altos-diplomaticos-europeos-ii-joan-carrero-07-03-2021/